Mari Paz Díaz. Alberto Rey Pérez es un fotógrafo nacido en Aljaraque, donde tiene a sus padres, su hermana, su gata y sus amigos. Con 16 años, justo un año antes de finalizar el Bachillerato, sintió que el instituto no le aportaba mucho y decidió abandonar los estudios. Entonces se centró en hacer algo que también fuera una afición. Fue así como ese mismo año comenzó Fotografía en el Instituto Pablo Neruda de Huelva, porque tenía claro que quería que fuera su futuro.
Hoy en día, la fotografía sigue siendo su pasión. Tanto es así que tras el Pablo Neruda realizó durante varios años diferentes cursos de fotografía y de cine. Hoy tiene una página web donde cuelga sus trabajos.
Con 21 años tuvo la oportunidad de marcharse a Malta durante tres meses con una beca Erasmus. Sólo tres meses, pero asegura que fueron de los mejores de su vida. Un tiempo que fue suficiente para darse cuenta de que no quería quedarse en Huelva toda la vida.
Por este motivo, al año siguiente se marchó a Barcelona, donde siguió estudiando cine y fotoperiodismo. Además, en la ciudad condal conoció a mucha gente, que considera que le enriquecieron como persona.
Después de un año de estancia en Barcelona no se lo pensó. Quería dar un cambio radical, por lo que Islandia se presentó como un destino ideal. Fue así como comenzó su estancia en esta isla, hasta donde se marchó para hacer un voluntariado. Y ya lleva más de cinco meses viviendo en Islandia.
-¿Por qué decidiste marcharte a Islandia? No es un destino muy habitual…
-Bueno, después de pasar un año en Barcelona, pensé que sería genial irme a un lugar que fuera algo totalmente opuesto: frío, en plena naturaleza y en una ciudad pequeña. Así que la mejor opción fue Islandia. Su cultura, sus paisajes, la ciudad de Reykjavík… Era algo que tenía por descubrir. Y como seguía sin trabajo y no tenía nada que perder, me decidí por hacer un voluntariado.
-¿En qué ciudad vives?
–Mi lugar de residencia oficial es un apartamento en Reykjavík que comparto con otros voluntarios. Sin embargo, aquí sólo he dormido una noche. La vida de voluntario es muy loca. Estamos siempre haciendo campamentos de un lado a otro de la isla, siempre cambiando de casa, aunque normalmente estamos en Reykjavík. Y en mis días libres estoy en casa de mi novia, que vive con sus padres a 10 minutos de la capital.
-¿Cómo es vivir en Reykjavík?
–Hasta que te acostumbras al frío y lo caro que está todo, se vive bien. Pero, por lo general, la calidad de vida es muy buena. Es una capital que tiene todo en una ciudad del tamaño y la población de Huelva. La oferta cultural es mucho mayor que la de Huelva y las cosas se hacen de otro modo. Tienen menos ‘folklore’, pero no es algo que uno eche de menos.
-¿Cómo te manejas con el idioma? ¿Inglés, islandés…?
–Cuando llegué, mi inglés era con un acento español horrible. Pero, al menos, es inglés. Con el islandés, comencé a estudiarlo unos meses antes de venir a Islandia y todavía lo sigo estudiando. Es un idioma muy complicado, pero por suerte están mi novia y mis amigos, que me echan una mano. Me llevo todo el día preguntando cosas.
-¿Cómo son los islandeses?
-Son como la gente de Huelva. Muy majos, abiertos y todo eso…, solo que, por lo general, son más rubios y comen diferente.
-¿Cuál es la imagen que tienen de España?
–El 99% de los islandeses ha ido de vacaciones a España alguna vez en su vida. Piensan que es un país «guay». Pero luego te dicen que estuvieron en Benidorm o en Torremolinos, por lo que dejas de creer en lo que dicen. Pero les gusta España, sí.
-¿Cuál es tu balance de la experiencia?
-Genial. No cambio lo vivido aquí por nada del mundo. Aquí conocí a mi pareja y a muy buenos amigos. Son todos geniales. A veces me he agobiado un poco, cuando empecé a buscar trabajo, al ver que me cerraban las puertas en muchos sitios. Pero lo mismo pasa en España. O incluso peor.
-¿Qué estás haciendo en Islandia?
–Trabajo de voluntario para una asociación haciendo actividades y campamentos que tienen como temática la fotografía. Doy clases a los participantes y organizo exposiciones en espacios públicos, como hoteles, librerías, cafeterías, etcétera. Pero, al mismo tiempo, también estoy buscando trabajo.
-¿Ese es tu objetivo?
-Sí. Quiero encontrar un trabajo estable e independizarme por el momento. Y tener tiempo y dinero para pensar y hacer la siguiente tontería que se me pase por la cabeza.
-¿Qué piensa tu familia de tu aventura?
–Mientras yo sea feliz aquí, ellos también lo serán. Además, mi hermana también se fue a Alemania en las mismas condiciones hace dos años, por lo que están un poco acostumbrados.
-¿Y tus amigos?
-Ellos me dicen que me he perdido todo el verano de Huelva, las fiestas, las Colombinas.
-¿Piensas volver a España?
-Salvo unos días que iré con mi novia, creo que por el momento seguiré en Islandia hasta que me dejen.
-¿Qué es lo que más echas de menos de Huelva?
-La comida de mi madre y de mi abuela. Las cosas baratas. Los días sin lluvia.
-A pesar de ello, ¿recomendarías a la gente salir fuera?
–Siempre es bueno vivir fuera del lugar de donde uno es. Ves las cosas desde una perspectiva diferente. Y se aprende mucho. También como extranjero te sientes bien cuando enseñas cosas nuevas a la gente que te rodea.
-¿Qué te gustaría decirle a la gente de Huelva para terminar?
–Una reflexión que me hago siempre es que Huelva es una provincia con mucha más riqueza y recursos que toda Islandia junta. Pero Islandia es un país independiente, seguro, rico y próspero, sin apenas desempleo. Tenemos casi la misma población, casi el mismo flujo de turistas también. Y me pregunto, ¿qué hacemos mal?