Antonio José Martínez Navarro. En diversas ocasiones se ha escrito sobre don Ignacio Noguer Carmona. Pero siempre se ha estudiado su vida desde la trayectoria o los diversos pasos que tuvo que dar para alcanzar sus diversos cargos en los Obispados de Guadix y Huelva. A nadie se le ha ocurrido profundizar detenidamente en las circunstancias de su vida privada, aquella que don Ignacio ha dedicado a Dios por verdadera vocación.
Quiero intentar llenar esta laguna resumiendo algunos detalles de la existencia de nuestro Obispo emérito, datos inéditos que han sido tomados gracias a la amabilidad y benevolencia de este ilustre religioso.
Don Ignacio Noguer Carmona nació en Sevilla el día 13 de enero de 1931 en la calle Aponte, calle ubicada en pleno centro de la capital hispalense. Fueron sus padres José María Noguer Medina, hijo de los Palacios, y, en sus últimas décadas laborales, encargado de unos almacenes de Tejidos que se situaban en la Plaza del Duque, y Rosario Carmona Quiles, su madre, nacida en La Cartuja, ya que su padre era un empleado importante de La Cartuja y allí tenían su residencia familiar.
Su madre se dedicaba a las labores propias de la casa y tuvo nueve hijos. Don Ignacio fue el penúltimo de sus hermanos. Había nacido cuando fenecía la Monarquía. Meses más tarde sonarían las trompetas jubilosas de la II República española. La familia vivía feliz en sus primeros años: Ignacio era miembro de una prole numerosa, modesta, sí, pero no pobre. Si bien no se puede decir que vivieran con lujo, tampoco pasaban hambre.
Todo marchaba estupendamente cuando el destino cruel se interpuso en sus destinos. Su madre perdió a dos hijos y una hija por accidentes. A José María, su hermano, un tranvía le dio un golpe mortal y su madre fue testigo del cruel atropello; otra hermana murió de enfermedad en el Puerto de Santa María…
Don Ignacio siempre ha considerado que la guerra civil ha formado parte de una línea fronteriza entre dos períodos de su propia historia. Recuerda que vivía en un barrio, Heliópolis, muy cercano a Tablada. Y como en este último punto existía una Base Aérea, inaugurada en 1920 por el rey Alfonso XIII, esto le daba unas connotaciones muy peligrosas a la zona que la circundaba. Y como Tablada era pieza importante en el tablero militar los ataques contra la Base menudearon. Es más, en su casa cayó una bomba que, afortunadamente, no mató a nadie, cosa que no ocurrió con otras que cayeron en su barrio y causaron algunas víctimas.
En aquellas dos casas, la de la calle Aponte y la del heterogéneo barrio de Heliópolis, cercano al original punto militar de Tablada, se compendian los recuerdos de los primeros años del pequeño Ignacio, y a su fantasía se le antojaba ver en ellas algo así como el símbolo de su existencia. La primera llena de malos recuerdos para los padres (de los que él escuchó comentarios a lo largo de su niñez) y, la segunda, donde se le abría un mundo de esperanza espiritual. Pero, continuemos el breve bosquejo biográfico.
Al niño Ignacio le tiraba el estudio más que otras aficiones lúdicas. Además, su rapidez de comprensión, su excelente memoria, su verbosidad y desparpajo, que en los exámenes significaban lucimiento del alumno, hicieron de él un alumno que prometía tener un futuro muy halagüeño en la cuestión de estudios.
Siendo muy niño fue, en unión de otros niños de su edad, al Seminario donde estuvo nada más que año y medio porque, al año siguiente, se puso enfermo, lo tuvieron que operar de amígdalas y cuando se recuperó ya había perdido el curso y ya no volvió al Seminario. La llamada de Dios se dio posiblemente por el citado motivo. El Bachillerato lo estudió un año en los Salesianos y los seis restantes en los Maristas y, al terminar este nivel y la Reválida se matriculó en la Facultad de Medicina.
