Ana Rodríguez. Iban a irse de viaje a Filipinas, pero cambiaron de opinión. Casi sin planearlo, los onubenses Moncho Fernández y Augusto Chávez han vivido la aventura de sus vidas, tras embarcarse cinco meses en un galeón español del siglo XVII, el conocido Galeón Andalucía, y cruzar el Atlántico rumbo a tierras hispanoamericanas.
Emulando la gesta colombina, han disfrutado de un viaje lleno de sorpresas y nuevas sensaciones, sintiéndose durante semanas los protagonistas de una hazaña épica y descubridora.
Todo comenzó cuando el Galeón Andalucía se estaba construyendo en los astilleros de Punta Umbría, allá por 2009. Por aquel entonces, Augusto comenzó a trabajar de carpintero y, “tras dos años arrimando el hombro, me gané un puesto en la tripulación e hice el viaje inaugural a Shangai”, Exposición Universal en la que el navío, cuyos muebles también se elaboraron en Huelva, en Valverde del Camino, se convirtió en embajador de la Comunidad Autónoma andaluza.
A finales de 2012, Moncho y Augusto, compañeros de trabajo en El Mosquito de Punta Umbría, se planteaban marcharse de viaje tras las fiestas navideñas : “teníamos pensado irnos a Filipinas, pero al final cambiamos la mochila y el avión por el barco”. La Fundación Nao Victoria, entidad que gestiona el Galeón, buscaba tripulantes para la embarcación que, convertida en centro de interpretación itinerante, iba a realizar una gira por Hispanoamérica con motivo del bicentenario de la Constitución española, explicando el contenido de la Carta Magna de 1812 y su proyección en los países americanos.
El 3 de enero embarcaron en Barcelona rumbo a Palma de Mallorca, donde comenzó la auténtica aventura. La estancia en la isla fue de lo más divertida, pues en este tiempo se convirtieron en extras de un anuncio para una marca de ron americana que tenía por escenario el propio Galeón.
Tras quitarse el disfraz de piratas que exigía el guión, hicieron escala en Santa Cruz de Tenerife para luego continuar hacia el Caribe. Durante 17 días lo único que vieron fue la inmensidad del océano. Ni teléfonos, ni televisión, ni Internet… sólo el mar. Como recuerda Moncho, “cada día era un regalo, amanecer en medio del océano con la vela abierta. Es una experiencia muy positiva, un cambio muy grande. Te ves fuera de la cuadrícula que tenemos en tierra y en una semana te olvidas de dónde vienes y sólo ves el cielo, el barco y el agua. Tus únicas preocupaciones son dormir, comer y trabajar. Es una vida sencilla y maravillosa”.
¡Y vaya si tuvieron que trabajar! Junto al resto de la tripulación, compuesta por 38 personas, hombres y mujeres, la mayoría andaluces -además de Moncho y Augusto también había otros onubenses- y de edades comprendidas entre los 21 y los 74 años, se encargaban del continuo mantenimiento del Galeón, desde dar aceite al barco de proa a popa a trabajos de carpintería, haciendo las piezas de madera para sustituir a las que se estropeaban, pasando por las labores domésticas de cocinar, limpiar… sin hablar de las guardias.
Durante la navegación, el personal se dividía en tres grupos, trabajando cuatro horas y descansando ocho, rotando los turnos cada 15 días. El tiempo libre en el mar lo empleaban organizando cursos de todo tipo: submarinismo, cabullería (cómo hacer nudos), radiotelecomunicación en alta mar, etc.
La convivencia en la embarcación era muy buena, como explica Augusto, “se vive mucho el compañerismo, el compartir, se hace todo muy intenso y se coge confianza y cariño en cuestión de días”. Y no es para menos, durmiendo todos juntos en pasillos de literas empotradas en la propia pared del Galeón se pierde intimidad y se hace imprescindible “ser sociable y saber convivir”.
Durante las jornadas en alta mar no estuvieron solos… tuvieron la compañía de unos hermosos delfines grises y también de ballenas, que nos les perdieron la pista durante unos tres días.
