Benjamín Naranjo. No hace muchos días, el presidente de la Generalitat, en un acto de inauguración de un Centro Cultural, expresó su convencimiento de que el siglo XXI sería el siglo en el que Cataluña recuperaría su plena libertad y, también de que en esta diada: “Cataluña logrará lanzar un mensaje tan impresionante como el que hizo Martin Luther King en defensa de la igualdad en EE.UU.”
No sé si, con esto último, se refería al número de personas a movilizar o a que los motivos eran similares. Si se refiere a la opresión, desigualdad, falta de libertad contra la que luchaba Martin Luther King y lo compara con la situación actual en cuanto a derechos humanos y libertad de la que gozan los habitantes de Cataluña, como el resto del país, creo que la comparación no ha podido ser más desafortunada y más haciéndolo en un foro como era el Centro Cultural que inauguraba.
Hace tiempo que he desistido de interesarme por las noticias que proceden de Cataluña en el apartado independentista, ya que al principio me producía perplejidad, después me ofendía y, por último, un profundo desinterés. Pero no he podido resistir en la noticia de portada en todos los diarios de este día 11 en la que se anunciaba que en Cataluña se había formado una “cadena humana” de cientos de miles de personas o más, me imagino que de todas las edades y sectores, a favor de la independencia del resto de España y que comenzaría con un refrendo popular en las urnas en el 2014.
Deseo que haya sido pacífica y totalmente libre esa participación, aunque parece ser que, en Madrid, un grupúsculo intentó alterar un acto reivindicativo de este tipo, y que hubo quema de banderas y otros símbolos institucionales españoles en Cataluña, también promovido por otros grupúsculos.
Siempre he defendido que uno puede tener razón mientras que lo manifieste con respeto y educación, cuando intente convencer con la coacción y la violencia, ya ha perdido toda la razón que le avalaba.
Yo no sé los motivos por los que piden la independencia, pero si se justifican que es por la opresión a la que le somete el resto del país, por la desigualdad que hay con respecto a ellos y que les perjudica, en el terreno económico sobre todo, y otros argumentos de ese tipo, no puedo por menos que estar de acuerdo con don Miguel de Unamuno, bilbaíno de nacimiento y republicano de convicción, además de un reputado filósofo y escritor de la Generación del 98, cuando expresó: “el nacionalismo es la chifladura de escoltados echados a perder por indigestiones de mala historia”.
Y, más concretamente, sobre el nacionalismo catalán cuando afirmaba: “petulante vanidad de un pueblo que se cree oprimido”.
Yo no sé si es legal, constitucional y hasta moral concederles la independencia, pero cuando una región o comunidad lo solicita reiteradamente y con tanta insistencia y vehemencia, a pesar de que todos los países del mundo tienden a la globalización y ellos a la disgregación, a lo mejor es que están en lo cierto.
Yo solicitaría y me uniría a una cadena humana de todos los demás españoles para reivindicar lo que ellos quieren y que lo consigan. Seguro que sería bastante más larga y compacta que la del día 11 en Cataluña.
No sé si es una chiquillada por mi parte lo que acabo de proponer, pero es que ya cansan…