Había acabado con toda clase de plácemes el primer año de Medicina, cuando intervino el azar y se enteró que un compañero que había tenido en el Colegio, que se llamaba Carlos Rodríguez Baena, había ingresado en el Seminario. Se acercó a hablar con él y en el citado Seminario se encontró, después de que hubiera transcurrido ocho o diez años, de que allí había otros condiscípulos del Seminario. Le preguntó a Carlos Rodríguez por qué nunca había dicho nada de su regreso al Seminario, le pidió consejo en aquella hora de suprema sinceridad. Carlos le contestó que deseaba ser sacerdote, le abrió su corazón de par en par y le explicó los motivos por los que quería ser cura: ser sacerdote era una cosa muy noble eso de entregarse a los demás. Al poco tiempo de esta entrevista el joven Ignacio tomó enérgicamente todos los hilos a favor y en contra de su futuro como sacerdote y se hizo una pregunta: ¿Por qué yo no…? Aconsejado por un sacerdote muy amigo, que además era médico, dejó la carrera de Medicina e ingresó en el Seminario de San Telmo dentro del movimiento vocacionista juvenil “Obviam Christo”.
Los estudios de Latín y Filosofía que había realizado en el Bachillerato le vinieron muy bien en el Seminario, le evitaron, sin duda, muchos inconvenientes. El joven Ignacio no es sólo un buen filósofo, sino que lleva incorporado a su saber sus adelantos en el latín. Posee agudeza especial para estas asignaturas. Y comienza, en 1951, cinco años de sacrificios, de lucha, de esfuerzo. Un avance de cada día sobre al anterior en su afán de ser sacerdote. Ni un instante de desmayo en su aspiración de aprobar las restantes materias de su carrera eclesiástica.
El día 17 de junio de 1956 anunciábase un espléndido día. Desde las siete de la mañana el sol penetraba por todos los espacios de la Catedral de Sevilla y sus reflejos semejaban a las rojas llamas de un incendio. La muchedumbre se había precipitado ávida de contemplar la ceremonia. Don José María Bueno Monreal, Arzobispo de Sevilla, fue el encargado de ordenar a los diversos sacerdotes entre los que se encontraba el joven Ignacio, cuyo semblante irradiaba una santa alegría. “Seré un sacerdote consagrado a mis fieles –se decía, mostrando al desnudo su corazón sediento de cariño”.
En la “Hoja del Lunes” sevillana, 18 de junio de 1956, Sección religiosa, se daba la noticia de que la Iglesia, en la diócesis hispalense, contaba con una nutrida cohorte de religiosos:
<<Ayer fueron ordenados en unión de otros menores por el arzobispo administrador apostólico.
Ayer mañana, en el trascoro de la Catedral, se celebró la solemne ceremonia de conferir órdenes sagradas por el señor Arzobispo Administrador Apostólico, Dr. Bueno Monreal, a veintiún presbíteros, cifra hace tiempo no conocida en nuestra Archidiócesis, lo cual indica los nuevos frutos de nuestro Seminario Pontificio.
Asimismo fueron ordenados dos diáconos, diecisiete subdiáconos, veintisiete de acolitados y exorcialiados y cuatro de menores.
La ceremonia tuvo lugar en el trascoro, adornado de tapices, y ante el altar se veneraba una devota imagen de Jesús Crucificado. El señor Arzobispo fue auxiliado por el señor chantre de presbítero asistente, y de dos capitulares de vestuarios, guiados todos por el directo r de ceremonias, señor Gallegos.
Numerosos fieles asistieron a la importante ceremonia, que fue presidida por el señor Rector del Seminario y profesorado actuando en los minutos musicales la Escolanía, dirigida por el canónigo, primer organista, don Ángel de Urrelay.
Los nuevos sacerdotes con que cuenta desde ayer nuestra Archidiócesis son los siguientes, a los que deseamos un fecundo apostolado para el mayor servicio de Dios y de la Iglesia Hispalense:
Don José María Álvarez Benítez, don Francisco Álvarez Hurtado, don Antonio Cabezas Moya, don Casimiro Calvo Zapata, don Andrés Cárdenas Dorantes, don Luis Díaz y Díaz, don Francisco Garrido Luceño, don Diego Fernández de la Peña, don Manuel Gómez Sánchez, don Juan González Lagomasín, don Francisco González Porras, don José María Juárez Moreno, don Manuel Lora Pérez, don Manuel Mateos Gamito, don Antonio Mesa Jerez, don Ignacio Noguer Carmona, don Antonio María Ruejos García, don Sebastián Rodríguez Andrades, don Manuel Rodríguez Romero, don Rafael Valero y don Juan Vázquez López>>.
