A.R.E. Llegó a Valverde del Camino hace más de 20 años, después de haber recorrido medio mundo. Desde entonces, Eduardo Polonio García-Camba, uno de los pioneros de la música electroacústica en España, crea sus obras en un estudio que montó nada más aterrizar en esta localidad onubense, donde vive muy tranquilo y puede dar rienda suelta a su impulso creativo.
La trayectoria de este madrileño es impresionante. Ha publicado en torno a medio centenar de discos y es creador de 150 obras electroacústicas difundidas en todo el planeta. Y es que Polonio, autodidacta y amante de la música desde niño, supo ver en esta otra forma de interpretar música clásica un campo con mucho potencial y, algo más allá, la manera en que mejor era capaz de expresarse.
Eduardo se sacó el título de profesor de Composición en el Real Conservatorio de Música de Madrid y luego continuó su formación acudiendo a los Cursos de Verano de Darmstadt y realizando una estancia, becado por la Fundación Juan March, en el Instituto de Psicoacústica y Música Electrónica de la Universidad de Gante. En 1967 realizó su primera obra electroacústica, un cortometraje de Javier Aguirre, y en 1970 su composición Rabelaisiennes fue seleccionada para participar en el Concurso del Festival Gaudeamus. Ya por entonces, Polonio apostaba por la utilización de medios electroacústicos en sus creaciones, así como por integrar en las mismas elementos visuales.
También formó el madrileño parte del grupo Koan, trabajó en el Laboratorio Alea de Madrid y fue miembro del grupo Alea Música Electrónica Libre, la primera formación española de música electroacústica en directo. Asimismo, en 1976, mismo año en que se trasladó a Barcelona para integrarse en el Laboratorio Phonos, lanzó It, un álbum que ha sido considerado la primera publicación discográfica de música electrónica de España.
En la capital catalana co-organizó el Festival Sis Dies d’Art Actual, centrado en los multimedia; fue fundador y miembro de Multimúsica, un grupo especializado en música electroacústica en vivo y fundó, junto a otros autores, la Asociación de Música Electroacústica de España, entidad que presidió durante seis años.
Pero Polonio nunca ha parado de crear. Música acompañada de performances, instalaciones, vídeo-instalaciones, espectáculos lumínicos, esculturas sonoras, diapositivas, imágenes, espectáculo con vídeo multicanal… la obra de este músico y artista es tan amplia que sería imposible enumerar ahora todas las que ha llevado a cabo en su extensa trayectoria, y en las que ha contado con infinidad de colaboradores, como Rafael Santamaría, Ferrán García Sevilla, Carles Pujol, Toni Rueda, Santiago Torralba y un largo etcétera.
Sí cabe destacar que Eduardo es el artífice de bandas sonoras de vídeos y películas como Voz (2001) o Dispersión de la luz (2005), así como de tres óperas electroacústicas: Uno es el Cubo · fantasía kepleriana en cinco sólidos perfectos, Dulce mal y Ritmos de vidrio roto.
Por otro lado, el madrileño posee el Magistraterium del Gran Premio Internacional de Música Electroacústica de Bourges, de cuya Academia es miembro, y ha participado en numerosos festivales y grupos (Trivio, Cremunute, etc.)
En 1996, cuando se instaló en Valverde, fundó su estudio de música electroacústica en este municipio, que bautizó como Diáfano, y creó la Asociación Creación Musical y Nuevas Tecnologías. Pero, ¿qué hizo que este artista cambiara la cosmopolita Barcelona por la provincia de Huelva? Él mismo nos lo cuenta:
– Eduardo, ¿por qué se instaló en 1996 en Valverde del Camino?
– Tenía aquí un hijo y decidí venirme para acá. Fue un cambio importante, pero Barcelona ya me cansaba bastante, es una ciudad muy grande, demasiadas cosas que hacer y, al final, acababa en casa encerrado trabajando. Volviendo a Andalucía recuperé una serie de cosas, calidad de vida. Me apetecía vivir en el campo y, además, ahora con Internet da igual donde estés, y los aviones salen de todas partes.
– ¿Cómo es su vida aquí?
– Cuando llegué, hace 20 años, adquirí una nave independiente de 80 metros cuadrados donde puse mi estudio. Sigo mi vida normal de conciertos, conferencias, cursos en universidades… prácticamente lo que venía haciendo antes, aunque ya no viajo mucho fuera de España. Lo único que cambió un poco es que en Barcelona había muchas asociaciones que organizaban actividades y aquí no. Entonces creé la Asociación Creación Musical y Nuevas Tecnologías y tomé contacto con la Junta de Andalucía. Empecé a organizar un Festival en Huelva, ‘Confluencias, arte y tecnología al borde del milenio’. Luego puse en marcha el Concurso Internacional de Miniaturas Electroacústicas, del que se editaron varios CDs con obras de todo el mundo. Más tarde, el Congreso Internacional de Música y Tecnologías Contemporáneas de la Universidad de Sevilla, del que se celebraron dos ediciones. Finalmente, las cuestiones políticas dieron un cambio y todos los proyectos se vinieron abajo.
– ¿Entonces ahora está sólo centrado en la creación?
– Bueno, también me llaman para impartir clases magistrales, como la que daré en junio en la Universidad Autónoma de Madrid. En noviembre ofreceré una charla en Málaga, en el Festival Punto de Encuentro, y suelo colaborar con la Fundación Katarina Gurska de Madrid. Por otro lado, la movida cultural ha bajado bastante en cuanto a conciertos, actividades, etc. Hay dinero para todo menos para la cultura.
– Cuando echa la vista atrás, ¿qué balance hace de su carrera?
