Elisabeth Méndez. Siempre hay puertas cerradas a la espera de que alguien las abra y descubra toda la magia que se esconde en su interior. Una de esas puertas fue abierta en 1996 en Moguer, cuando un grupo de padres de niños discapacitados, que veían que sus hijos se quedaban desamparados una vez finalizada su etapa escolar, ya que por sus condiciones y discapacidades no podían acudir al instituto como el resto de sus compañeros, decidieron unirse y crear una asociación en la que poder dar la formación necesaria que este colectivo requería.
Así surge la asociación de Jóvenes Especiales de Moguer ‘Abriendo Puertas’, un proyecto solidario, referente en la comarca de Huelva, puesto en marcha para atender las necesidades de aprendizaje de estos niños y crearles hábitos normales de vida, dotándoles así de una mayor autonomía e independencia.
Con los años, esta asociación evoluciona muy positivamente, dando como resultado en 2005 la creación de un Centro Especial de Empleo (CEE), pensado para dar trabajo a un colectivo social con dificultades a la hora de acceder al mercado laboral, como es el caso de estas personas con algún tipo de discapacidad. Gracias a esta iniciativa, este colectivo, dotado de un encanto especial, se siente útil al tener una vida muy similar a la del resto de personas con las que conviven.
La labor que realizan en el taller es la de poner alfombrillas y pegatinas a los envases que, posteriormente, se llevarán a las cooperativas agrarias para la recolección de frutas. Un proceso necesario dentro de un sector altamente desarrollado en esta zona, como es el de las fresas y los frutos rojos.
Con este fin, Abriendo Puertas da trabajo hoy día a 9 personas discapacitadas, procedentes de Moguer y Lucena del Puerto, quienes además de sus labores formativas, aprenden a defenderse en el día a día, tal y como nos dice la profesora de especiales y de apoyo en el taller, Mariló Dominguez, “en la asociación no solo aprenden las labores correspondientes a su trabajo, sino que también se le enseña cosas esenciales, como hacerse el desayuno, por lo que además de crearles hábitos laborales, aprenden a defenderse en la vida diaria, algo imprescindible ya que están acostumbrados a que en su casa siempre se le ha puesto todo por delante”.
Además de las que están trabajando, en el taller también se les da formación a otras personas para que adquieran la autonomía necesaria que se requiere para poder tener un contrato como trabajador.
En cuanto a la evolución del taller de empleo en sus siete años de funcionamiento, Mariló nos comenta como gracias a la autonomía adquirida por ellos, el ritmo de trabajo es cada vez mucho más rápido. “Todos saben cuál es su labor, qué es lo que tienen que hacer. Por ejemplo, mientras que todos desayunan, hay dos que se encargan de revisar que en las cajas haya sábanas para poner a las tarrinas y de traer cajas llenas y llevarse las vacías. No hay que decirles nada, ellos solo se quedan revisando y cuando terminan se unen al resto para desayunar.
Por su parte, el gerente de la asociación, Raúl Custodio, nos habla con entusiasmo sobre el talante de estas personas, “tienen una motivación e ilusión por su trabajo alucinante. Se sienten parte importante de la sociedad por la labor que desarrollan. Además, si las comparamos con personas en su misma situación, el hecho de estar en la asociación las hace más habilidosas, mas responsables y autónomas”.
Para Raúl, quien lleva más de un año como gerente de Abriendo Puertas, el trabajo con estas personas es algo “muy gratificante a nivel personal. Es muy bonito ver como ellos casi siempre ven el lado más optimista de las cosas, están continuamente luchando por ellos y por la asociación”.
Esta asociación, afectada actualmente por la crisis general que asola España, realiza diversas actividades durante el año con el objetivo de obtener fondos económicos, como desfiles, chocolatadas en navidad, certámenes flamencos, etc, además de contar con la labor de los numerosos voluntarios que colaboran durante todo el año de forma desinteresada.