El primer destino donde fue enviado, a suplir a un compañero de la provincia de Córdoba, perteneciente a la Diócesis de Sevilla era Fuente Palmera, pequeña población de unas dos mil almas. Allí estuvo muy poco tiempo, ya que, de inmediato, el Sr. Arzobispo lo mandó a una parroquia de Sevilla a sustituir a otro compañero, mayor que él, que estaba preparando los exámenes de unos estudios. En esta Parroquia de Bellavista estuvo dos meses… Llegó septiembre y lo enviaron al Seminario de Sanlúcar de Barrameda que era el Seminario Menor de Sevilla en donde estuvo cuatro años y, a renglón seguido, pasó al Nuevo Seminario Menor de Pilas.
Al año de estar en el Seminario Menor fallece de repente su Rector, hijo de Zalamea la Real. El Sr. Cardenal le nombra nuevo Rector de aquella Casa, director del Colegio del Seminario y está cinco años de Rector. Aquella estancia le hace conocer un torbellino de publicaciones y temas culturales. A los cinco años le pidió el Sr. Cardenal que fuera Rector del Seminario Mayor de San Telmo y cinco años más tarde, 1971, cuando ya se había celebrado el Concilio, el Sr. Cardenal le hizo Vicario del Clero, cargo de reciente creación. En este punto, dejemos que sea el tomo V de la Gran Enciclopedia de Andalucía quien nos pormenorice, en un brevísimo bosquejo biográfico, sobre aquellos años:
<< Su vida pastoral se ha desarrollado al servicio del clero de Sevilla: primero, fue profesor y Superior en los seminarios Menores de Sanlúcar de Barrameda y de Pilas (1966-1971) y luego Rector de este último (1961-1966); seguidamente, rector del Seminario Mayor de San Telmo (1966-1971), y por último, director del Secretariado de Acción sacerdotal (1971-1973) y vicario episcopal del Clero. En función de estos cargos, ha recorrido repetidas veces la Diócesis entera multiplicando los contactos personales con los sacerdotes y ocupándose de su atención espiritual y material.
Ha participado en múltiples reuniones nacionales y cursos especializados en relación con su campo pastoral y en 1971 fue elegido por el Clero de Sevilla para representarlo en la Asamblea conjunta Obispos-Sacerdotes…>>.
En aquella misión de cuidar del clero en nombre del Prelado y ser idóneo puente entre los sacerdotes y el Cardenal estuvo cuatro años. En esta nueva labor debía conocer a los sacerdotes de su Diócesis y enterarse de sus necesidades, si las hubiera, para poder remediarlas según las posibilidades del Arzobispado. Para lo cual el joven dignatario, olvidándose de incomodidades y molestias, se dedicó a visitar y conocer personalmente todas y cada una de las parroquias de su extenso territorio que comprendía miles de kilómetros cuadrados. Y lo hizo a fondo y metódicamente. Por eso, primero recibía información, y después se desplazaba él y procuraba poner remedio a lo que debía ser mejorado y fomentar lo que había de bueno.De inmediato se fue a estudiar a la Universidad ubicada en Roma, curso 1975-1976 y, al volver, de la Ciudad Eterna es nombrado Obispo de Guadix-Baza. Corría el día de gracia del 17 de octubre de 1976…
Su predecesor en Guadix había sido don Antonio Dorado Soto.
En Guadix permaneció quince años, aunque debemos señalar que no estuvo en este período de tiempo en la citada Diócesis granadina, ya que si bien el Santo Padre lo había nombrado Obispo coadjutor de don Rafael González Moralejo, obispo que ya estaba muy mayor, él le solicitó al Papa, por una serie de circunstancias, que no lo quitara del cargo de Guadix todavía. Y desde el año 1990 hasta el año 1993, fecha en que se hizo cargo de la Diócesis de Huelva por jubilación de don Rafael González, estuvo yendo, todas las semanas, de Huelva a Guadix y viceversa atendiendo la Diócesis de Guadix con el propósito de resolver los asuntos pendientes en ella.