El 22 de febrero, tras 17 días de buenos vientos y grandes olas de popa, el Galeón alcanzó la capital de la República Dominicana, Santo Domingo, donde abrió sus cubiertas al público para que pudieran visitar la exposición sobre ‘La Pepa’. “Estuvimos 10 días en Santo Domingo, un puerto muy importante para España porque fue la primera residencia de Cristóbal Colón en ‘Las Indias’”, comenta Augusto.
En puerto, la tripulación se ponía sus mejores galas y hacía de guía turístico para las visitas al navío, resolviendo dudas sobre la exposición y sobre lo relacionado con el barco. Además, en tierra la organización cambiaba y los turnos eran de 24 horas con un posterior descanso de dos días. En esos días libres, los onubenses visitaron la Casa de Cristóbal Colón y el Museo de Arqueología Subacuática “que abrieron para nosotros y hasta nos dejaron tocar las piezas”. Además, el Galeón volvió a convertirse durante su atraque en la República Dominicana en un escenario, esta vez de un programa televisivo llamado ‘Geishas’, un tipo ‘Sálvame’ español en el que Augusto y Moncho se lo pasaron bomba.
El 6 de marzo, la embarcación hacía su entrada triunfal en su segunda parada en tierras hispanas: San Juan de Puerto Rico. Al divisar el Galeón, las Hermanas Siervas de María, que tienen su convento al lado del Fuerte de San Felipe del Morro, recibieron a los tripulantes como héroes, ondeando la bandera de España, una tradición que se repite con cada barco español que entra en el puerto de San Juan desde que la ciudad era una colonia.
Aquí el barco también se mostró al público, siendo el mismísimo cónsul general de España, Eduardo Garrigues López-Chicheri, el encargado de recibir a los marineros y abrir la muestra. No faltaron las recepciones, como la que organizaron en honor a la visita del Galeón en la Casa de España de San Juan; ni tampoco recreaciones de los astilleros del ejército español apostados en el viejo San Juan con actores caracterizados con uniformes de la época; sin olvidar la escapada a la playa de Isla Culebra, donde los tripulantes pudieron contemplar un tanque de la II Guerra Mundial, “aunque cerraron la playa poco después de estar nosotros allí porque aún había minas”, señala Moncho.
Por su parte, Augusto pone de relieve que “los sitios donde hemos estado, sobre todo Puerto Rico, son increíbles. Nos han acogido con mucho cariño, además llegar con el Galeón, que mucha gente creía que no navegaba, es distinto a hacerlo como un turista normal. Nos ven como unos aventureros, te invitan a sus casas, eso te hace sentir muy bien y te hacen ver lo que supuso la hazaña del descubrimiento”.
En San Juan pasaron 25 días y de allí salieron el 2 de abril con destino Miami, donde fueron conmemorando el V aniversario del Descubrimiento de La Florida por parte de explorador Juan Ponce de León en 1513. Para ello, en la cubierta de artillería colocaron una nueva exposición, esta vez sobre los exploradores españoles en La Florida y las influencias entre ambas tierras.
De Miami, nuestros onubenses se volvieron en avión de regreso a España, pero el Galeón prosiguió su recorrido rumbo a Puerto Cañaveral, Fort Lauderdale y San Agustín, donde permanecerá hasta finales de este mes de junio.
Ya de vuelta en Huelva, Augusto afirma que echa mucho de menos la vida en el mar y que volverá a embarcarse en cuanto pueda porque “hay que tirarse, hay que perseguir los sueños”. Mientras, el marinero más inexperto, Moncho, confiesa que el viaje “ha superado todas mis expectativas. Te da mucho que pensar, te pones en la piel de esos hombres que se embarcaron en 1492 y dices ¿cómo lo hicieron? ¡fueron unos valientes!”, valientes como ellos dos, que se lanzaron a la aventura y han vivido de primera mano la histórica gesta descubridora.
1 comentario en «Dos onubenses emulan la gesta de Colón y cruzan el Atlántico a bordo del Galeón Andalucía»
SOIS DOS TIPOS ¡¡¡ FENOMENALES !!!
ENHORABUENA POR HABER VIVIDO ESA EXPERIENCIA TAN BONITA Y POR SABER VIVIR LA VIDA.
ABRAZOS FUERTES PARA LOS DOS.
Fernando