Nerva
(Las imágenes y el texto de este artículo, no corresponden a los contenidos del libro «Casinos de Huelva»)
Miguel Mojarro.
Un consejo, para poder empezar por el principio: Antes de ir a Nerva conviene entrar virtualmente en ella, a través de las diversas páginas web que existen en la Red. No es mala costumbre, si se dispone de Internet, porque son el mejor anticipo de cómo se puede hacer inolvidable una visita a esta localidad, que fue cuna de importantes y acogida de emprendedores.
Si no se dispone de este recurso informático, no importa. Entrar en Nerva, por cualquier sitio. Localizar el Mercado de Abastos, dejar el coche en sus inmediaciones y sacar las piernas a pasear en la dirección que nos indica una torre roja de aspecto curioso y mandón. Hasta ella hay que ir, para que se ponga a nuestro servicio por el bien de nuestra estancia en tan original localidad.
En todo caso, no llevar a Nerva ideas previas, porque no nos servirán. Sólo zapatos cómodos y tiempo sin agobios. Y una cámara de fotografía que nos permita llevarnos recuerdos que luego serán reliquias.
Una vez en la plaza del «Triángulo», así llamada por los viejos moradores, buscar un sitio para sentarnos. Quizá lo mejor sea una de las butacas que se ofrecen generosas a la puerta de un edificio que ocupa el lateral más estrecho del espacio público. Por algo es un triángulo esta plaza.
Sentados allí, a mirar, que es tarea casinera. A mirar la gente que pasa, porque ellos también nos mirarán. A mirar la belleza de un conjunto que armoniza fachadas de siempre, ladrillo protagonista en el edificio de la torre y un modernismo arquitectónico que luce su carnet de identidad como Museo.
Una vez que nos sintamos integrados en el entorno, hay que dar un paseo por las calles de alrededor, cualquiera, para poder saborear ambientes que fueron. Y subir una pequeña cuesta que nos conduce a un verdadero alarde de arquitectura de servicio: El Mercado de Abastos. Desde 1900 señoreando caserío y pinares, como si quisiera no perder de vista ambas posesiones. Porque personas en el caserío y color en el entorno, son los dos ingredientes que la Cultura usó en Nerva para adueñarse de ella.
Y entrar en el Mercado, sin comprar nada, pero admirando su interior, joya de la ingeniería del hierro puesta al servicio de la belleza de un lugar público. Y «pegar la hebra» con alguien de los que venden allí, porque nos gustará. Y a ellos también. Saldremos de allí con amigos nuevos.
Nerva tiene un padrino, el emperador romano que le dio nombre y dos diosas que controlan sus días: La Pintura y La Música. En Nerva hay ideologías y sentimientos religiosos, aficiones deportivas diversas y preferencias personales de todo tipo. Pero en Nerva hay que inclinarse ante los dos altares que la Cultura tiene levantados en los dos templos que la adoran: Los dos Casinos.
Nerva tiene minas alrededor. Y en ellas trabajaron los hombres y sufrieron las mujeres. Nerva tiene dólmenes, que hablan de otros paisanos que transitaban por los cerros que ahora se ven poblados de pinares increíbles y colores de otros mundos. Pero Nerva tiene dos templos que dedican sus ritos y sus advocaciones a la Cultura. Dos Casinos que rinden culto a una historia común. Dos Casinos que en su interior conservan sendos pianos, que un día sirvieron para que un nervense universal creara ese fabuloso pasodoble que hizo del nombre de Nerva un señorío de la Música. Dos Casinos que en sus paredes han creado un museo, en el que pintores geniales han depositado una herencia de estética importante.
Y en las calles, el recuerdo de tiempos en los que, gente venida de otras tierras, tiñeron con su sudor y su presencia la historia comercial, minera y artística, de este pueblo que engaña por su modestia. Se entra en Nerva imaginando lo que se va a ver y se sale de allí asombrado por los distinto y por lo armonioso de lo visto. Nerva asombra por su urbanismo diferente y por su historia heterodoxa, por sus calles plácidas y por sus pinares que en la noche impresionan, por su torre erguida y sus calles cercanas, por el color rojo de las cortas y las fachadas blancas limpias.
Y por dos Casinos, diferentes en su origen y en su constitución y absolutamente fieles a una Diosa compartida: La Cultura.