El viernes 16 de noviembre de 1990, a las siete de la tarde, tomaba posesión como obispocoadjutor de la Diócesis de Huelva en una solemne Eucaristía celebrada en la Santa Iglesia Catedral y presidida por el Prelado don Rafael González Moralejo. Sus primeras palabras pronunciadas por don Ignacio fueron las siguientes:
<<…Conozco Huelva, ya que en el tiempo en que fui seminarista sus sacerdotes en gran parte eran mis compañeros, porque se trataba de una sola Diócesis; eso me permitió conocer ya entonces el ambiente y las situaciones de Huelva. Las relaciones han sido constantes, no es que pueda presumir de conocer perfectamente esta Diócesis, la conozco globalmente, y sólo algunos de sus problemas…>>.
El acto religioso finalizó con un saludo de don Ignacio Noguer a todos los fieles presentes en la Santa Iglesia Catedral.
Aquel fue un acto muy emotivo. Las palabras de ambos Obispos, llenas de espíritu y de verdad, de continuidad y esperanza en su porvenir.… Huelva reanudaba su vida, a la que era digna después de más de veinticinco años de Obispado.
A partir de la citada fecha, ambos obispos fueron una misma persona para resolver en común todos los asuntos de la diócesis.
En junio de 1993 visita parte de la provincia onubense y la capital el Papa. El obispo coadjutor apareció muy poco, se mantuvo en un segundo término. Dos motivos incidieron a esta prelación: don Rafael González era el Obispo titular de Huelva y, además, era amigo personal de Juan Pablo II, ya que se habían relacionado en Roma en los años sesenta. Aquella visita fue se puede considerar maravillosa, muy positiva para nuestra capital, ya que por un día Huelva fue epicentro espiritual del mundo. Y aquello dio lugar a una cierta cercanía de don Ignacio con San Juan Pablo II, ya que cada vez que se acercaba a la Ciudad del Vaticano el Papa le preguntaba por la salud de don Rafael y se estableció una cierta comunicación entre el futuro San Juan Pablo II y el ya entonces obispo titular de Huelva.
El martes, 6 de julio de 1993, el diario “Huelva Información” informaba sobre la asistencia, en calidad de Presidente de la Comisión Episcopal dentro de la Confederación Episcopal de Migraciones, de don Ignacio:
<<El obispo coadjutor de Huelva, Ignacio Noguer Carmona intervendrá en las sesiones de la plenaria de la Conferencia Episcopal Española que se inician hoy en Madrid. Como presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones presentará el anteproyecto del documento “La pastoral de las migraciones en España ante la nueva situación” con el fin de que sea analizado y, si es aprobado, presentarlo en la próxima asamblea plenaria de noviembre.
La CCIV reunión de la Permanente comenzará con la lectura de los informes del secretario de la Conferencia, monseñor José Sánchez y del presidente de la misma, monseñor Elías Yanes.
La comisión permanente estudiará las conclusiones de la reunión de Glasgow (Gran Bretaña), de los pasados 17 al 20 de junio, en la que participó Monseñor Sánchez. En ella se estudió la declaración de los prelados de Inglaterra y Gales sobre “La aproximación anglicana a la Iglesia Católica como consecuencia de la decisión de la Iglesia de Inglaterra de ordenar mujeres”. Otro tema de gran interés será el proyecto de documento titulado “Consecuencias económico-sociales dela incorporación de España a la Comunidad Económica Europea. Valoración ética”, que será presentada por Monseñor Guix, presidente de la comisión episcopal de Pastoral Social. En la reunión también será analizado el sínodo de obispos a celebrarse en otoño de 1994 bajo el lema, “La vida consagrada y su función en la Iglesia y en el mundo”. Otros temas serán el estudio del proyecto de constitución de la Nueva Acción Católica, que integrará a los grupos de trabajo de los cristianos adultos; una reflexión sobre las consecuencias de la reciente visita de Juan Pablo II a España y el proyecto de acción pastoral para el trienio1993-1996 con el lema “Testigos de Cristo en medio de la Sociedad”>.
