Carlos Arroyo. En el año 1994 vio la luz este onubense, al que la afición taurina le viene de familia. Hijo de un padre novillero, piensa que siendo humilde puede llegar a las metas que se ha propuesto.
– ¿Qué te impulsó a ser torero?
– Una vez me puse delante de una becerra en el campo, con el matador de toros Emilio Silvera, y a partir de ahí me empezó a gustar, y comencé los entrenamientos.
– ¿Qué significa para tí torear en la Feria de tu ciudad?
– Para mí significa mucho, significa demostrar a la gente el torero que soy, que estoy ahí, que puedo ser torero. Voy a poner todo de mi parte para que la gente disfrute y que salgan hablando de mí.
– ¿Sientes mucha presión?
– Presión siempre hay, pero se intenta ir relajado y torear lo mejor posible. Si la presión te puede, al final no salen bien las cosas.
– ¿Cómo se define tu tauromaquia?
– No está bien que yo lo diga, pero soy un torero que me gusta el toreo bueno, torear bien, y asentar los pies y quedarme quieto.
– ¿Te miras en alguna figura del toreo actual?
– No tengo un espejo claro, pero me gustan muchos detalles de muchos toreros. El Juli, Manzanares, Talavante, me encanta Morante, José Tomás, Perera. Hay muchos toreros que me gustan mucho, pero un espejo claro no tengo.