Uno abajo, junto a la torre y el Triángulo, otro enfrentado al Mercado, porque no quiere perder de vista su portada sugerente. Uno manteniendo una fachada clásica, con su aspecto de siempre. Otro, en edificio de atractiva construcción moderna, que reta a los escépticos, hasta hacerles comprender que la armonía es un valor de la arquitectura moderna. Bellos ambos. Seductores ambos. Sugerentes ambos.
Aunque se puede hacer un recorrido basado en mil criterios, hay una lógica que sugiere un orden de visita y disfrute: Primero El Comercial y después El Centro. Por un motivo que pronto se podrá comprender.
Aunque los dos Casinos tienen una buena oferta tapera, conviene aprovechar las horas de sol de la terraza del Comercial para tomar en ella una buena dosis de las mejores chacinas y una atractiva cocina que nos preparan al otro lado de la barra y nos sirven manos que llevan muchos años al servicio de los socios en este lugar. Y disfrutando de una estancia sosegada en el Triángulo, por donde pasa y pasea todo el que se dirige a cualquier parte. Porque está camino de todo y porque atravesar este corazón nervense es un placer añadido.
Y de camino, imaginando cómo sería el lateral derecho de la plaza cuando en él estaba un casino ya desaparecido. Justo ahí, en esa fachada en la que lucen sus recuerdos este grupo de la fotografía que se ofrece, que en su niñez corrieron por sus salones. Como bien dice Juan Gómez Moreno, Nerva acogió diversos Casinos, además de Ateneo, Teatro, Sociedades culturales, Bandas de música…, Patrimonio cultural en el que florecieron los Monis Mora, Labrador, Alcalde, Vázquez Díaz…, y aquel músico y pianista llamado Manuel Rojas, que tocaba los dos pianos que hoy se lucen en ambos Casinos.
Una vez satisfecha la pasión tapera, es buena idea subir al otro Casino: El Centro, frente al Mercado de Abastos, para tomar un café en la luminosa sala en la que lucen una buena parte de los cuadros que convierten a este Casino en auténtico museo de pintura. Allí están obras de los citados y de los no citados artistas nervenses o adoptados por su encanto.
Y una biblioteca que es orgullo, no sólo de este Casino, sino de toda Nerva, porque Nerva es muy consciente de la riqueza cultural que, depositada en los Casinos, es patrimonio de todos, porque la historia de Nerva es de todos. Aunque los Casinos hayan sido y sean protagonistas principales.
Por eso a Nerva hay que ir preparado para encontrar Casinos no habituales. Casinos que son patrimonio de una riqueza antropológica onubense, que ofrece diversidad en las formas y en la historia de los casinos de Huelva. Los Casinos de Nerva son distintos y peculiares.
Antes de ir a Nerva, es bueno buscar en internet referencias en las diversas fuentes que existen. Y no es mala idea empezar por una web, http://lafactoria-cuencaminera.blogspot.com.es, que rezuma aroma de las minas y deja sabor de admiración, gracias a la labor de los «Alcázar», esa saga de ferroviarios que actualiza sentimientos que fueron nervenses.
Y escuchar o ver «Onda Minera», que tiene mucho que aportar para un viaje así: http://www.ondaminera-rtv-nerva.blogspot.com.es o también en http://ondaminera.wordpress.com.
Y … tantas otras formas de buscar cosas de Nerva, en ese baúl sin fondo que es La Red. Pero buscar antes de ir. Que para eso está Internet.
Y una vez allí, olvidarse de todo, porque en Nerva hay dos Casinos que reclaman estar en ellos, concentrados en sus bellezas.
Equipo Azoteas
www.azoteas.es
3 comentarios en «Sociedad Círculo Comercial ‘El Mercantil’: Donde el socio se siente Casino. Sociedad Centro Cultural ‘El Centro’: El protagonismo de libros y cuadros.»
Solo uno :cuantos paseos , amigos , mis gentes ,….Por casualidad encontré esta pagina y me han venido !tantos recuerdos!.Como se notan los años.Besos a todos.
Tengo dos cuadros del pintor monis mora y quisiera saber si tienen algún valor
Hola, habéis pensado poderse hacerse soci@ por internet. Un saludo.