El viernes 12 de noviembre de 1993, en una emotiva ceremonia, se despedía de su cargo en la Diócesis don Rafael González. Al día siguiente Eduardo Sugrañes informaba en el diario “Huelva Información” del acto religioso:
<<…Mario Tagliaferri hizo llegar al obispo emérito de Huelva, González Moralejo, “la gratitud del Santo Padre, a quien durante veinticuatro años ha dedicado todos sus afanes pastorales en la diócesis”. Destacó que de los 40 años de existencia, “más de la mitad los ha vivido don Rafael, que se ha dedicado a ella sin reserva”. Destacó su celo pastoral, la creación de nuevas parroquias, su preocupación por las vocaciones, el afán por las catequesis y la religiosidad popular, fomentando los movimientos apostólicos.
Se consiguieron en este tiempo “grandes gozos espirituales y los últimos marcados por acontecimientos grandiosos”; así recordó los Congresos Marianos y como broche de oro la visita del Papa Juan Pablo II.
Ignacio Noguer Carmona sustituye a Rafael González Moralejo desde el pasado 27 de octubre como obispo de Huelva. Intervino ayer en la ceremonia religiosa para destacar que ahora “se cumplen 24 años de dedicación de don Rafael, de su saber y esfuerzo a la Diócesis”.
“Hoy –añadió- somos nosotros los que agradecemos el dilatado ministerio y entrega como amigo y pastor”. Manifestó que Rafael González ha sido un obispo que ha tenido confianza en el espíritu renovador de Huelva. “Ha amado a esta iglesia y ha sufrido con ella, para que vaya creciendo en el amor”. Recordó que tuvo siempre como tema urgen las vocaciones. “Hoy puede ver aquí a seminaristas de Huelva que muestran ya el camino del futuro”, apuntó. Ignacio Noguer dijo al obispo emérito que tuviera la seguridad de que “su herencia es valorada y recogida en estima”.
No quiso dejar pasar el momento para resaltar la importancia de su pontificado y recordó cómo se establecieron por su iniciativa pequeñas comunidades en la provincia. Igualmente se refirió a su interés por una educación cristiana.
No olvidó a los seglares en el reto de que “hemos de esforzarnos para que constituyan verdaderas comunidades vivas, para que aparezcan asociaciones que ofrezcan luz”. Por último, destacó la importancia de los Congresos Marianos y la visita del Papa que ha tenido lugar en su pontificado.
Al acto acudieron las autoridades locales, el alcalde de Huelva, Juan Ceada; presidente de la Diputación, Domingo Prieto; y presidente de la Audiencia, Ruperto Martínez, así como representantes de Hermandades y asociaciones religiosas>>.
La agenda de don Ignacio Noguer, en su primera Navidad como Obispo de Huelva, estuvo sumamente completa. Así, el viernes 24 de diciembre de 1993, comunicaba el diario “Huelva Información”:
<<Monseñor Ignacio Noguer Carmona pasará estas jornadas navideñas por vez primera como obispo de nuestra diócesis. Las celebraciones religiosas adquieren un lugar relevante en etas fechas tan claves en el mundo cristiano. La Misa del Gallo reunirá a un buen número de onubenses justo hoy a la medianoche.
Por lo que respecta al obispo onubense, el prelado quiere encontrarse en este día de Nochebuena con los ancianos de la Residencia “Virgen del Rocío”, más conocida como “Jesús Abandonado”, donde presidirá una concelebración eucarística a las diecisiete horas. Asimismo, Monseñor Noguer dará misa en el día de Navidad a las once horas en la Prisión provincial.
En otro estado de cosas, el anterior obispo de la diócesis, monseñor Rafael González Moralejo fue intervenido quirúrgicamente a principios de mes en la clínica “Blanca Paloma”, a causa de una hernia inguinal. Moralejo ha sido ya dado de alta y se recupera sin complicaciones>>.
La labor, el cariño y la unión con la provincia de don Ignacio Noguer fueron manifiestas. Recordemos una de sus visitas a El Cerro de Andévalo. El viernes 15 de julio de 1994 informaba el diario “Huelva Información” que había llegado a la citada ciudad, donde la Hermandad de San Benito Abad, junto a las autoridades eclesiásticas y civiles y los cerreños todos le demostraron a Monseñor Noguer Carmona el reconocimiento y el afecto que le profesaban, en aquel día de la festividad de San Benito.
