Mari Paz Díaz. Corría el año 1975 cuando Rafael Ávila llegó a Huelva. Era el mes de abril. La sociedad española estaba a punto de vivir una de las etapas más significativas del siglo XX, la Transición Democrática. Entonces, ajeno de todos los cambios que iba a vivir en primera persona, Rafael Ávila aterrizaba en Huelva procedente de Sevilla, donde hasta ese momento se había ocupado de la Dirección Provincial de Asuntos Económicos en el Consejo de Empresarios de Sevilla.
Natural de Constantina (Sevilla), Rafael Ávila vino a la capital onubense cuando Miguel Ángel del Río, responsable del único sindicato que existía entonces en España, el Sindicato Vertical, lo nombra delegado de esta organización sindical en Huelva, puesto que Del Río le ofrece acompañarle en el Departamento de Asuntos Económicos en Huelva. Entonces, el representante de los empresarios onubenses era Miguel Martín Pérez.
«Mi llegada a Huelva fue espléndida. Me acogieron muy bien, como si fuera un onubense más», nos cuenta Rafael Ávila, que conocía la provincia, porque su novia era de Beas, por lo que tenía a toda su familia en este municipio, aunque ambos se habían conocido en Sevilla. Miguel Martín Pérez, Juan Luis Mancheño, Juan Masa, Toñi Mancheño o Antonio Pérez Ventana fueron algunos de los nombres que trabajaron con Ávila en estos años.
Entonces, el empresariado onubense iba a jugar un papel de relevancia en el panorama económico provincial. Porque, no sólo en Huelva, sino en todas las provincias españolas, las organizaciones empresariales fueron surgiendo a partir de 1975 con la finalidad de integrar a los empresarios.
En el caso onubense, la organización del empresariado vendría de la mano de Miguel Ángel del Río, que, aunque luego se marchó a Málaga, iniciaría el cambio en la provincia de Huelva al formar parte del equipo de José María Cuevas, de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), constituida en junio de 1977 en Madrid. Rafael recuerda que «el cambio en Huelva se realizó a través de numerosas reuniones con empresarios de toda la provincia para plantearles que había que constituir algo nuevo e independiente. Corría el año 1976. Así se fue gestando la idea de la FOE, contando con el impulso de Rodríguez Sahagún y una entidad financiera que convocó una reunión en Huelva. Su gestión la llevamos a cabo Miguel Martín, Juan Luis Mancheño y yo«. Luego, Rafael Ávila quedó al frente de la Secretaría General de la entidad en solitario.
De esta forma, el 1 de marzo de 1977 nacía la Federación Onubense de Empresarios con la redacción de un documento suscrito por 44 empresas de diferentes sectores económicos (industria, agricultura, comercio…). Una cifra inicial que posteriormente alcanzaría hasta las 300 entidades asociadas, sobre todo, a raíz de que la Ley de Libertad Sindical, aprobada por el Gobierno en abril de ese año, que impulsaría nuevas organizaciones en todo el país. Finalmente, en junio, se produjo la constitución legal y jurídica de la FOE.
El presidente fundador de la FOE fue Carlos Expósito, director de Foret, que tan sólo permaneció unos meses en el cargo debido a que se marchó a Venezuela. Tras ese verano, se convocó un proceso electoral y en asamblea se elige a José María Tejero, que era director de la empresa Lubrisol, una entidad ya desaparecida dedicada a la fabricación de aditivos, además de una persona muy implicada con la universidad.
Tejero estuvo dos años como presidente, pero no se presentó a la reelección al ser una persona muy ocupada, que viajaba mucho. Le sustituye en el cargo Constantino Menéndez, director de Explosivo Riotinto en Huelva, que dimitió de la presidencia en 1990, siendo sustituido unos meses por Isabel Arcos, entonces vicepresidenta, hasta que se convocó asamblea general el 15 de marzo, donde resultó elegido Antonio Ponce.
Ávila reconoce que en al inicio de la Transición «no se sabía nada. La Ley de Libertad Sindical permitió que los empresarios y los trabajadores crearan asociaciones libres, que tenían que ser democráticas y de afiliación voluntaria. Con esta base comenzamos a andar, actuando basándonos en nuestra intuición a la hora de llevar a cabo el trabajo, siempre intentando dar respuesta a lo que demandaban los empresarios».
Una de las necesidades de este colectivo en este momento se centró en responder a la intensa demanda sindical tras la falta de libertad de la dictadura. «Se legaliza UGT y CCOO, que ya venía actuando en clandestinidad, planteando ambos la negociación colectiva. Una cuestión a la que dimos respuesta. Así, las primeras asociaciones se constituyen para ser la representación empresarial de cada uno de los convenios colectivos que se firmaban en la provincia. La otra gran demanda era un sistema de reparto por parte de Hacienda, puesto que cada asociación tenían que decirle a Hacienda cómo se repartía esa cantidad (evaluación global). Algo realmente complejo para la provincia y que luego se cambió en el sistema democrático la reforma fiscal», según recuerda el hasta ahora secretario general de los empresarios onubenses.
