Rosa Mora. La RAE define ‘Geología’ como «la ciencia que trata de la forma exterior e interior del globo terrestre, de la naturaleza de las materias que lo componen y de su formación, de los cambios alteraciones que estas han experimentado desde su origen, y de la colocación que tienen en su actual estado». Aún sin saber realmente qué significaba e implicaba ser Geólogo, el valverdeño Sergio Carrero Romero cuenta a Huelva Buenas Noticias que ya desde niño siempre tuvo claro que su carrera profesional estaría ligada a esta disciplina. De esta manera, acrecentado su interés por esta formación, el onubense no dudó en cursar la Licenciatura de Geología en la Universidad de Huelva, complementando sus estudios posteriormente con el máster de Geología y Gestión Ambiental de los Recursos Minerales que oferta la UNIA. Precisamente realizando este posgrado conoció a quienes más adelante fueron sus directores de Tesis Doctoral. Tesis que realizó entre los años 2011 y 2016 en el Departamento de Geología de la Onubense, donde abordó la problemática de los drenajes ácidos de mina en los ríos Tinto y Odiel.
Finalizada esa etapa, y con el fin de avanzar en su carrera científica, en junio del pasado año el geólogo onubense aceptó el reto de trasladarse a EEUU para llevar a cabo una ambiciosa investigación postdoctoral junto a la Universidad de California Berkeley y el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, dos instituciones punteras a nivel mundial en el área de las Ciencias y las Nuevas Tecnologías. Concretamente, Sergio Carrero se encuentra trabajando en procesos de contaminación de aguas que afectan a la cabecera del río Colorado en las Montañas Rocosas. Sobre este proyecto, su trayectoria investigadora y su experiencia en EEUU, nos cuenta más detalles en esta entrevista.
– ¿De dónde surge tu interés por la Geología?
– La verdad es que no sabría explicar las razones. Desde muy pequeño, pasaba las horas de dibujo en el colegio pintando volcanes y ciudades destruidas por los terremotos [sé que es un poco catastrófico]. Cuando la gente me decía qué quería ser de mayor, yo contestaba con seguridad: ‘Geología’. Luego, con los años entendí que había geología más allá de los desastres naturales y que en gran parte se trataba del estudio de las rocas, los minerales que la componen, y lo que nos cuentan de la historia de la tierra. Esta nueva perspectiva, lejos de desmotivarme, me atrajo mucho más, puesto que me resultaba fascinante entender cómo una roca podía desvelar tanta información sobre sí misma y el entorno que la rodea.
– Y tras finalizar la carrera, decidiste realizar el Doctorado, ¿Sobre qué versó?
– En realidad no me había planteado la idea de hacer el doctorado cuando terminé la carrera. Mi objetivo era buscar trabajo en la empresa privada, pero la situación económica del momento [en el año 2010 la mayoría de las empresas que empleaban geólogos se dedicaban a grandes infraestructuras y a servicios geotécnicos para la construcción] me hicieron plantearme ideas alternativas. En ese momento el director del máster me planteó la que luego sería mi línea de tesis. Se trataba de estudiar el ciclo de los metales en los ríos Tinto y Odiel, centrándonos en cómo responden los metales presentes en solución en la formación espontánea de nuevas fases minerales en ambos ríos. En mi caso, me centré en la precipitación de una fase mineral llamada basaluminita y que poca gente había estudiado hasta ahora. Conseguimos entender que este mineral se podría considerar un ‘nanomineral’, es decir, un mineral con un tamaño de grano nanométrico con una altísima capacidad para retirar del agua arsénico y selenio, elementos de alta toxicidad presentes en el entorno de Huelva procedentes de la cuenca minera y de las balsas de fosfoyesos.
– Desde el mes de junio resides en EEUU ¿En qué momento y por qué decidiste mudarte?
– Son varios los motivos que me llevaron a salir de España. En primer lugar, la carrera científica siempre debería construirse sobre la movilidad y el conocimiento de nuevas técnicas y laboratorios, es algo que ayuda a abrir la mente y a entender otras formas de hacer la cosa. Alguien que trabaja en ciencia siempre debe de estar dispuesto a invertir varios años de su formación en el extranjero o en otros institutos científicos, y yo tenía claro que quería vivir esta experiencia. En segundo lugar, es un mérito curricular sin el cual es muy complicado poder continuar la carrera científica en España. Siempre hay opciones de quedarte en tu universidad, ir alternando contratos y evitar moverte fuera, pero el grado de incertidumbre y la precariedad de estos contratos hacen que merezca la pena correr el riesgo de cambiar de país. Es cierto que estar haciendo una investigación posdoctoral en EEUU no me asegura nada en España, pero creo que desde el punto de vista de las habilidades adquiridas y mis conocimientos, me hace más competitivo.