Los años no pasan en balde y la salud de don Ignacio, duramente quebrantada, fue deteriorándose. Así la repetida fuente informativa publicaba el miércoles 26 de agosto de 1998 la siguiente noticia firmada por el periodista T. L.:
<<El obispo seguirá ingresado hasta que se le implante un nuevo marcapasos.
El obispo de Huelva, Ignacio Noguer Carmona, se encuentra aún ingresado en una clínica privada de Sevilla a la espera de que le sea implantado un marcapasos. Fuentes del Obispado han señalado que el estado del obispo no reviste gravedad, “No hay problemas de coronaria, se le va a poner un marcapasos para sostener el ritmo cardíaco”.
Noguer Carmona, que estaba delicado del corazón, se sintió indispuesto a primeros de este mes; tras serle realizados unos análisis en el hospital Juan Ramón Jiménez, los médicos determinaron que sería mejor ingresarlo en la clínica Sagrado Corazón, de la capital hispalense, donde se le implantó el marcapasos. En este centro permaneció unos días, al cabo de los cuales volvió a Huelva, pero a principios de la semana pasada se le detectó, en el hospital onubense, un problema técnico en el aparato, y los doctores vieron la necesidad de que ingresara de nuevo en esta clínica sevillana, donde actualmente se encuentra. Allí se lo quitaron y ahora está a la espera de que se resuelva el problema y pueda serle colocado el marcapasos.
Por otra parte, también a principios de mes fue ingresado en la clínica Blanca Paloma, el obispo emérito de Huelva, Rafael González Moralejo, fue dado de alta la mañana de ayer.
Moralejo se empezó a encontrar mal y se le trasladó a este centro. Las causas de su mal se le atribuyen a su avanzada edad: cuenta con ochenta y seis años>>.
No obstante, a pesar de los inconvenientes físicos, don Ignacio fue un hombre de acción. No cesaba de trabajar en pro de los feligreses de su Diócesis, de darles las posibilidades idóneas para su máximo desarrollo espiritual. Una prueba de esta actividad viene recogida en el diario “Huelva información” del miércoles 15 de septiembre de 1999, cuya Redacción dejaba la siguiente constancia:
<<El obispo de Huelva, Ignacio Noguer Carmona, ha realizado varios nombramientos entre el clero diocesano. Los nuevos párrocos son Antonio Martín Carrasco, de Nuestra Señora del Rocío de Huelva; Víctor Manuel Bermúdez Bermejo, de Trigueros; Miguel Fuentes Naranjo, de San Rafael Arcángel y administrador parroquial de San Francisco de Asís de Huelva; José Manuel Rodríguez Villanueva de Encinasola y administrador parroquial de Cumbres de San Bartolomé; y Antonio Cepeda Lepe, de Calañas y administrador parroquial de Silos de Calañas, la Zarza, el Perrunal y Sotiel Coronada.
Al igual han sido nombrados nuevos vicarios parroquiales, Álvaro Rodríguez Camacho, de Almonte, Wieslaw Marek Susz, de Aracena y administrador parroquial de Linares de la Sierra, Carboneras y Jabuguillo.
Francisco Echevarría Serrano ha sido nombrado director espiritual del seminario diocesano.
El obispo de Huelva también ha nombrado nuevos diáconos colaboradores, Francisco José Meyes Vizcaíno, lo será de las parroquias de Santiago Apóstol y María Auxiliadora de Bollullos Par del Condado. Manuel Sevillano Herrero, de las parroquias del Carmen y Santa María del Mar de Punta Umbría y Juan García García, de Santa Teresa de Jesús de Huelva>>.
A mediados de diciembre de 2000 don Ignacio sufre un golpe que le va a provocar la rotura de un hueso del empeine. Tiene que modificar su apretada agenda navideña. Antonio Piñero, redactor del diario “Huelva Información” nos da cuenta, en la edición del domingo 24 de diciembre de 2000, de ella:
<<El obispo de Huelva tenía, como es de suponer en fechas tan importantes, una apretada agenda para estos días, que el accidente que sufrió hace unos días va a transformar. Recordemos que el obispo sufrió un golpe que le provocó una pequeña herida y la rotura de un hueso del empeine.
