Francisco J. Martínez-López. Desde el exilio, porque en el exilio me siento hace tiempo, no importa dónde esté. Así introduzco mi naciente columna de temática miscelánea, dedicada, hoy y siempre, a todos los que compartan este sentimiento. Ahora me encuentro en Barcelona, por cierto, ciudad cosmopolita, abierta y diversa donde, por paradójico que pueda parecer por lo que se desprenda del actual debate político nacionalista, el exiliado puede encontrar alivio a su desubicación. Por el momento, los andaluces seguimos sin pasar controles de pasaporte en El Prat, y así seguirá siendo, según me aseguran amigos catalanes; hay muchos indignadísimos con esta fiebre separatista, no se crean. Pero no voy a escribir sobre esto ahora; se me ocurren muchos más temas interesantes que tratar. Para hoy, un tema tecnológico; algo que no será poco frecuente en esta columna.
Es plausible conjeturar que el lector de esta columna ha utilizado WhatsApp no mucho tiempo antes de iniciar su lectura. De esta compañía poco se sabía, hasta días recientes en que ha sido adquirida por Facebook, uno de los gigantes de Silicon Valley, aunque también desconocida como WhatsApp hace unos años.
En estos días, los artículos de prensa haciéndose eco de la noticia han sido ingentes, aunque no han desvelado mucha más información aparte de los 19 mil millones de dólares que Facebook ha pagado por Whatsapp, y algunos apuntes sobre los motivos estratégicos de esta operación. Esta cifra de adquisición, que estima el valor actual de la compañía en unos 35 dólares por usuario, supera las cifras de Facebook cuando salió a bolsa. No es raro, por tanto, que algunos analistas hablen de burbuja, una idea que rodea los tiempos recientes de lo que tiene que ver con las tecnológicas en el parqué de Wall Street. En el caso de Whatsapp, además, se cuestiona su capacidad para generar ese valor. Esta duda reside en el modelo de generación de ingresos de Whatsapp, que, al igual que Facebook, prescinde de la publicidad como fuente principal. Sus ingresos se basan en los 99 céntimos de dólar (0.79 Euros) que sus usuarios deben pagar para tener derecho al servicio durante un año. Para hacernos una idea más precisa de las magnitudes, el número actual de usuarios de Whatsapp se estima en torno a los 450 millones en todo el mundo. Sus cuentas, no obstante, se guardan celosamente; Forbes ha estimado que su generación de ingresos en el último año ha sido de 20 millones de dólares.
En definitiva, aún muchas incógnitas para una compañía que, si bien no para de crecer y ha sido adquirida por una cifra desorbitante por Facebook, todavía tiene mucho que demostrar, en lo que a generación de ingresos para justificar su valoración se refiere. También Facebook, por cierto. ¿Sería posible que dentro de diez años no hubiera ni Facebook ni WhatsApp? Seguramente será mucho más probable que esas hipotéticas noticias de desaparición de las compañías sean vistas desde equipos Apple, o dispositivos comprados en Amazon, que la desaparición de Apple o Amazon sea vista en la página de inicio (News Feed) de una cuenta de Facebook o en el chat de WhatsApp.