María Antonia Moreno. La orden de las religiosas pertenecientes a la Comunidad de Hermanas de la Cruz es muy querida en la ciudad de Ayamonte. La casa donde residen las hermanas se encuentra situada en el centro urbano de la ciudad, próxima a la plaza de la Laguna y al Ayuntamiento. El cenobio fue construido en el siglo XVII, gracias a la voluntad y generosidad del matrimonio conformado por Alonso González Palacio e Isabel de Zamora.
El convento titulado en su origen de Nuetra Señora de la Limpia Concepción y del Señor San Ildefonso fue ocupado en un primer momento por religiosas clarisas. Sin embargo, la orden franciscana se debilitó durante la centuria decimonónica, llegando incluso las religiosas, a tener que abandonar el edificio y a trasladar su residencia a la ciudad de Moguer. Tras el regreso de la comunidad, la situación continuaba siendo insostenible, por lo que finalmente el inmueble fue ocupado por una nueva comunidad, la de Hermanas de la Cruz. La nueva orden pudo instalarse en nuestra ciudad gracias a la asistencia y colaboración desinteresada de la familia García.
Las “hijas” de Santa Ángela de la Cruz se instalaron en el edificio en 1878 y desde entonces han estado trabajando en beneficio de los más necesitados de la ciudad. La cocina económica, en la que ofrecían raciones de alimentos a los más necesitados y las actividades educativas concedidas a niñas y a jóvenes fueron algunas de las acciones que desarrollaron las religiosas en el Ayamonte de finales del siglo XIX y de primeras décadas del siglo XX.
En nuestra ciudad, durante la Semana Santa, las hermandades transcurren durante su itinerario por la fachada del convento de las Hermanas de la Cruz, donde las religiosas vislumbran los esplendorosos cortejos. Las marchas se suceden y la plaza de Santa Ángela suele ser uno de los lugares más recomendados para observar las estaciones de las cofradías.
Este año, durante el triduo y el besamanos concedido a Nuestro Señor de Pasión, la junta de gobierno de la que se conoce como Hermandad de Excombatientes, en homenaje a las religiosas, ha revestido al Señor de Pasión con un rudo hábito, realizado con esmero por una de sus entregadas hermanas y conformado con el mismo tejido con el que en la actualidad cubren sus cuerpos las religiosas del convento. Durante el triduo y el besamanos celebrado el pasado sábado 16 de marzo, la bella y proporcionada imagen del ayamontino León Ortega sobrecogió a los fieles por la sencillez y a la vez, majestuosidad que desprendía.
