Antonio Delgado Pinto. Aprovechando el reciente estreno de la película ‘El arma del engaño’, dedicaremos el presente capítulo de Huelva desconocida a cinco hitos militares en nuestra provincia: los cañones de Puebla de Guzmán y los de Niebla, el poco conocido polvorín de Peguerillas, los búnkeres de Mazagón y, cómo no, el hombre que nunca existió: el mayor William Martin, el cadáver que consiguió cambiar el curso de la segunda guerra mundial.
Cuando hace un par de semanas leí que se estrenaba una nueva película sobre el mayor William Martin, no podía suponer que una gran producción de esas características quedaría tan mal parada en algunos aspectos, principalmente en los que se relacionan con nuestra provincia, parte decisiva de la historia.
El mayor William Martin fue un cadáver que consiguió cambiar el curso de la segunda guerra mundial. Quizás se mereciera, por parte de sus paisanos (los productores de esta reciente película), que al menos las localizaciones se hubiesen filmado donde en realidad ocurrieron. La playa de poca arena, de bastantes barcas y rodeada de montañas que los productores eligieron para rodar en Málaga nada tiene que ver con los arenales extensos de las playas paradisíacas que tenemos entre El Portil y Punta Umbría, lugar donde en realidad apareció el cuerpo la madrugada del 30 de abril de 1943; las localizaciones de Málaga capital son muy diferentes a las que en verdad vieron pasar el cuerpo de William Martin en nuestra ciudad; el cementerio que puede verse en la pantalla no se parece en nada al de La Soledad, de Huelva…
Además, poco se dice del forense onubense Eduardo Fernández del Torno, encargado de realizar la autopsia, cuyo papel en la treta hubiese sido crucial si los alemanes hubiesen confiado en su parecer sobre la fecha de fallecimiento del cadáver. Nada que ver por tanto con la realidad acaecida en aquel lejano 1943 o con el largometraje filmado en 1956 por Ronald Neame, en el que (a pesar de su presupuesto posiblemente mucho más bajo que la producción actual) se contó con los escenarios originales de Huelva y sus playas para localizar las tomas que ocurrieron aquí.
1 WILLIAM MARTIN, EL CADÁVER QUE CAMBIÓ LA HISTORIA
La historia del mayor William Martin es la historia del engaño bélico más espectacular de todos los tiempos. Ocurrido en las playas de La Bota y en nuestra capital, fue una treta salida de la mente de Ewen Montagu, miembro del M-15 británico.
José María Segovia, Diego Lopa, Jesús Copeiro, Enrique Nielsen y el propio Ewen Montagu, entre otros, han escrito mucho sobre Mincemeat (Carne Picada), una operación militar en la que tanto el M-15 como la Abwehr alemana fueron protagonistas, con la Huelva de 1943 y su nutrida colonia británica como telón de fondo. En la actualidad y después de sus múltiples peripecias, Glyndwr Michael, verdadero nombre de William Martin, sigue descansando para siempre en paz en el cementerio de La Soledad.
2 CAÑONES DE PUEBLA DE GUZMÁN
Ingenieros militares de renombre diseñaron en Puebla de Guzmán fortines, cuarteles, polvorines y baluartes durante los siglos XVII y XVIII, fortificaciones de las que poco queda en la actualidad, si no es el magnífico torreón y algún pabellón adosado a la iglesia.
La historia de este pueblo ha estado ligada durante bastante tiempo a las reiteradas guerras fronterizas contra la vecina Portugal. También la Guerra de Sucesión Española del siglo XVIII y, en menor medida, la Guerra de la Independencia, a principios del XIX, tuvieron en Puebla de Guzmán uno de sus escenarios. Estos cañones que dan acceso a la escalinata de la Iglesia Parroquial de la Santa Cruz son sin duda testigos de primera mano de los siglos de continuos avatares bélicos que tuvieron lugar en estas tierras andevaleñas.
3 POLVORÍN DE PEGUERILLAS
Poco sabemos sobre estos depósitos militares de explosivos que están en la isla de Cuartos, tal como se llamaba en los mapas más antiguos. Un cable aéreo comunicaba este lugar con la estación de tren de Peguerillas, en la vía ferroviaria de Huelva-Zafra. El conjunto de edificios se completaba con un depósito de municiones, construido a trescientos metros al sureste del polvorín, de los que aún se ven restos de muros y cimientos, y los llamados edificios nuevos, cerca del comienzo del cable aéreo en Peguerillas y de la casa del guarda, también en completa ruina hoy día. Además, el conjunto se completaba con un pequeño muelle al sur, en el canal de Honda, justo donde hoy día hay un atracadero nuevo.
A pesar de que en los escasos documentos que he podido encontrar se asegura que el cable aéreo media algo menos de un kilómetro, la separación entre el lugar donde se iniciaba este y el polvorín es en realidad de algo más de un kilómetro y medio, por lo que probablemente las medidas documentadas no son por completo exactas. Tampoco he podido encontrar ninguno de los soportes de obra donde se ubicaban las torretas metálicas que, según algunas publicaciones, aún se conservan.
4 CAÑONES DE NIEBLA
Los tres cañones de distintas épocas que podemos ver en la ciudad de Niebla fueron donados por la Academia de Artillería en 1993. Sendas placas explicativas nos dicen que fueron fabricados en Trubia (Asturias) y Sevilla. Además, cada una de las placas especifica el año de fabricación, el calibre y el tipo de armamento.
El cañón de menor tamaño, pero paradójicamente el que parece tener mayor peso, es un obús de plaza y sitio, fabricado en Sevilla en 1882 en bronce comprimido, tal como aparece grabado en la parte trasera del cañón; de sistema Mata, tiene un calibre de 21 centímetros.
Los otros dos, ambos dotados de ruedas, son obuses de tiro rápido, de sistema Schneider, fabricados en 1917.
Independientemente de estas tres armas de gran calibre, no sería ocioso dejar constancia que numerosos estudios avalan a Niebla como primer escenario europeo donde se utilizó por primera vez la pólvora con fines militares.
5 BÚNKERES DE MAZAGÓN
Los búnkeres de Mazagón y Malandar son una parte importante de la cadena de defensas que se construyó en el litoral andaluz a principios y mediados de los años cuarenta del siglo pasado. Hasta un total de seis búnkeres se levantaron en las playas de Mazagón. De ellos, tres están en zona militar, uno se intentó volar incomprensiblemente hace unos años y estos dos, que traemos hoy a estas páginas, que se ubican en el bosque de pinos que limita al norte la avenida de los Conquistadores.
Mi reciente visita a estos dos únicos búnkeres que sobreviven en lugar público me dejó una imagen bastante penosa: tanto el interior como el exterior están inundados de basuras y de roedores. Restos de ropa y alimentos, colchones y muebles nos dan idea de que hasta no hace mucho han servido como viviendas a okupas de diverso pelaje.