– De mis trabajos no tocaría nada. Una vez que hago la obra, ya está hecha y punto. Otros siempre retocan, hacen nuevas versiones, pero yo soy más como un pintor, que cuando termina el cuadro lo cuelga y ahí se queda. En cuanto a las conclusiones que saco… me he tenido que dedicar a esto ¡porque no sé hacer otra cosa! Yo quería ser ingeniero de sonido, descubrí la acústica y me apasionó, pero después cayó en mis manos un libro de solfeo. Yo era pequeño, me lo estudié y me encantó. Veía que era muy lógico y matemático, esas combinaciones de duraciones y alturas, y a mí me gustaban mucho las matemáticas. Entonces quise ser músico, compositor. Tan claro lo tenía que el día que tenía que hacer el examen de ingreso en Telecomunicaciones me fui al cine.
La verdad es que me lo he pasado muy bien, y me lo sigo pasando muy bien, haciendo música. Como en todo, siempre hay una parte farragosa, aburrida, como es preparar materiales en bruto, que es algo muy rutinario, no es tan divertido como luego componer. Es como el cocinero, que se lo pasa bien en su cocina con todos los ingredientes a mano, pero le resulta más aburrido y menos creativo tener que hacer la comprar. Yo me lo paso bien con el trabajo creativo, ¡es una gozada estar en el estudio! Siempre tienes obstáculos y trabas, pero cuando la obra está hecha sientes un gran bienestar y luego la das a conocer y, si a alguien le gusta estupendo. Si no, también. Gustos hay para todo.
– En la electroacústica empezó de manera autodidacta, porque en aquella época no había llegado a España ese tipo de música, ¿no es así?
– Sí, empecé en la electroacústica de manera autodidacta en el Conservatorio. Tenía amigos con grupos de teatro independiente, como Los Goliardos, que me pedían música para sus piezas de teatro. En mi casa tenía un piano y un magnetófono muy malo y yo hacía música y lo grababa con el magnetófono. Luego cortaba la cinta, la pegaba, le daba la vuelta, cambiaba la velocidad… hacía montajes elementales. En 1966 descubrí el estudio Alea en Madrid y empecé a grabar y hacer cosas con ellos. También me concedieron una beca para ir a la Universidad de Gante y allí ya entré en contacto con el mundo de la electroacústica. Más tarde fui a festivales de danza en Europa y me compraba los discos fuera de España porque aquí no existían. Así se fue cociendo la historia.
Componía de todo y poco a poco hice más música parecida a la que se hacía entonces en Europa, música de la postguerra. Tengo obras de aquella época, muchas. Hasta el año 70 hice mucha música instrumental y ahí me di cuenta de que lo mío era la electroacústica. No me veía toda mi vida haciendo obras instrumentales.
– El año pasado presentó el DVD 1+1=1. Música imaginada en el Festival Contenedores. Hábleme de este trabajo.
– Es el resultado de 25 años de colaboración con Santiago Torralba, fotógrafo y artista de vídeo. Después de un cuarto de siglo de conciertos y espectáculos, decidimos editar un DVD con los vídeos más recientes y pedimos ayuda a la Fundación SGAE para ello. El trabajo tiene una duración de cinco horas y en él siempre va la imagen acompañada de música electroacústica. A veces la imagen es más tradicional o real y otras más abstracta, como en el cine experimental o el videoarte.
– También ha publicado una antología en los últimos tiempos si no me equivoco.
– Hace dos años presenté una antología. En 1998 hice una edición antológica de cinco CDs con un libro, pero hasta 2014 habían pasado unos años, muchas obras, y decidí hacer otra edición más actualizada, añadiendo incluso obras antiquísimas, del 69 o antes, para dar una visión amplia de estos 45 años. En esta antología -consta de 10 horas de música en dos DVD más un libro- se ve la evolución de mi obra. Uno va evolucionando, cambiando cosas. Algo más o menos permanece, como un sello de fábrica, pero luego vas haciendo diferentes cosas.
– En la actualidad, ¿tiene mercado la electroacústica?
– La electroacústica está bien de salud, la lástima es que no está normalizada. Hay festivales, pero no se incluye dentro de las programaciones con todas las otras músicas, lo cual no tiene mucho sentido. Pienso que se puede escuchar una pieza de Mozart y, a continuación, una obra electroacústica. Si al publico no se le da a escuchar, no se habitúa, no se familiariza y le resulta raro. En el arte, parece que la música tiene que ser la misma que en los tiempos de Mozart. Ha cambiado la literatura, la pintura, ¡todo! Pero es más difícil que la gente acepte ese cambio en la música porque es un arte basado en el tiempo, hay que dedicar un tiempo a escuchar una canción, cosa que con la pintura no pasa. Cada vez tenemos menos tiempo y el oído poco acostumbrado a la música. En España hay una falta de educación musical desde la niñez y ahora, encima, cuando se ha conseguido que se dé música en Bachillerato, se le dedica poco tiempo y luego lo quitan. Una cosa que es un recreo, un gozo para el espíritu, no interesa. Interesa lo material.
– Por último Eduardo, ¿qué proyectos tiene ahora entre manos?
– Pues sigo colaborando con Santiago Torralba. Estamos con otro trabajo nuevo, otro vídeo nuevo.
Muchas gracias y ¡suerte con ese nuevo vídeo!
3 comentarios en «Eduardo Polonio, un pionero de la electroacústica afincado en Valverde del Camino»
Un «Grande» en todos los sentidos, de persona y de tamaño…saludos
Una maravillosa persona y un buen amigo de sus amigos.
Hola Eduardo Polonio, soy Pedro Leon que vivió un tiempo en el Carré Mirallers en casa de Cristina y ella estuvo hace un tiempo por mi casa en Tenerife y te recordamos mucho enredado en tus tubos y ruidos te mando mi email a ver si nos comunicamos!!