Sonrisa sanadora

Juan García Muñoz. En poco más de un año han fallecido tres seres queridos, ya de bastante edad. Mi madre y mis dos suegros se nos han adelantado. Hemos estado muy cerca de ellos en sus largas estancias en  hospitales, los dos de Huelva y una clínica en Barcelona. Tengo muchas vivencias de este tiempo pasado junto a ellos. Hoy quiero fijarme en una que me ayudó a contemplar la vida con otros ojos, y a ser más generoso y compasivo.

En uno de los hospitales (Infanta Elena) dejamos constancia por escrito de lo agradecida que estaba la familia por el trato recibido de médicos, enfermeras, auxiliares, limpiadoras, celadores. Fue un gesto que nos parecía normal. En el Juan Ramón Jiménez no dejamos constancia por escrito de nuestra gratitud, pero sentimos lo mismo.


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Durante días yo veía cómo les brillaban los ojos a los tres  abuelos cuando entraba aquella enfermera con ese trato especial.  No era la misma, claro está. Pero cada una, con su estilo, transmitía ternura y cariño. No solo estaban  cumpliendo con su trabajo, no solo eran profesionales sino  que se les veía un plus “vocacional”. Vivian el dolor ajeno como propio.  Y cuando no venían, bien que preguntaban por ellas y sobre todo por la chica cuidadora de la noche.  Siempre he creído  que solo se transmite lo que se vive dentro, en lo más profundo. Eso se llama compasión.  Que es más de lo que pensamos al oír esta palabra. Os remito a un comentario que hice en mi blog hace días.

“Ser compasivo es igual que padecer con. Allí donde perdamos el aire de la compasión, de la ternura, nos quedaremos sin respiro. Amar con ternura es dar valor a los pequeños detalles de acogida, de proximidad, de caricia, de compañía. Con una visita apropiada, un paseo compartido, una sonrisa fresca, una mirada sentida… curamos.


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Hay que recuperar el encuentro personal, la escucha larga y desinteresada, el encuentro gratuito que encuentra y se deja encontrar. Ampliar los espacios de comunicación, donde esos encuentros sencillos y cotidianos pueden ser celebrados como don gratuito de algo más que un «¿como estas?» y donde la fragilidad puede contenerse (no dejéis de venir mañana, nos pide una enferma con sida). Hay sufrimientos que nos hacen indestructibles si compartimos ternura”.

1 comentario en «Sonrisa sanadora»

  1. Estimado Juan:
    Este es el testimonio de tu experiencia positiva y es justo lo que has hecho pero no conoces otras, por ejemplo, la que vivimos con nuestros mayores.
    Lo importante es la responsabilidad de todos los profesionales en todos los campos y no cómo nos fue a unos con unos muy buenos.
    Si no hay enamoramiento en el desempeño de la profesión no hay disfrute durante el trabajo diario, debido a ello, ya todo se hace de mala gana y las consecuencias negativas afectan a los usuarios, en este caso a los enfermos.
    Lo importante sería que no tuviéramos que hablar de los responsables y de los irresponsables y entonces nunca tendríamos que dejar constancia escrita de las quejas o de los halagos en los libros de los centros.
    Gracias por tu testimonio y, lo más importante para mí, porque siempre me haces meditar sobre temas candentes de la vida bajo la influencia de nuestro sentir cristiano-católico.
    Saludos.

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