Ana Rodríguez. Hoy, 3 de diciembre, se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, una fecha perfecta para recordar de nuevo a la sociedad que las barreras no existen salvo en nuestros prejuicios. De eso, de ideas preconcebidas, sabe mucho ella, Yolanda Neto, una joven onubense que ha encontrado en el baile, más concretamente en el flamenco, su manera tanto de comunicarse con los demás como de romper con los esquemas establecidos.
Neto tiene una discapacidad intelectual, pero ello no ha impedido que se desarrolle artísticamente dentro del grupo de Danzaterapia de la Asociación Paz y Bien, una entidad privada sin ánimo de lucro, dedicada a la integración, defensa y promoción de los intereses de las personas con discapacidad intelectual o en situación de exclusión social.
La joven onubense es uno de los 15 componentes de esta formación de baile, un programa específico que nació en el año 2000 como una nueva vía de integración social a raíz de una curiosa observación. Como explica Rafael Pozo, fraile capuchino e impulsor de Paz y Bien, “el grupo de Danzaterapia surgió porque vimos que un conjunto de chavales con dificultades para comunicarse, bailaban cuando hacíamos fiestas y se expresaban así, artísticamente. Les vimos interés y les pusimos a una profesora para que trabajara con ellos y la respuesta ha sido maravillosa”.
Además de su fórmula para interactuar con los demás, la danza es también para ellos la manera de realizar ejercicio físico y controlar su peso, ya que “había varias personas gruesas, con problemas de sobrepeso, que gracias a esta motivación por el baile han perdido kilos y han logrado controlar su alimentación”, comenta Pozo.
Éste era el caso de Yolanda Neto quien, desde que comenzó a bailar, se siente realizada, su autoestima ha subido y ahora es feliz e independiente, pues vive con autonomía en un piso supervisado. Cabe destacar que la joven, que residía en el barrio de La Orden, actualmente está bajo la tutela de la Fundación Tutelar Tau, una entidad promovida por la Asociación Paz y Bien que defiende los derechos e intereses de las personas con discapacidad intelectual.
Como Yolanda, el resto de sus compañeros del grupo de Danzaterapia también están bajo la tutela de la citada Fundación. Todos ellos son andaluces -además de la onubense, uno es de Jaén, tres de Cádiz, dos de Córdoba y ocho de Sevilla- y con edades comprendidas entre los 19 y los 32 años.
La formación realiza demostraciones públicas de su arte prácticamente cada semana y hace dos meses Yolanda viajó con sus compañeros a Guatemala para participar en el Festival Flamenco ‘Danza es ganas de vivir’, promovido por el Instituto para la Investigación Científica y la Educación de las Enfermedades Genéticas y Metabólicas Humanas (Invergem). La actuación del grupo en el país hispanoamericano tuvo gran repercusión y muchos medios de comunicación guatemaltecos se hicieron eco de estos chavales, de sus dotes y habilidades, que dejaron con la boca abierta a todos los espectadores, olvidando por completo durante todo el rato que duró es espectáculo las limitaciones de los danzantes.
“Lo importante no es que hayan ido a Guatemala” apunta Pozo, “sino que el trabajo que se está haciendo con personas con discapacidad desde hace 30 años está dando sus frutos. Gracias al movimiento asociativo, al apoyo institucional, a las reivindicaciones de padres y ONGs, ellos están viendo su recompensa y cómo mejora su autonomía personal. Una prueba es este grupo de Danzaterapia ‘Paz y Bien’, en el que se encuentran personas con grandes limitaciones psíquicas y problemas sociofamiliares que gracias al acompañamiento y apoyo han desarrollado autonomía y confianza para expresar y dar a conocer sus capacidades artísticas. Hemos demostrado qué pueden conseguir las personas con el apoyo y los medios adecuados”, indica el fraile.
Pero en este viaje a Guatemala no sólo han logrado demostrar a todos sus avances y capacidad para eliminar barreras, también han conseguido remover conciencias, lo cual ha provocado que la administración local en el país se interese por desarrollar una legislación en beneficio de estas personas con discapacidad, al estilo de las que existe en España (certificado de minusvalía, ayuda a la familia, montar talleres, residencias, apoyo para la rehabilitación y el tratamiento médico, etc.). En este sentido, Rafael Pozo asegura que “la Administración debe avanzar, creando leyes que apuesten por estas personas, como ciudadanos con derecho a un puesto y a un lugar en la sociedad”.
Tras regresar victoriosos de Guatemala, el grupo de Danzaterapia ‘Paz y Bien’ ha realizado otras actuaciones, cumpliendo en cada una de ellas con su objetivo de llevar un mensaje de superación e igualdad. Así, hace unas semanas estuvieron en el Parlamento andaluz, donde los recibieron con agradecimientos por ser mensajeros de Andalucía en Guatemala.
También han llevado su espectáculo recientemente a Montilla (Córdoba), participando en un homenaje a José Chamizo, quien fuera durante años Defensor del Pueblo Andaluz. Éste se emocionó al verlos, según cuenta Rafael Pozo, “porque él luchó mucho por la atención a los grupos más desfavorecidos cuando aún ostentaba el puesto de Defensor”.
En una reunión en Sevilla a nivel nacional de las Olimpiadas Especiales van a actuar dos veces y en la provincia onubense han podido contemplar su danza recientemente en el Ayuntamiento de Cortegana. “Participan mucho en las universidades, van para que los estudiantes los vean y confíen así en sus capacidades”, firma Pozo.
Este grupo de Danzaterapia es el de profesionales de la Asociación Paz y Bien, pero también existen otros, tres grupos con más de 40 chavales que practican el baile para irse ilusionando, para mantener un equilibrio físico o facilitar la movilidad, pues tales son los beneficios para cuerpo y espíritu que la expresión artística genera en ellos.
El trabajo encomiable de quienes velan por sus intereses y el esfuerzo conmovedor de las personas con discapacidad, como Yolanda Neto, han hecho que toda una sociedad haya cambiado de mentalidad en los últimos años; han logrado que veamos la realidad como ellos lo hacen, con una mirada limpia en la que todos somos iguales.