Nerva entierra al último soldado de la División Azul

Placa conmemorativa en memoria de Antonio Villar.
Nerva entierra al soldado
Nerva entierra al soldado Antonio Villar Barranco 75 años después.

Juan Carlos León Brázquez. Los restos del soldado Antonio Villar Barranco han regresado a su localidad natal casi a los 75 años de su desaparición en la gélida Rusia de 1943, gracias a la labor de la Asociación de Desaparecidos en Rusia (ADR), empeñada en traer a España los restos de los soldados españoles muertos en la URSS durante II Guerra Mundial, tanto de la División Azul como de los republicanos españoles que combatieron en el Ejército Rojo. Desde 1998 realizan expediciones para localizar enterramientos, tanto en cementerios, en fosas o, como es el caso del soldado nervense, en olvidadas trincheras de los frentes de combate.

En una sencilla ceremonia en el cementerio nervense, con la presencia de un nutrido grupo de la ADR, venido de Madrid, Toledo, Jérez, Córdoba y Huelva, junto al artífice de que los restos vuelvan a Nerva, Juan Francisco Román –que recibió una placa de agradecimiento de la ADR- y algunos representantes políticos del Ayuntamiento, se ofició una ceremonia religiosa en el propio cementerio antes de dar sepultura a los restos del soldado nervense llegados desde un convento de Toledo, que los ha custodiado desde que hace algo más de un año fueron repatriados.


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El acto tuvo lugar en el cementerio de Nerva.
El acto tuvo lugar en el cementerio de Nerva.

El comandante Francisco Cabrera destaca el acto humanitario de la ceremonia, tras agradecer al Ayuntamiento el acogimiento de los restos y el entierro digno que se le ha dispensado, “ya que para que nosotros podamos traer a un soldado español enterrado en Rusia, se necesita que lo reclame alguna institución o algún miembro de la familia y en este caso no hemos encontrado a ningún pariente vivo y ha sido el Ayuntamiento el que nos ha facilitado el nicho y la reclamación oficial para poderlo traer a España. Sus padres murieron sin saber nada de él, ya que se dio por desaparecido en febrero de 1943, tras la batalla de Krasny Bor, en los arrabales de Leningrado”. En aquella batalla murieron en un solo día 1.500 españoles, tras sufrir la embestida de más de 40.000 soldados soviéticos en la Operación Estrella Polar, que trataba de romper el cerco a Leningrado (actual San Petersburgo), hasta el punto de que los restos del soldado nervense fueron casualmente descubiertos, en 2014, junto a otros cuatro miembros de su pelotón en una trinchera defensiva y han podido ser identificados gracias a su número de placa.

Antonio Villar ya es el segundo soldado onubense de la División Azul que regresa a su tierra, tras hacerlo en el año 2000 el teniente Gómez Marín, de Valverde del Camino.


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Placa conmemorativa en memoria de Antonio Villar.
Placa conmemorativa en memoria de Antonio Villar.

Antonio Villar había nacido en Nerva en 1920, en la antigua calle Doctor Lucientes, siendo que su hermano gemelo murió al nacer, no teniendo sus padres más hijos. Estaba de soldado de reemplazo en el acuartelamiento de artillería de Sevilla cuando se incorporó, ante la falta de falangistas voluntarios y la recluta del Ministerio del Ejército, al segundo relevo de la DEV que Franco envió a Rusia en 1942, sin que se conozcan más datos sobre sus motivaciones y circunstancias.

El 10 febrero de 1943 se le da por desaparecido hasta que en 2014 una asociación de jóvenes rusos voluntarios descubre los cinco cuerpos semienterrados en una olvidada trinchera del frente. “Nosotros –dice Fernando Garrido, vicepresidente y uno de los fundadores de la ADR- pudimos identificar a tres de los muertos y traerlos a España en 2016. Dos fueron reclamados y entregados a sus familiares, mientras que Antonio Villar, al no encontrarse ningún familiar, fue el Ayuntamiento de Nerva el que hizo oficialmente la reclamación y por eso ahora hemos podido enterrarlo con dignidad. Tras identificarlo estuvo en la iglesia católica de Pushkin, cerca de San Petersburgo, gracias a los dos sacerdotes españoles que la llevan, y al llegar a España estuvo en un convento de Toledo hasta ahora que lo hemos traído a Nerva. Los restos de los otros dos soldados no identificados se encuentran en el cementerio de Pankovka (Novgorodk), a 200 kilómetros de San Petersburgo”.

Allí se encuentran unos 2.500 españoles, la mayoría identificados, a la espera de alguna reclamación para traerlos a España, “entre ellos otros cuatro nervenses: el cabo Ignacio Guerrero Vidarte y los soldados José Otero Martín, José Flores Morales y José Sánchez Navarro, de los que tampoco hemos encontrado familiares que puedan reclamarlos. Creo que una solución, tras la reclamación de sus cuerpos sería enterrarlos juntos en uno o dos nichos”. La Asociación ya ha conseguido repatriar a 50 españoles, siendo que preparan para la próxima semana la repatriación de otros tres soldados, todos de la División Azul, si bien Fernando Garrido insiste en que también buscan a soldados del Ejército Rojo caídos en combate y de hecho repatriaron a un soldado republicano asturiano, cuyos restos entregaron a la familia.

Representantes del Ayuntamiento de Nerva y de la Asociación de Desaparecidos en Rusia en el último adiós al soldado nervense.
Representantes del Ayuntamiento de Nerva y de la Asociación de Desaparecidos en Rusia en el último adiós al soldado nervense.

Solo de la División Española de Voluntarios, más conocida como la División Azul, convertida en la 250 División de la Wehrmacht (la Spanische Division), murieron en Rusia unos 200 soldados onubenses, que se vieron obligados a combatir en unas condiciones extremas, ya que estuvieron mal equipados para soportar el terrible frío del invierno ruso y mal armados, con armamento ligero frente a las poderosas divisiones pesadas soviéticas, hasta el punto de que el propio jefe de la División Azul, el general Emilio Esteban Infantes, que sustituyó al general Agustín Muñoz Grandes, llegó a decir que el servicio en Rusia se había convertido “no en un honor, sino en un castigo”.

La película Silencio en la nieve, dirigida en 2011 por Gerardo Herrero, e interpretada por Juan Diego Botto y Carmelo Gómez, se ubica en la batalla de Krasny Bor, en la que murió el soldado nervense. La BBC calificó aquella batalla como la tumba de la División Azul, si bien los rusos en su ofensiva perdieron casi 9.000 soldados y no lograron todos sus objetivos. La fuerza expedicionaria española, primero al mando del general Muñoz Grandes y después del general Esteban Infantes, la formaron en conjunto a lo largo de la guerra cerca de 50.000 hombres, hasta que en octubre de 1943 Franco ordenó el regreso de toda la División, si bien se formó la Legión Española de Voluntarios, con unos 2.500 efectivos que siguió combatiendo con el Ejército alemán.

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