Ana Rodríguez. La provincia de Huelva vive estos días una de sus fiestas más importantes a nivel internacional, la romería del Rocío. Un evento de trascendencia insospechada que congrega en esta aldea almonteña a miles de personas que, desde innumerables puntos geográficos, acuden a la localidad onubense para pasar unos días de convivencia, fiesta y, por supuesto, devoción al origen de todo el evento, la Blanca Paloma.
Romeros y peregrinos preparan con tesón todos los enseres que necesitarán durante estas jornadas, desde la vestimenta hasta el alojamiento, pasando por la comida, transporte, etc. Las hermandades filiales afrontan sus caminos y velan por el bienestar de sus hermanos y acompañantes sin olvidar a otros grandes protagonistas que las ac0mpañan por las arenas, los animales de tracción. Caballos, mulos, burros, bueyes cumplen una tarea importante en estos desplazamientos y requieren también de cuidados y atenciones.
En este punto entra en acción el servicio veterinario de las hermandades, un área bastante desconocida y que suele pasar desapercibida de cara al público. Trabajan ‘en la sombra’, estando siempre presentes para resolver los problema que surjan y evitar cualquier tipo de sufrimiento a los animales.
Álvaro Ramos-Neble, el veterinario que este año acompaña a la Hermandad de Emigrantes, señala que los incidentes más habituales en estos casos son los resbalones, pequeños traumatismos, patadas entre los mismos mulos o las agujetas. «Los animales y las personas tenemos los mismos problemas, cuando andamos mucho o hacemos mucho ejercicio y no estamos acostumbrados luego nos duele todo el cuerpo. En estos casos de cansancio, a los animales les damos electrolitos en polvo que sería algo así como Aquarius para ellos», relata el joven.
Desde su salida el pasado miércoles, 15 de mayo, de Huelva capital, Emigrantes no ha tenido que echar mucho mano de su servicio veterinario. Según el profesional, «tuvimos un mulo que resbaló y cayó al suelo, pero que luego se levantó sin lesiones; otro que al salir la Hermandad se cayó también y se partió el labio, a ése lo curamos y le hemos hecho un seguimiento para ver cómo evolucionaba la herida y otro más con un cólico, aunque ya se ha recuperado».
Asimismo, un mulo del Simpecado empezó a cojear, probablemente debido a que hizo un movimiento brusco al engancharlo, y tuvo que ser retirado del camino en La Suelta ocupando otro su lugar.
Esta labor silenciosa de los veterinarios permite el correcto discurrir de las comitivas y evita mucho sufrimiento a los animales, que son atendidos rápidamente cuando tienen un percance.
Afortunadamente, hasta ahora todo discurre sin mayores complicaciones en la mayoría de las hermandades, pero siempre es un alivio saber que estos profesionales están ahí velando por la salud de estos tractores de cuatro patas.