Ana Rodríguez. Manuel Alfaro Rocataliata es un arquitecto técnico natural de Huelva capital, aunque desde septiembre de 2012 vive en Alemania, en Oldenburg, una ciudad al noroeste del país a la que se mudó con Laura, su entonces novia y ahora esposa.
Alfaro se crió, como él mismo explica, «en la calle que está entre el Colegio San Fernando y el polideportivo Andrés Estrada» y cursó estudios de BUP y COU en el IES Alonso Sánchez. Luego ingresó en la Escuela Universitaria de Arquitectura Técnica de Sevilla, ciudad en la que estuvo trabajando en dos estudios de arquitectura mientras se sacaba la carrera. Esa experiencia le valió para encontrar un puesto en una constructora de la capital hispalense y, posteriormente, en una de Huelva, en las que fue jefe de obra. Sin embargo, en 2009 y debido a un expediente de regulación de empleo, Manuel se vio en situación de desempleo, siendo éste el principio de su nuevo futuro.
La caída del negocio de la construcción fue un duro golpe que hizo a Alfaro barajar otras alternativas, como marcharse fuera de España, a una zona donde su profesión tuviera más demanda. En esta búsqueda tuvo mucha suerte y, como él mismo cuenta, «a través de la intermediadora laboral Huelva Activa conocí gente de la zona de Alemania en la que vivo que estaba buscando personal para trabajar. ¡Así que aquí nos vinimos!».
Al poco tiempo de llegar a la ciudad germana empezó en el estudio de un arquitecto, luego cambió de empleo, y se fue a una empresa que hacía llaves en mano de edificios agrarios. Finalmente, Manuel ha acabado en el sector de la construcción efímera, pues en la actualidad trabaja en el departamento de diseño CAD de una empresa de diseño y montaje de stands de ferias.
– ¿Cómo fueron los primeros meses tras su llegada?
– Los primeros meses muy bien, mucho estrés por el idioma, y aprendiendo muchas costumbres nuevas, pero muy bien. Al mes de llegar encontré trabajo, así que la verdad que empezamos con muy buen pie.
– ¿Cómo es su día a día en Alemania?
– Pues me levanto a las 6.00 horas y antes de conducir hasta Stuhr, que es donde trabajo, me preparo el termito de café y la mochilita de la comida. En el trabajo hago una parada para salir a comprarme el desayuno a una furgoneta portátil que se pasa por nuestro polígono para los empleados de la zona, aunque luego me lo como delante del ordenador, ¡y el almuerzo también!, pues sólo dispongo de una pausa de 15 minutos. A las 16.00 horas introduzco en el programa de control de costes horas dedicadas a cada proyecto y… ¡a casa! A partir de aquí… pues unos días toca compra, otros cerveza, otros simplemente llegar a casa.
– ¿Y los días libres?
– Los fines de semana son muy variados. Algunos tranquilos en casa, otros con visitas de amigos, otros de visita a nuestros amigos, otros viajando a algún sitio cercano a comer, otros quedándonos en Oldenburg y haciendo compras… ¡lo normal!
– ¿Hablaba alemán antes de irse?
– Hice un curso en España de 200 horas que me ha servido algo, pero el idioma es muuuuuy complicado, y lo aprendemos cada día.
– ¿Qué es lo que más le gusta de allí?
– El paisaje urbano. ¡Es un cuento, y cuando nieva mas!
– ¿Ha hecho muchos amigos alemanes?
– Tenemos dos parejas de amigos alemanes. Y conocemos a gente española, pero no nos hemos juntado mucho. Con los amigos alemanes aprendemos mucho idioma y mucha cultura.
– ¿Cómo es el carácter y forma de ser de los alemanes?
– De los de esta zona, son estupendos. Son muy agradables, muy educados, educadísimos, lo cual dificulta mucho el idioma porque usan muchísimas frases cordiales que ralentizan y complican la lengua. Son familiares, amigables y serviciales, muy muy serviciales. A nosotros nos han ayudado muchísimo. Luego hemos estado en otras zonas, Hamburg, Berlín, ciudades más grandes y la gente va más a su bola y son más mal educados.
– ¿Qué planes tiene Manuel?
– De momento, quedarnos aquí. Aprender el idioma, poder conseguir un trabajo de mi profesión y volvernos para España, porque eso lo tenemos claro, volver nos volveremos, pero vamos a aprovechar esta oportunidad de aprender un nuevo idioma y de no oxidarnos a nivel profesional. Lo que también tenemos claro es que aún no nos queremos volver. Ya que estamos aquí deseamos sacar el mayor partido a la experiencia.
– ¿Qué es lo que más añora de Huelva?
– La familia y los amigos. Eso es lo que se echa de menos… Eso sí, también echamos mucho de menos el ambiente callejero, el pescaito frito, las tapas, las coquinas, los chocos, las gambas, el jamón… y un largo etc.
¡Muchas gracias y mucha suerte!
3 comentarios en «Manuel Alfaro, un arquitecto técnico en Oldenburg que crea construcciones efímeras para una empresa de diseño de stands»
Primos, un beso y haber si me animo y voy a veros, campeones
Hola….. Y que tal montar un padel indoor alli? Mi hijo tambien vive eb la misma ciudad
Primo es una lástima que nuestros vecinos germanos se aprovechen de tu talento con la falta que nos hacen profesionales como tu en España. Un abrazo