Cotas de felicidad

Juan Manuel Seisdedos. El diario El Mundo del 4 de noviembre pasado publicó un informe de la Universidad de Columbia sobre las cotas de felicidad en el planeta. Los tres primeros puestos corresponden a Costa Rica, Vietnam y Colombia; países de estructura política diferente, pero muy alejados de los desarrollos económicos e industriales que parecen ser la zanahoria que ponen ante nuestras narices esas entidades sin rostro que nos cabalgan para dirigirnos por donde les conviene. Para quienes tenemos parecidos sueños de cómo podría ser el mundo y las relaciones entre las personas, este informe es una buena noticia porque avala una determinada forma de entender la vida.

Ghandi decía que la tierra tiene recursos para satisfacer las necesidades de todo el mundo, pero no la codicia de todo el mundo. No sé si esta observación la realizó el gran hombre a ojos de buen cubero o está basada en algún estudio científico. En cualquier caso, uno se sorprende ingenuamente de que la ciencia no haya solucionado ya, o al menos paliado, la vieja historia del sufrimiento que soportan la mayoría de los habitantes de la tierra. Los maravillosos logros de la tecnología en medicina, en comunicación, en alimentación y en tantos otros aspectos, no llegan a los pobladores del llamado tercer mundo. Pero a juzgar por la encuesta que da origen a esta divagación, los países económicamente más ricos no son por ello los más felices.

Y uno vuelve a pensar ingenuamente que quizás la bondad de esta encuesta, aparte de que ya de por sí resulta esperanzador que alguien se preocupe por estas cosas, consista en que esas entidades que controlan nuestras democracias sin pasar por la urnas, consideren rentable organizar la sociedad de forma diferente; no ya por solidaridad, que no está ni se la espera, sino por la obtención de mayor bienestar y seguridad y, por lo tanto, de más consumidores contentos y de más  negocio.