El día 24, víspera de Navidad, Monseñor Ignacio Noguer Carmona, tenía previsto asistir sobre las seis de la tarde a una misa en la Residencia de Ancianos “Virgen del Rocío”, antigua Residencia de Jesús Abandonado, institución que se encuentra en la Carretera de Sevilla.
Allí se realiza tradicionalmente un acto prácticamente en familia, compartido por los residentes y empleados del centro. Esta celebración vespertina, que se realiza a imagen y semejanza de la Misa del Gallo iba también a ser oficiada por el obispo junto padre Félix, sacerdote que oficia las misas de los jueves en la residencia. A las doce de la noche, se celebra la tradicional Misa del Gallo en la catedral, en la que no es segura la presencia de monseñor Noguer.
El lunes, eso sí, oficiará como viene siendo habitual cada año, la llamada “misa del día” en la cárcel provincial de Huelva. La misa tendrá lugar a las diez y media de la mañana en el Pabellón Sociocultural del centro penitenciario.
En palabras de José Morales, párroco de Nuestra Señora de la Merced, el obispo se reserva para el día 6 de enero, día que puede considerarse trascendental, pues en esta fecha, con la Epifanía, se cierra el Año Jubilar.
También dentro de las celebraciones religiosas de estas fechas, es preciso destacar que este año la Hermandad de los Emigrantes celebrará la Misa del Gallo, algo que llena de satisfacción a los hermanos, pues es la primera vez que se oficia en la cofradía. La misa tendrá lugar en la capilla de la Casa Hermandad, en su sede del Paseo de las Palmeras>>.
El domingo 8 de enero de 2006 don Ignacio festejó el día de la Sagrada Familia junto a fieles y voluntarios de la parroquia de la Barriada del Torrejón que luchaban desde Cáritas y el Plan Integral Distrito V para aliviar los problemas económicos y evitar la marginación de sus vecinos.
Días antes de que cumpliera 75 años de edad Monseñor Noguer Carmona la noticia de su renuncia era abordada durante la reunión de la Asamblea ordinaria en la que se reunieron los diez obispos y Arzobispos de Andalucía, Ceuta y Melilla, celebrada en Córdoba en la Casa de la Espiritualidad de San Antonio. Y el mismo día en que cumplía la citada edad y tras varios problemas de salud que influyeron decisivamente en la aceptación de la citada renuncia por parte del Papa Benedicto XVI el Obispo de Huelva la anunciaba formalmente ante el Nuncio Papal.
Don José Vilaplana y don Ignacio Noguer eran amigos desde hacía años y hablaron de la sustitución del segundo en Valencia, durante el encuentro mundial de familias celebrado en los primeros meses de 2006 y al que acudió el Papa Benedicto XVI. En la citada fecha sólo ellos lo sabían y estuvieron hablando tranquilamente del asunto y volvieron varias veces más a hacerlo antes de que don José viniera a Huelva.
El viernes, 8 de septiembre de 2006, Monseñor Noguer Carmona se despedía de la Diócesis. Don Ignacio se encontró acompañado en su despedida como Obispo de Huelva, por la Comunidad cristiana; el rector, Francisco Martínez, el Alcalde, Pedro Rodríguez y el Teniente de Alcalde, Francisco Moro; el Subdelegado, Manuel Bago y la Vicepresidenta de la Diputación, Manuela Parralo; Autoridades militares y Cuerpos de Seguridad.
El Vicario general, Ildefonso Fernández Caballero destacó la labor dedicada a la Diócesis. Monseñor José Vilaplana, Obispo electo de Huelva, se unía al homenaje a Monseñor Noguer Carmona con un telegrama.
Don Ignacio sabía que el momento de la sustitución iba a llegar, lo sabía desde que presentó su renuncia en el mes de enero anterior, sin embargo, cuando llegó ese instante, se encontró con el corazón dividido y confundido.
