Ramón Llanes. Soñar lo que ahora escribo solo me ha costado unos pensamientos, ni posición siquiera de dormido ni actitud extraña ni sonámbulo, solo concentración intensa hasta que lo deseado y lo soñado coincidieran en un punto de realidad no inventada. Ha sido fácil porque no he soñado imposibles, más bien he puesto nombre o adjetivo a una retahíla de sentimientos que han permanecido en mi lealtad desde los primeros albores de mi llegada al sentido común y a la inteligencia.
Mi tierra está en la línea viva de esta especial conspiración contra los horrores del olvido. Ella y yo -y toda la suculencia humana que la distingue-, hacemos cábalas del recitar diario a que nos conduce la insolencia de vivir parejos al derribo, poco a poco, de los medios, los elementos y la identidad sin que alguien fuera de nuestro contexto haya apostado por nuestros sueños. Olvidados pero no vencidos, hasta saber existir sin apenas una mirada de consuelo o apoyo, sin apenas la traída de un gozo a este páramo pleno de riqueza, privilegiado y enhiesto, colmado de lo natural y alcancía de lo espiritual.
Y los sueños son todos de mina, de ruidos barreneros, de máquinas en estado febril comiéndose los riscos; los sueños son de esperanzas, de filones y galerías cultivando el alma misma de la tierra, de negrura al atardecer en los rostros manchados de los hombres después del tajo, de empujes a las locomotoras, de paseo las tardes de domingo con la tarea hecha; sueños de casino y fútbol, de día del pago y de veladas sofocantes sin prisas para el baile. No son sueños de nostalgia, son sueños de futuro, de renacer, de salir de las listas del paro, de noviazgo y de tesón. Son los sueños de un interminable número de ciudadanos ambiciosos por este pequeño placer de volver a lo nuestro, para abrir y cerrar cada día la cancela del trabajo y que la “baca” ponga banda sonora a la mina.
No son sueños imposibles, son deseos controlados por la cordura y la ansiedad; deseos que la tierra mía escribe en su diario como pidiendo la necesidad de un nuevo cuento, deseos al amparo de un mandato constitucional que esta funesta manera de cultivar la tutela a los hombres de aquí, ha olvidado.
8 comentarios en «Sueños de la tierra mía»
Gracias amigo Ramón por tus sueños y tus anhelos de esta tierra y lo dicho que no quede en el olvido y le metamos un gol por esa banda izquierda, a la que tu con acierto hiciste mención en el anterior texto, en los tiempos en que mi persona jugaba a fútbol en esta legendaria,querida y soñada tierra,un abrazo.
Gracias amigo por compartir, tambien, mis sueños, el de volver a oir el sonido de la «baca», nunca la escuché en tu Tharsis querido, pero si en esa parte en la que Tharsis se asomaba a la mar, esa barriada, que ya no será pueblo, llamada Corrales, donde viví de los 4 a los 8 años.
Espero y deseo que el ajetreo, el ir y venir de sus gentes a escarbar en esa «tierra jonda» de la felicidad deseada y que el número 80 sea el número de la libertad.
Que bonito y cuanto arte. Acuérdate de nuestro acuerdo. Me encantaría hacerlo a lo largo de 2014.
Hoy he encontrado algo muy grato: Un hombre que dice cosas así. Un hombre que soporta con fuerza lo que otros se empeñan en derribar. Cada palabra de este hombre vale una reflexión. La mia no le va a faltar.
Cuando uno lee estas cosas, recupera la fe en la calidad.
Y si se puede decir alto, mejor. Desde aquí, muy alto, mi agradecimiento por saber decir cosas así, de tu Tharsis, de su Corrales, de nuestra Zarza y de la dulce Moguer. Hay en Huelva un patrimonio cultural, histórico y natural, que necesita gente como Ramón Llanes para limpiar el cristal de un escaparate olvidado de tanto verlo al pasar.
Algunos, desde fuera, pasamos la mano para limpiar un trocito, porque nos sentimos partícipe de tanto valor patrimonial.
Otros, como Ramón Llanes, bajan cada día a la realidad y limpian su parcela de sueños.
Una onubense dijo una vez en público: «Si cada uno limpiara su puerta, que limpia estaría la ciudad».
Si cada uno valorara el patrimonio que tiene alrededor, que hermoso luciría nuestro patrimnio.
Gracias Ramón Llanes.
Amigo/a desconocido/a, Azoteas, tú también le pones lírica a la vida, en esa especie de limpieza íntima para hacer resaltar lo bello, la estética, la luz. Me agrada que te identifiques con este contexto poético, es mi consigna de siempre. Si te apetece seguirme consulta mi blog así:
rllanesblogspot.com. o también en Facebook.
Saludos
Gracias Ramón por hacer que volvamos a revivir esos momentos que añoramos y que nunca se borraran de nuestra memoria,sobre todo si gente como tu siguen escribiendo de esta forma que nos transporta a esos lugares donde crecimos y que casi podemos percibir sus olores y escuchar todos sus sonidos.
Amigo Ramón: Sí entraré en tu blog.
Pero no soy sólo yo quien admira y disfruta con tus palabras bien pensadas y sencillamente colocadas. Hay más gente que piensa lo mismo que yo de las frases en las que colocas tu sentido común, frente a la realidad ésta.
Es un amigo tuyo quien me ha indicado el camino. Solamente seguirlo y uno se encuentra con gente que escribe cosas que a veces otros no piensan.
Saludos.
Azoteas, son tus palabras un estímulo para seguir escribiendo. Gracias.