Sapiensity / @Sapiensity. Pensaría en las personas. Ni siquiera en el colectivo como ente abstracto, sino en los individuos como demandantes de necesidades comunes. Nuestras ciudades dibujan necesidades cubiertas y compromisos pendientes. En las últimas semanas, venimos asistiendo y asistiremos, próximamente, a presentaciones y titulares sobre plataformas y soluciones TICs como si se trataran del “Bálsamo de Fierabrás”. La tecnología termina así convirtiéndose en un fin en sí mismo, como sí las personas que deben gestionarla diligentemente no tuvieran ante sí la posibilitad de sacarle mucho o poco partido.
En otros foros nacionales e internacionales de sociedades avanzadas, que deben servirnos como referentes y acicate, observamos y reflexionamos sobre el alcance y potencial que se pierde cuando se plantea la tecnología sin previsión alguna. Es más, el gran acierto no está en elegir una tecnología en concreto, porque hoy día existen muchas que pueden aplicarse, sino en madurar la estrategia con tiempo para que no pierda su efectividad.
Hay infinidad de tecnologías pero la innovación, yo diría, debería apuntar y tomar como centro de todo su impacto y beneficio al individuo, al ciudadano. Presencio desde hace años, y se acentúa hoy día cuando nuestros ayuntamientos adolecen de situaciones financieras saneadas, como las grandes empresas se reparten la distribución nacional de grandes plataformas de gestión de muchas áreas de “lo municipal” cuando en realidad no tienen en cuenta la necesidad del propio ciudadano porque no están pensadas para un uso personalizado a cada sociedad, a cada ciudad, a cada contexto.
Afortunadamente, se empieza a constatar que algunas administraciones se han decidido a apostar por soluciones tecnológicas basadas en la escalabilidad que les exigen las evoluciones y cambios necesarios en el devenir posterior de la propia sociedad.
En este sentido, la tendencia, igualmente, apunta a la integración de soluciones/plataformas existentes en las mismas administraciones que de manera dispersa venían proporcionando cierto servicio al ciudadano pero que impedía la sinergia necesaria para poder resultar todo lo rentable y útiles que se les suponían.
Al referirnos a ciudades hiperconectadas todo se vuelve más complejo. La dinámica actual de la sociedad y las relaciones inter-ciudadanos e inter-administraciones exigen un conocimiento del ciudadano para atender y prever la necesidad del mismo para, posteriormente, delimitar las prioridades.
Entidades y colectivos como la FAMP, los asociaciones vecinales, los emprendedores, los colectivos desfavorecidos, los colectivos con minusvalías, los colectivos de personas mayores, asociaciones juveniles y culturales, y un largo etcétera, se excluyen de muchas de las tecnologías que hoy están negociándose en los despachos de muchos gestores donde la figura del tecnólogo analista no existe.
Sigo como espectador y analista activo las tendencias que se avecinan y echo en falta como lo que nos rodea adolece de los medios necesarios para mantener sistemas, por pequeños que sean, que sobrevivan a un interés político o a una necesidad perentoria puntual.
La tecnología como mayúsculas es la base del crecimiento porque detrás hay conocimiento. Su propia definición les otorga la finalidad de que deben ponerse al servicio de las personas, de los ciudadanos, de los usuarios.
En el mercado, y sobre todo las nuevas generaciones, tienen muy claro lo que les sirve y lo que no. Es por ello que muchas grandes y medianas iniciativas tecnológicas, muchas millonarias, sólo cuentan con una existencia muy corta. En este escenario no hay truco, ni humo ni medias tintas.
Sin embargo, tras muchos años, y mucha inversión, pocas son las ciudades que puedan presumir de disponer, o mejor, demostrar con datos, la utilidad que sus conciudadanos pueden hacer de las mismas.
Debemos esforzarnos por creernos que Big Data, Gobierno Abierto, Inteligencia Colectiva, Sistemas Multiplataformas y un sinfín de conceptos que los geeks se empeñan en acuñar no pueden tornarse en realidad generalizada cuando dicha realidad demuestra que muy poca tecnología está siendo usada por su destinatario. Y no olvidemos que la tecnología lleva pareja una campaña de difusión previa, un adiestramiento, una infraestructura doméstica, un acompañamiento, un análisis, un tratamiento de datos para que al final se tomen decisiones de calado, etc
Nuestro país está sumergido en una crisis sin parangón y muchísimos jóvenes, que engrosan las listas de desempleados, necesitan respuestas ágiles, medidas creativas y cambios profundos en las decisiones estratégicas de muchas administraciones
Hago aquí el inciso de que noticias como todas las recientemente relacionadas con el crowdfunding les hace un flaco favor a esa agilidad que el talento y el inversor requiere para crecer. Para contrarrestar ésto, siguen surgiendo iniciativas de incubadoras de ideas crowdfunding, surgen crowdlending, crowdpublishing y “crowd-everything”
No perdamos de vista que el futuro no sólo está en las manos de los que gestionan en nuestro nombre sino que hoy más que nunca hay infinidad de alternativas, herramientas, conocimiento compartido y referencias para dibujar nuestros pasos y caminar. Cooperar y compartir son la base de culturas distintas a la nuestra que precisamente por ello les permiten unas cotas de calidad de vida mucha más duraderas y sensatas.
Ya hoy la tecnología tiene memoria y esa memoria está presente para todos los usuarios de la RED.