Juan Ramón Rico. La vida de una persona está marcada-habitualmente- por sus padres y maestros. Los que desde muy pequeños hemos crecido con un equipo y unidos a un deporte tan apasionante como es el baloncesto, sumamos la figura del «Entrenador”.
Yo he tenido ejemplos a seguir en la familia y fuera de ella y el deporte me da y me dió lo mejor de personas magistrales que han construido y construyen la realidad y la calidad del baloncesto que hoy conocemos y disfrutan nuestros hijos en las pistas y canchas de juego -sin lugar a dudas- el aula de valores tras las clases.
Con 14 años conocí a uno de los padres del baloncesto en Huelva y Palos. Eran años difíciles donde era complicado tener equipo para jugar y mucho más que te dejaran hacerlo si no pertenecías a una élite familiar o colegio en particular. Eran los tiempos de las niñas del Huelva 76, el San Jorge, Madre de Dios, Atalaya, Maristas, Salesianos. Tiempos en los que conocimos la figura de Antonio Quintero, el duro entrenador, que año tras año, a pesar de las desigualdades económicas y de ayuda que recibía por parte de las instituciones, se alzaba con triunfos a nivel provincial con jugadores de toda la provincia y capital que buscaba y cuidaba a lo largo de toda una vida.
Toda una vida fue lo que Antonio dedicó al deporte provincial, al palermo en particular, y apasionadamente al baloncesto de los dragones de Palos que llenan las pistas de la Ciudad Deportiva de Palos de la Frontera, -posiblemente- el mejor ejemplo de espacio deportivo de toda Andalucía, bajo el diseño y cariño de Antonio Quintero y todos y cada uno de los concejales de Deportes de la cuidad colombina.
Palos de la Frontera exportó baloncesto de élite durante décadas y en la actualidad es un ejemplo de escuela, calidad y competitividad en Andalucía. Antonio nunca gustaba de homenajes ni reconocimientos, pero tuvo algunos, y nos reuníamos en torno a su persona como un imán cuando aparecía por las pistas y pabellones.
A pesar de su enfermedad, no faltó a los encuentros claves del Baloncesto Palos, entrenado por su pupila aventajada -Celes Vizcaíno y dirigido, en la actualidad, por destacados jugadores de la escuela de Palos, entrenados desde su infancia por Antonio. Tampoco faltó a los partidos clasificatorios de su Escuela Municipal, los Dragones de Palos, que año tras año suman premios y trofeos a las vitrinas del deporte local.
Claro que se le debe mucho, que sin él, nada será igual, que las ganas no serán las mismas, que sus discípulos y miles de jugadores que ha educado para la vida y la pasión del baloncesto no serán tan «letales” como antes, que el baloncesto y el deporte en Palos añorarán su fácil gestión, su generosa entrega, su visión a largo plazo, su capacidad de aglutinar lo mejor y a los mejores en torno a la educación deportiva de los niños palermos…
Y es que, a pesar de su larga lucha y del amor de su familia y amigos, Antonio Quintero nos ha dejado y con él se van demasiados buenos momentos,
demasiados éxitos obtenidos y por llegar,
demasiados esfuerzos para los demás,
demasiada pasión por el deporte de calle y barrio para todos,
demasiados amigos, jugadores y entrenadores formados bajo su estela,
demasiados proyectos en marcha por ejecutar,
demasiada e inmensa la tristeza que nos deja el mejor y mayor entrenador de Dragones de Palos de todos los tiempos.
3 comentarios en «Hasta siempre, Entrenador»
Tus buenos recuerdos siempre te harán presente.
Cada palabra, escrita, pensada y sentida de este gran escritor y mejor persona, las firmo, Antonio Quintero, era un maestro, del baloncesto y también de la vida, muchos no lo olvidaremos mientras nos lo permita la memoria y la vida.
Amigo, maestro ésto sin ti, será parecido, pero nunca igual.
A diferencia del resto, puedo decir claramente que no fue mi amigo,no. El muy … era el entrenador de los equipos que ganaban al mío. Mi amistad con su hermano Salvi nos unió . Siempre lo admiré por su carácter y tablas en las pistas. Según mi otro gran amigo, Pedro Pozuelo, el mejor entrenador que tuvo.
Desde algún lado, él y Enrique estarán dirigiendo a los suyos.