Ángel Custodio Rebollo. Era conocido como Álvaro de Mendaña, aunque su nombre completo era Álvaro Rodríguez de Mendaña, hijo de Hernán Rodríguez y de Isabel de Neyra. Con fecha 8 de octubre de 1.563 fue autorizado por el Consejo de Indias para acompañar a Perú, como criado, a su tio el Licenciado Lope García de Castro, que había sido nombrado Presidente de la Audiencia de Lima.
Llegó a Perú y la influencia de su tio fue visible, ya que rápidamente Alvaro se relacionó con la sociedad limeña. Esto le dio ánimos para unirse a la expedición que quería conquistar las misteriosas islas del Pacifico, que según decían a los españoles, estaban atestadas de oro y perlas. Aunque iban en la expedición, personas con mayores conocimientos que Mendaña, iba éste al mando de la misma, por la influencia que tenía su tio, ya que como a su llegada aún estaba vacante el cargo de virrey de Nueva Castilla, él mismo había asumido también este cargo provisionalmente.
La expedición fue un fracaso, porque tuvieron que volver por la hostilidad de los nativos, que habían producido importantes bajas entre los españoles y se vieron obligados a regresar a la ciudad mexicana de Santiago de Colima.
Con el séquito del nuevo virrey, García Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, había llegado a Lima, una joven llamada Isabel Barreto, que unos dicen era de origen portugués y otros gallego, pero que procedía de la nobleza. Mendaña vió en ésta joven la solución a sus problemas económicos y contrajo matrimonio con ella en Lima en 1586.
El Adelantado Álvaro de Mendaña, seguía en su empeño de descubrir y colonizar las islas del rey Salomón, sobre las que tantas leyendas había y consiguió ser autorizado para emprender una nueva expedición.
El 16 de junio de 1595, partieron de Perú, cuatro barcos, San Gerónimo, nave capitana; Santa Isabel, nave almirante; San Felipe, galeota y Santa Catalina, fragata. Al mando de la flota iba el almirante Álvaro de Menda, a quien acompañaba su mujer Isabel Barreto y dos de los otros barcos eran comandados por el cuñado y formaban parte de la expedición tres hermanos de Isabel, En la San Gerónimo marchaba el capitán y piloto Pedro Fernándes de Quirós, de origen portugués. Iban en total 378 hombres y unas 98 personas entre mujeres y niños.
Su primer descubrimiento fueron las islas que denominaron Marquesas en honor de la esposa del virrey. Aunque en principio fueron bien acogidos, al poco tiempo, por los desmanes de algunos marineros, los nativos se volvieron hostiles y fue necesario abandonar el primer archipiélago que encontraron.
La salud de los expedicionarios sufrió toda clase de calamidades, pues se pasaba hambre, porque habia poca comida y sed porque la bebida era escasa y a eso había que añadir que Álvaro de Mendaña cayó enfermo por lo que hizo testamento a favor de su esposa, nombrándola gobernadora y primera mujer almirante de la armada española-
Álvaro de Mendaña no pudo superar la enfermedad y murió en la isla de Santa Cruz.
A partir de la muerte de Mendaña y en virtud de su testamento, Isabel Barreto apoyada por sus hermanos dirigía totalmente la expedición, lo que hizo con dureza y frialdad, enfrentándose al piloto Fernándes de Quirós, con quien tenía fuertes discusiones, a los marineros, a los pasajeros, teniendo en cuenta que ya solo les quedaba un barco, “San Gerónimo”, pues los demás fueron desapareciendo Entre los pocos expedicionaros que quedaban, hubo intentos de rebelión, especialmente por la falta de comida y bebida y por el trato que recibían, pero ésta mujer se mantuvo firme.
En el trayecto, cuando estaban anclados frente a la costa, la Barreto había ordenado que nadie bajase a tierra, pero un soldado, que iba con su mujer e hijo, bajó a buscar comida y la Almiranta, a su regreso lo apresó y le quiso formar Consejo de Guerra, para condenarlo a muerte. Pero el Contramaestre, que estaba enfermo de malaria, salto de su camastro y se plantó ante el Sargento encargado de aplicar la disciplina militar, enfrentándose a él, le dijo: “Reportaos Sr. Sargento que harto estropeados estamos con tanta muerte. Igual hiciera la señora en darnos de comer y beber, con todo lo que tiene guardado”.
Por fin avistaron la costa de Filipinas, el llamado Cabo del Espirito Santo, y llegaron a Manila, donde fueron muy bien recibidas por el Gobernador de Filipinas, Pérez de Mariñas-
Al saltar cuatro soldados españoles para recoger a los escuálidos, quedaron estupefactos ya que encontraron que la Almiranta tenía escondidos dos cerdos, aceite y vino,
Pérez de Mariñas la recibió con todos los honores, y aún cuando fue sometida a Consejo de Guerra, quedó absuelta y posteriormente se volvió a casar.