Roque Rodríguez. La penúltima sesión de semifinales tuvo un remarcado acento puntumbrieño. Abrió Ayamonte, continuaron dos de la capital y toda la segunda parte fue para el Carnaval de la Luz. De la importancia de nuestro concurso, da muestras el discurrir de los que por ella pasan. Los jóvenes de la comparsa El paraíso se les notó el compromiso. Mejor en letras y música que en interpretación, dignísimo pase.
La Peña La Colombina se jactó del cariño que le sigue procesando a Huelva. Los balas perdía, ni son unos balas ni están perdios. Tras la bajada del telón Pillin (uno de sus componentes) reiteraba el orgullo de pertenecer a una peña, (que según el) año tras año hacen reír, y eso no hay jurado que lo empañe.
Comparsa Los torpes Huelva. Cada vez son más los “lenguas largas” que tienen que claudicar con Iván Giraldo. El pasado día 4 se proclamaron por méritos propios, como buque insignia, de las comparsas capitalinas. De haber un concurso local, estos estarían por encima del puesto segundo.
Llegó el turno para Un caballero loco, y abrió la segunda parte y el recital puntumbrieño. Ya no se puede escribir mejor, ni decir las cosas con tanto gusto, ocurra lo que ocurra, (según el jurado), cuando miro este grupo, veo a gentes que llevan la humildad por bandera.
Los hermanos Rodríguez murga. Interpretar, cantar, hacer reír y no horterizar el tipo es su sello. A poco que el jurado quede cautivado por el olorcillo a perritos y hamburguesas, los Rodríguez, podrían dar el campanazo.
Los que levantaron la cabeza. Esta comparsa ha demostrado todo lo que es, y lo bien que lo hacen en sus dos pases. A priori casi nadie apostaba por ellos, pero ahora han cambiado las tornas y ya cuentan para todos. Dentro del paquete de los sacrificados, seria injusto verlos. Volver a la gloria es su recompensa.