Sigue la búsqueda del supuesto meteorito que cayó el pasado viernes en el Barrio de San Sebastián

Arqueólogo trabajando.
Arqueólogo trabajando.

José Manuel Alfaro / Sección Especial ‘El Cuaderno del Muleman’. Después de una infructuosa semana de búsqueda del supuesto Palasito, que cayó en el Cabezo de la Joya, se está estudiando la posibilidad de aumentar el radio de búsqueda, no solo a la Necrópolis, sino al resto del Barrio de San Sebastián. Aunque en un principio los testigos directos del suceso afirmaron con rotundidad, que habían visto caer una bola de fuego incandescente cerca de la tumba 17. El jefe del operativo de búsqueda, un eminente arqueólogo de la UHU, no descarta que pudiera encontrarse en algunos de los solares abandonados de la zona, en algún patio de vecinos de uno de los edificios de los alrededores, junto a un montón de escombros o incluso debajo de algún coche abandonado, por lo que la búsqueda, está más abierta que nunca. Unas labores a las que se han unido en las últimas horas, además de un numeroso grupo de escritores, una carismática periodista de la ciudad, un lotero, la presidenta de la asociación de vecinos del barrio, el dueño de un bar de copas, los cuerpos y fuerzas de seguridad, protección Civil, personal sanitario y bomberos, un equipo de investigadores de primer nivel de la Universidad, formados bajo la estela del gran arqueólogo Campos y Roiz. Un operativo que está peinando cada centímetro cuadrado, con el objeto de encontrar el ansiado tesoro cósmico.

Un perro que pasaba por allí.

-¿Qué es lo que se encontró nada más llegar a la Zona Cero?
-Cuando me bajé del coche, primero puse un pie sobre la mierda fresca de perro y, luego, el otro sobre un tetrabrik de vino, después, me quite las gafas de sol y pude contemplar un escenario desolador. En los más de treinta años de carrera profesional, no había visto un lugar arqueológico más deprimente. Aquello más un lugar de investigación parecía la casa de campo de un indigente. Sé que para el 99% de los vecinos y vecinas de este barrio, este enclave es solo un montículo de tierra, donde la basura se va acumulando poco a poco, las ratas han encontrado un lugar ideal donde procrearse y además tienen que convivir con coches de parejas que se esconden de noches entre los eucaliptos para fornicar y encima ahora tienen un escritor de okupa, al que no se la ocurrido otra cosa que montarse un chabola a doscientos metros de una de las Necrópolis más importantes de esta España rota, de la que no dejan de hablar algunos políticos.


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Vestuarios del Camp Nou.

Yo sé que es difícil de comprender la importancia de este lugar, pero alguien se imagina ir de visita al estadio Santiago Bernabéu, al Camp Nou o el Nuevo Colombino, templos sagrados del antropoceno el que vivimos actualmente, sacar una navaja del bolsillo y recortar el trozo de césped donde escupió el mejor jugador de toda la historia del club, irse después al vestuario y sentarse en el banco donde se amarra los cordones o incluso ir más allá,  ponerse la camiseta de exposición con su número y cagar con ella, en el váter donde vomita como Dios antes de cada partido. Pues ese es el escenario que me encontré cuando llegué aquí, dos escritores tumbados en el suelo, junto a una destartalada chabola, de la que salía un pestilente olor a galletas de oreo caducadas, entre vómitos y basura, diciendo frases sin sentido y con un jarro zoomorfo de bronce en la mano de más de tres mil años de antigüedad. Esta estampa para cualquier vecino puede que lo que le provoque sea un ataque de risa, aunque para el mismísimo Tarantino este plano seguro que le daba para una de sus películas. Pero a mí lo que me entraron ganas fue de pegarles a aquellos cuerpos delirantes, patadas en los costados hasta que se levantaran. Si no fuera porque todo el operativo estaba pendiente de mí, y nada más acercarme a ellos ya tenía el aliento café con brandy, de la Guardia Civil a mi espalda, a estas horas seguro que aquellos dos impresentables estaban en el quirófano del hospital de campaña que habían instalado a la entrada del yacimiento.

Tumba 17.

-¿Cuál fue la primera medida que tomó como jefe del operativo?
-Cuando te dan la responsabilidad de coordinar un dispositivo de estas dimensiones, en el que hay tanta gente implicada, todo el mundo está pendiente de ti y casi no te quitan ojo. Tienes que tener cuidado con lo primero que dices, porque de ello dependerá su evolución. Así que antes de decir nada me di una vuelta por allí, y me fui a la zona de excavación, detrás de mí venía, todo el personal del operativo, esperando que yo les hablara. Todo el mundo caminaba bajo un silencio expectante, esperando a que yo en un momento determinado me parara y dijese algunas palabras que pudieran calmar a unos voluntarios que ya andaban nerviosos por lo infructuoso, de los trabajos hasta el momento, en los que lo único que habían encontrado eran piedras y ladrillos esparcidos por todo el solar. Fue en el momento en el que llegué a la tumba 17 de la Necrópolis cuando me día la vuelta y me dirigí a la multitud que esperaba paciente unas palabras de aliento. Me quité las gafas de sol y en un tono casi mesiánico les dije – Aquí, donde lo veis, podrían estar enterrados algunos de vuestros antepasados, que han sido testigos de los acontecimientos más importantes de la historia de esta ciudad, ahora también puede ser partícipes del hallazgo de ese objeto preciado caído del cielo. Así que registrar cada palmo de este lugar para buscar esa piedra mágica lanzada por el cosmos, solo os voy a pedir una cosa, dejar que mi equipo de la UHU se encargue de registrar las zonas excavadas y las tumbas y buscar sin descanso en el resto por cada rincón, teniendo en cuenta que debéis respetar el patrimonio incalculable que tenéis sobre vuestros pies y los muertos que hacen en las entrañas de este cabezo, como si fueran las tumbas de vuestros propios hijos.


Puerto de Huelva

Jarro zoomorfo.

-¿Qué pasaría si no se encontrase el Palasito antes del Domingo de Resurrección?
-De aquí no nos vamos a ir hasta que lo encontremos, esos individuos no tienen menos credibilidad que cualquier otro ciudadano de esta ciudad, por ser escritores y estar borrachos. Su indigencia y su infinita capacidad inventiva no es razón suficiente para abandonar esta búsqueda. No vamos a descansar hasta que lo encontremos, aunque tengamos que poner en pie toda esta Necrópolis abandonada a su suerte por la administración pública. Además, aprovecharemos estos trabajos para seguir excavando, identificar los restos, catalogarlos y llevarlos al Museo. Parece una tontería lo que voy a decir, pero he llegado aquí no solo para quedarme, sino para enterrarme si hiciera falta. En este oficio de la arqueología, cuando llevas tantos años al servicio de la historia, el único premio que ya esperas es formar parte de tu propia obra.

Quirófano del hospital de campaña.

Así, que no quiero un final mejor para mi carrera, que ser parte de esta historia que hemos ido desenterrando, no me gustaría que me pasara nada, pero si me diera un fulminante infarto al corazón, dejarme, no reanimar mi cuerpo, colocarme junto a la tumba 17 y lanzarme al subsuelo de este vergel arqueológico, desde el que me gustaría contemplar mi viaje a los muertos. Bueno no tomarse estas palabras tampoco en serio que ya tengo comprado los billetes de avión para irme a Egipto este verano [risas], y esto solo es un chiste de arqueólogos. Espero que pronto podamos dar noticias a la ciudadanía de Huelva. Creo que esta ciudad se merece salir en las noticias de mediodía alguna vez.

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