– Cuéntanos, ¿Dónde trabajas actualmente?
– Trabajo entre la Universidad de California Berkeley y el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley , dos instituciones punteras a nivel mundial en el área de las ciencias y las nuevas tecnologías. En este centro se descubrieron elementos como el Berkelium o se desarrolló el Ciclotrón, uno de los primeros aceleradores de partículas del mundo.
– ¿Cuál es la temática de tu trabajo allí?
– Trabajo en procesos de contaminación de aguas que afectan a la cabecera del río Colorado en las Montañas Rocosas. Intentamos determinar cómo los cambios en el nivel freático y en el clima influyen en los procesos de alteración que afectan a las rocas por las que circula dicho río. Además, queremos ver cómo la comunidad microbiana que vive en estas rocas facilitan o reducen estos procesos. Es un tema muy interesante, ya que esta alteración de las rocas libera al río gran cantidad de metales, contaminantes y nutrientes que alteran la calidad del agua. Por otro lado, es de gran importancia medioambiental ya que este agua se usa para regadío y consumo humano.
– ¿Qué balance haces hasta el momento de esta experiencia postdoctoral?
– Desde el punto de vista profesional, es un mundo totalmente distinto. Aquí se trabaja de una manera muy diferente, se da mucha importancia al trabajo en equipo que se evidencia en continuas reuniones de grupos donde se discuten los resultados obtenidos por todo el mundo y donde todo el grupo aporta ideas nuevas a tu trabajo. Por otro lado, hay mucha presión ya que siempre quieres mostrar datos novedosos e interesantes en la siguiente reunión y esto no siempre es posible si te reúnes cada dos semanas o cada mes. Además, se invierte mucho dinero en ciencia, lo que te permite estudiar un área situada en Colorado, cuando tu oficina está en California, a más de 2000 kilómetros, aunque esto también tiene sus inconvenientes. En lo personal, vivir en la Bahía de San Francisco es tener más actividades en una semana de las podrías hacer en un año. Ya sea ir a comer a ese restaurante nuevo, ver un partido de los ‘Warriors’, darte un paseo por el barrio de Castro, o ir a un concierto de música Indie. Todos los fines de semana tienes algo nuevo e interesante que hacer. He descubierto muchas cosas estando aquí, y aún no he hecho más que empezar.
– ¿Cómo es tu día a día?
– La verdad es que de lunes a viernes, bastante rutinario. Intento hacer algo de ejercicio por la mañana temprano para empezar bien el día, y luego ir a mi trabajo. Por lo general salgo sobre las 7 de la tarde, que en este tiempo es de día, y me permite ver desde mi laboratorio el atardecer sobre San Francisco. Es una escena realmente maravillosa, llena de color y que me hace volver a casa con una sonrisa. Algunos días nos reunimos los estudiantes de doctorado y los posdoctorales para tomar algo en los bares de alrededor de la universidad y hacer un poco de comunidad.
– ¿Estaba en tus planes trabajar fuera de España?
– Como comenté antes, sabía que si quería dedicarme a la ciencia en algún momento tendría que vivir fuera de España, y la verdad es que era algo que me apetecía. Siempre da un poco de vértigo tomar la decisión y hacer la maletas, pero es una experiencia muy enriquecedora que estoy disfrutando mucho.
– ¿Es tu primera experiencia internacional?
– No, durante la tesis doctoral hice dos estancias de tres meses cada una en Grenoble, Francia, un sitio precioso rodado de los Alpes. Era una ciudad muy internacional llena de estudiantes y científicos de todo el mundo con los que tuve la oportunidad de hacer muchas cosas, entre ellas la de esquiar por primera vez en mi vida. Es un sitio al que no me importaría volver algún día.
– ¿Cómo describirías la ciudad donde vives?