El Obispo emérito continuó al mando de la Diócesis como Administrador Apostólico hasta la toma de posesión de don José Vilaplana que era entonces Obispo de Santander y llegaría a la capital andaluza en los primeros días de septiembre de 2006.
Siendo don Ignacio un volcán de actividad, tras su retiro no se quedaría dedicado al “dolce far niente”. Así, en una entrevista realizada a la prensa local, indicaba su proyecto de aprender a manejar el ordenador y acercase a la parroquia como un cura más.
El jueves 16 de noviembre de 2006, con motivo de la celebración del Día de la Provincia, la Corporación hizo entrega de las Medallas de Oro 2006 a personas y colectivos.
El acto fue celebrado en la Facultad de Derecho de la Onubense. Los homenajeados de este año fueron la Federación de Peñas del Recreativo, Bienes de Interés Cultural del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, Manuel Domínguez Martínez, Decano de Honor del Colegio de Economistas de Huelva, Comunidad de Herederos de Juan Ramón Jiménez e Ignacio Noguer Carmona, obispo emérito de Huelva
El obispo emérito de Huelva, Ignacio Noguer, admitió que la noticia del galardón, que le fue entregado por el portavoz popular, Carmelo Romero, le provocó desconcierto. “Me di cuenta –decía- después de que era de agradecer y aceptar con dignidad porque no es para Ignacio Noguer sino para el obispo, que nunca trabaja solo, por lo que hizo extensivo el reconocimiento a todas las personas que han colaborado con la Diócesis”.
A lo largo de los años don Ignacio afirma que, a pesar de los inconvenientes de su cargo, Huelva le ha dado grandes alegrías, hasta el extremo de que una vez jubilado, sigue residiendo en ella. Y es que siente un gran cariño por esta Ciudad.
Durante el mandato de don Ignacio se restauraron en nuestra ciudad tres iglesias de vital importancia e insoslayable presencia histórica: la Ermita de la Soledad, la Milagrosa y la Purísima Concepción. Con respecto a la última la salida de las diversas Cofradías que tienen su sede en la misma le supuso grandes afanes hasta verlas salir a la calle procesionalmente; no se imaginaba tal cúmulo de luchas y dificultades, pero se superaron y salieron con todo su esplendor y recogimiento. También tuvo la satisfacción de bendecir la Casa Hermandad de Emigrantes de Nuestra Señora del Rocío. En la provincia, fueron muchos los templos que se restauraron, sobre todo en la Sierra.
El primer contacto de Monseñor Noguer con el Rocío lo tuvo hace muchos años y conllevaba unas circunstancias muy especiales. Acababa de fallecer su madre y, por esas vicisitudes del destino, un compañero que había estado con él en el Seminario, que era de Umbrete, lo llevó a su Hermandad a que conociera esa realidad. A Don Ignacio le llamó enormemente la atención cómo aquella Hermandad se volcó totalmente sobre él, enterados de la hora dura que atravesaba el sevillano por el duelo materno, y le brindaron una atmósfera sedante con su amistad en la que encontró un poco de reposo para su ánimo. Y tuvo una impresión tan grande ver cómo desplegaban una gran caridad con él, que siempre ha tenido claro que caridad como la que se puede vivir en el Rocío no es posible vivirla en ningún otro sitio.
Ya una vez en Huelva y conociendo mucho mejor el Rocío siempre ha dicho don Ignacio que el Rocío es una cosa maravillosa, pero que allí se puede encontrar lo que se busque de bueno o de malo, como en cualquier parte del mundo. Hay momentos de honda emoción en esta celebración: la misa de El Rocío es algo tremendamente llamativa por el interés y la devoción. Lo folklórico viene apoyando a la vida religiosa. Lo que lo entiendan lo comprenderán a la perfección y los que no lo capten lo harán en un tono inferior. Siempre ha dicho que al Rocío hay que entenderlo en su conjunto y en su raíz que es la Virgen.
Esta es la biografía de un hombre condescendiente, humano y apacible que ha llevado implícito en su apostolado un corazón encendido por los pobres, un religioso siempre conducido por suaves luces de esperanza que le han alumbrado en su camino, en definitiva, el bosquejo de un hombre bueno, Monseñor Ignacio Noguer Carmona. </span