HBN. El terrible desenlace de la búsqueda de Laura Luelmo, una chica que podría ser nuestra novia, nuestra hija, nuestra amiga, nos ha unido a la mayor parte de la sociedad en una profunda consternación. Las circunstancias concretas de este caso, teñido de infortunio, aún provocan más desgarro emocional, aunque no deberíamos en ese sentido graduar los asesinatos que, lamentablemente, terminan adquiriendo en los últimos tiempos protagonismo en los espacios de los medios de comunicación. Todos son execrables, y se nos vienen a la memoria demasiados nombres y apellidos de mujeres, muchas jóvenes, que vieron cercenado su horizonte vital en manos de individuos que no merecen formar parte del género humano.
Afrontar esta penosa actualidad desde un medio de nuestra naturaleza es muy difícil. Ocupados en buscar, resaltar y divulgar básicamente información positiva, cuando llega un golpe de esta dimensión se cimbrean los cimientos de los fundamentos que cada día nos permiten seguir creciendo en la maravillosa tarea de contar buenas noticias.
Esta mala noticia debería ser la última, y en particular la última en cuanto a violencia de género. Intuimos que no será así, pero deberíamos confiar en que el impacto emocional del dramático suceso que hoy nos conmueve pueda servir para algo. Que pudiese servir para que el poder legislativo adaptase el marco a una realidad, el de la reincidencia –según los indicios de este caso-, que no puede seguir produciéndose impunemente; que pudiese servir para que el poder judicial asumiese menos riesgos y redujese en términos interpretativos el perfil garantista para este tipo de delitos; debería servir para que la sociedad adquiriera más consciencia sobre el problema de fondo y desarrollase culturas eficaces contra la violencia de género. No puede morir ni una sola mujer más por voluntad de monstruo alguno pero, sobre todo, no pueden producirse estas fatales agresiones –ni estas ni de ningún grado- cuando podían en alguna medida haberse prevenido. Nunca habrá justicia, porque en el platillo de la balanza contrario al de la víctima el asesino nunca podrá pagar lo suficiente. Cabe al menos aspirar a que no se repita algo similar.
Es triste, así mismo, que nuevamente nuestra provincia sea protagonista nacional por esta desgracia. No es culpa de nadie –más que del asesino- pero aún nos congoja más, si cabe, la proximidad del escenario del crimen.
Laura, esta mujer joven que nos deja en tan fatales circunstancias, en contra de su deseo se convierte en alguien para todos empatizada, admirada, querida en realidad, sentida en nuestros corazones como próxima y a quien, sin haberla conocido personalmente, nunca olvidaremos.
Hay muchas noticias con un aparente perfil negativo a las que se les puede sacar una visión, lectura, positiva. En eso estamos en Huelva Buenas Noticias. En este caso no cabe ninguna interpretación que no sea otra que es una mala noticia, una información que nunca deberíamos habernos visto obligados a difundir. Acorde con nuestra línea editorial, no abundaremos en dicha noticia, una vez acontecido el doloroso desenlace. No hace falta, ya conocemos que ha sucedido esta desgracia y nuestros corazones y los de nuestros lectores ya están suficientemente afectados. Ahora solo falta esperar que si el detenido es el asesino, sea juzgado y permanezca recluido definitivamente. Esto será una buena noticia, aunque nunca suficiente para aliviar tanto dolor.
