Ramón Llanes. Acudimos a diario a la vida con esa ingenua curiosidad de los niños, nos sorprendemos del amanecer y del relato natural del día; nuestra preocupación se refiere mucho al devenir de los fenómenos atmosféricos que nos marcan pautas de bienestar y comportamiento; somos tierra, agua, fuego, aire, somos universo en toda la extensión del concepto.
Pero nuestra sociedad está convulsa, desproporcionadamente convulsa, está inquieta, herida, perdida, sofocada; está en una especie de depuración que genera todos estos conflictos de malestar. Hasta aquí habíamos llegado más o menos indemnes, ahora, de pronto, somos más vulnerables, menos fornidos; somos la milésima energía de aquello que la situación nos demanda para hacerle frente a este ciclón antinatural que nos presenta batalla.
Pocas veces en la historia las clases menos acomodadas han tomado posiciones de rebeldía frente al acomodamiento social que les haya provocado tanta instrumentación negativa, ahora sí, ahora somos los pobres quienes hemos tomado iniciativa general de conciencia y de obra. Las consignas del mayo francés están inherentes en aquella generación y en las posteriores, los poderes son cada vez menos responsables y cada vez más incapaces de garantizar los derechos y los progresos.
La clase media – empobrecida, denostada y sacudida como ninguna- ha gritado para suspender los abusos y ha puesto un límite negro a tanto desaguisado. La próxima actitud no será tan afable, la exigencia es mayor cada minuto que pase sin respuesta, el pulso propuesto es la rebeldía actual de los pobres que observan cómo se les conminan a engaños, mentiras y farsas que los poderosos inventan para impedir la estimulación de todas las libertades en una sociedad de conjunta convivencia de clases, gremios y estados.
Las llamadas clases más débiles se incorporan a la opinión y a la toma de decisiones pero con la dignidad por delante y exenta de falsos ritos, para incorporar a esta sociedad convulsa el aire fresco de la honestidad. Y podrá ser, sin duda.
1 comentario en «La rebelión de los pobres»
Amigo Ramón, me gusta tu artículo y estoy de acuerdo con tu opinión. Pero cuando los poetas sienten la necesidad de escribir, poniéndole voz a sus semejantes, analizando la situación actual de la sociedad en la que vive; esa sociedad está enferma.Y está enferma, pienso, en lo más profundo de su ser social: en la ÉTICA QUE ES LA ESTÉTICA DE LA VIDA.