P. P. O. El Campillo CF ha sellado esta temporada el billete al que aspiraba en el año del retorno a Regional Preferente, el que da derecho a permanecer en el tren de la máxima competición del fútbol provincial. Los hombres de José María Coronado lo han logrado con creces, en una campaña en la que, incluso, llegaron a manejar números, si no de campeón, sí de favorito. Por momentos, hasta dejó de ser una utopía el asalto a la cabeza, a los puestos de la gloria, ya fueran los del ascenso directo o la tercera plaza, la de la consolación del play-off hacia Primera Andaluza. Optar a ella ya era un éxito en sí mismo para las huestes salvocheanas.
El curso, en consecuencia, para enmarcar, porque la escuadra blanquiazul continuará un año más en la categoría en la que tanto brilló en aquella no tan lejana década de los 90 y en los albores del presente siglo XXI, cuando era presidido por quien hoy da nombre a su campo, el ya desaparecido Francisco Valero Rojas. Lo hará, ya no desde la cola de un recién llegado, sino desde los vagones centrales, donde la sitúan los 52 puntos y su asentamiento en la mitad de la tabla, con un colchón de 18 puntos sobre un abismo con el que jamás coqueteó, el fantasma del descenso.
El Campillo CF asentó el éxito en un arranque de la segunda vuelta demoledor. El conjunto minero firmó una tarjeta de presentación de 18 puntos en las ocho primeras jornadas de la reanudación del campeonato. Un ritmo que sólo igualaba el todopoderoso Mazagón, el que a la postre se consolidaría como el firme dominador de la tabla y con el que los blanquiazules habrían compartido liderato de haber comenzado la Liga en el ecuador. La estela de esa racha todavía llegaba más atrás en el horizonte.
Se remontaba hasta la jornada 16, el origen de una cadena de resultados que, con ocho triunfos, un empate y tres derrotas, dejó en el zurrón salvocheano 25 puntos de 36 posibles. Los pupilos de José María Coronado sumaban así ya los 42 puntos que, salvo vientos excepcionales, marcan la frontera, cada temporada, entre el ser o el no ser.
No fue un espejismo en medio de la travesía por el desierto que suele asolar a quienes acaban de ganarse el derecho a militar en una categoría superior. Tras una salida dubitativa de tres derrotas y sólo un triunfo en los primeros compromisos ligueros, el Campillo CF acumuló cuatro victorias consecutivas reforzadas luego por un empate que le colocó quinto en la clasificación. El miedo quedaba desterrado. La salvación dejaba de ser un sueño, y codearse con el grupo de los elegidos ya no era una meta tan inaccesible. De hecho, no se renunciaba a ello. Eso sí, paso a paso, sin presión, pues no era ésa la obligación.
La recta final, con el objetivo cumplido, era un paseo, una oportunidad para disfrutar del paisaje, de los campos de la máxima categoría del fútbol provincial. Sólo quedaba la certificación matemática de lo que ya todos sabían. Había once partidos por delante que se saldaron con un balance de siete derrotas, un empate y tres victorias, la última, épica, con una remontada en el último suspiro para doblegar al Cruceño por 4-3 sobre el césped artificial del Francisco Valero Rojas. El mejor broche a una temporada que el club minero cierra con 52 puntos (16 triunfos, cuatro empates y 18 derrotas), 69 goles a favor y 68 en contra. Sobresaliente cum laude.