– Mi casa está en Oakland y la universidad en Berkeley, pero en realidad todas las ciudades de la Bay Area [nombre con el que se conoce la Bahía de San Francisco] están conectadas, y no se distingue dónde empieza una y acaba la otra. Esta zona es tranquila, llena de barrios residenciales enormes en el que solo hay casas de madera típicas americanas con sus jardines. Algunas zonas del centro y algunas calles principales tienen más aspecto de ciudad, con sus edificios altos, pubs, restaurantes, comercios y más movimiento en las calles, pero en general todo parece como un pueblo grande. Si vas a San Francisco todo cambia radicalmente, allí si tienes un centro de finanzas, rascacielos y más movimiento. La verdad es que estoy en muy buen sitio, es muy tranquilo y si quiero marcha solo tengo que coger el tren y llegar en San Francisco en 15 minutos.
– ¿Algún rincón favorito?
– Pues la verdad es muy complicado decantarme por uno en concreto. Hay miles de restaurantes étnicos y pubs, y continuamente abren sitios nuevos. Aunque para relajarme, nada como coger la bici y escaparte al Lake Marry. Se trata de un lago artificial al lado de centro de Oakland rodeado de zonas verdes donde se está genial cuando hace buen tiempo, tiene siempre mucho ambiente y gente haciendo picnics. Por otro lado, está el paseo del Embarcadero, un camino que rodea San Francisco que va por la bahía desde Embarcadero, en pleno centro de la ciudad, hasta el Golden Gate. Tiene unas vistas preciosas y unas playas de arena que me recuerdan a las de Huelva [las comparaciones son odiosas, pero están bien]. El problema es que suele hacer mucho viento y niebla en esta zona, por lo que pillar un buen día es importante.
– ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de la vida en EEUU?
– Es una pregunta complicada. Me quiero quedar con lo bueno, y es ver cómo puedes pasar de una de las urbes más importantes del mundo a la naturaleza más virgen e inexplorada que pueda existir. Bosques inmensos donde la vida salvaje ni siquiera parece enterarse de la existencia del hombre. Es como volver un millón de años atrás cuando ningún humano caminaba por este planeta, algo realmente sobrecogedor. Si tengo que comentar lo malo y lo que realmente más me llamo la atención, es la inmensa diferencia entre ricos y pobres. El centro de la ciudad con más millonarios del mundo está llena de sin-techos que han pasado a ser algo invisible para el resto de la gente y, en muchos casos, personas con serios problemas mentales, alcoholismo, etcétera, con todo lo que ello supone.
– Tu tiempo libre, ¿En qué sueles emplearlo?
– Pues me gusta ir descubriendo rinconcitos, bares nuevos y restaurantes hasta donde mi economía me lo permite, ya que la vida aquí es cara. También me gusta ver, probar y experimentar cosas típicas de aquí. San Francisco es la zona donde nació el movimiento hippy y es algo que aún se ve en muchos sitios.
– Respecto a tu familia, ¿Qué pensó cuando tomaste la decisión de marcharte?
– No me dijeron que no lo hiciera, pero tampoco les gustó la idea en un principio. Se alegraron por mí pero siempre me decían que por qué no buscaba algo por aquí cerca, a ver si tenía suerte. La verdad es que se hace un poco duro en este sentido, son 9 horas de diferencia y muchos kilómetros de por medio que hacen complicado hablar. Ellos me siguen diciendo a día de hoy que les gustaría que esto fuera algo temporal y que me quieren ver de vuelta pronto.
– ¿Qué echas más de menos?
– Aparte de a mi marido que sigue por allí, a mi familia y amigos, echo mucho de menos el ambiente de las ciudades en Andalucía y, bueno, en España y Europa en general. La cultura de este lado del océano es mucho más individualista y personalista, y a veces cuesta hacer relaciones con ellos. De ahí que todos mis amigos a día de hoy son europeos.
– ¿Cuáles son tus aspiraciones?
– Definitivamente quiero volver a España y desempeñar mi carrera como científico allí. No va a ser fácil, ya que la situación científica en España es muy precaria y no se hace nada para que mejore, pero creo que la única forma de hacer algo es intentarlo desde dentro.
– Para terminar: un mensaje a los onubenses.
– Les animo a que vivan la experiencia de estar fuera del área de confort. No es necesario irse a la otra punta del mundo, pero sí que tengan la experiencia de pelearse con una forma totalmente distinta de vida y de hacer las cosas para resolver el día a día. Es algo que no solo te abre la mente, también te permite distinguir los problemas triviales de los importantes y te quita miedos y complejos. Este tipo de vivencias son las que enriquecen de valores realmente importantes la vida. Espero que llegue el momento en el que los españoles en general den este paso por decisión propia y no porque les obligue las circunstancias.