Con todo, Rafael considera que la FOE vino a responder a las necesidades sindicales y tributarias de la época en el ámbito empresarial, «un tiempo bastante interesante, por lo que cumplimos un servicio muy importante a nivel institucional y en el conjunto de la sociedad, porque dentro de que la situación económica era difícil fuimos capaces de crear el llamado el diálogo social, por lo que se fue construyendo el modelo democrático a nivel empresarial».
Así fueron los inicios de la Federación Onubense de Empresarios, tal y como recuerda Rafael Ávila, que estos días acaba de despedirse de la Secretaría General de la entidad después de 37 años en el cargo, por lo que no es extraño que haya recibido la Distinción de Oro de la entidad.
A lo largo de estas casi cuatro décadas de representación empresarial, Ávila considera que ha vivido varios momentos clave. El primero de ellos se produjo precisamente en esos comienzos, puesto que «cada vez que conseguíamos hacer una asociación -hoy son más de cien- vivíamos un momento de gran satisfacción. Sobre todo a nivel local, porque la provincia estaba muy desarticulada por la falta de las comunicaciones, tanto que comarcas como la Sierra se sentían muy más unidas a Sevilla que a Huelva, de ahí que iniciar la nueva etapa fue complicado. Y así surgiendo las oficinas en La Palma, Aracena, Ayamonte… Todo ello provocó una gran satisfacción».
Junto a los comienzos, Rafael se siente especialmente satisfecho de haber participado en dos iniciativas: el Estudio Integral de la Costa de Huelva, «porque por primera vez en 25 años se consiguió que vinieran a estudiar la provincia para ver cuáles eran los problemas a resolver, demostrándose que aportar arena no era suficiente, con lo que era necesario la construcción de espigones, de ahí que las instituciones de Huelva no deben desmayar para que este estudio de lugar a actuaciones concretas». Y, en segundo lugar, «la inclusión de Huelva en el Corredor del Mediterráneo, que nos permite estar en el mapa de Europa. Y en este sentido, considero fundamental que el PP y el PSOE se unan para defender el ferrocarril, pedir el AVE, la N-435 o la Huelva-Cádiz. La demanda de infraestructuras debe ser algo común».
Otro hecho a destacar a lo largo de estos años, en opinión de Rafael Ávila, fue «la Mesa de la Descontaminación, un hito que solucionó el problema del Vertedero de Gibraleón, además de encargar un estudio de las fábricas de Francisco Montenegro. Yo fui el portavoz de aquella mesa, a la que se debe muchos de los avances medioambientales de Huelva».
Con todo ello, su balance de todos estos años es muy positivo: «he trabajado mucho con vocación, escuchando a todo el mundo, ofreciéndoles una solución a sus problemas y creo que creando un estilo, porque ser cofundador de la FOE es una cuestión que no se enseña en ninguna facultad. Me he dedicado en cuerpo y alma a ser secretario general de la FOE, intentando que todo el mundo se sintiera satisfecho. Esta institución se toma como ejemplo en otros lugares, ya que nos invitan a participar en encuentros en lugares como Barcelona o Portugal».
Del mismo modo, el hasta ahora secretario general de la FOE se siente «tremendamente orgulloso de las personas que desde esta institución han alcanzado una posición destacada, como Pepe Guerrero, secretario general de la Confederación General de Comercio, o Jesús Masa, presidente de las empresas de Sevilla. Es un ejemplo del trabajo realizado en esta organización. Todo ello sin olvidar a muchas personas con las que he entablado amistad y cariño a lo largo de estos años, como sucede con José Lagares, Pepe Quintero o José María Delgado, en el ámbito sindical, o los mismos medios de comunicación, con los que siempre he tenido una relación cordial. Siempre he dicho la verdad de lo que pensaba, sin esconder ninguna realidad».
Ahora comienza una nueva etapa en la FOE, donde la Secretaría General la ocupa desde hace unas semanas Fernando Pérez Lozano y, a nivel personal para Rafael Ávila, que continuará trabajando en encuentros y otros foros en los que sea requerido, además de que ha sido nombrado asesor de Antonio Ponce, «porque creo que tengo todavía argumentos en la recámara. Y, de hecho, estamos trabajando en el tema de las infraestructuras». Es decir, más que un adiós, Rafael no se marcha, se despide con un hasta luego.
1 comentario en «Rafael Ávila, el testimonio de la construcción del modelo democrático en Huelva a nivel empresarial»
Avila, un pilar con mayusculas en el desarrollo de Huelva.