A.R.E. La especialización es un valor muy apreciado a la hora de optar a un puesto de trabajo. En el área de la salud, cada día encontramos más enfermeros que optan por sacarse el EIR (Enfermero Interno Residente) para convertirse en expertos en una especialidad concreta de la enfermería. La onubense Ana Isabel Valladares Gata, de 26 años, logró en 2016 la de salud mental, después de un enorme esfuerzo y horas de dedicación.
Cuando terminó Enfermería en la Universidad de Huelva, Valladares tenía claro que su objetivo era hacer una especialidad. Soñaba con ser matrona, aunque también baraja la opción de la salud mental.
La onubense aprobó el examen de acceso al EIR a la primera, habiendo sólo una plaza por cada 20 candidatos. «Estudié mucho, hice un gran esfuerzo y tuve suerte», reconoce la joven.
Para hacer la especialidad de obstetricia-ginecología tenía puntuación suficiente, pero debía marcharse a Ibiza, así que al final se inclinó por su plan B, la salud mental. A pesar de depender del Hospital Juan Ramón Jiménez, este área sanitaria cuenta con diferentes dispositivos repartidos por Huelva, habiendo rotado Ana Isabel durante sus dos años como EIR por todos ellos.
Tomar contacto y familiarizarse con pacientes que sufren enfermedades mentales no fue tarea fácil para Valladares, quien reconoce que en este proceso de formación ha vivido dos etapas: «los primeros días todo me sorprendía mucho. Pero luego, fui adquiriendo conocimientos y habilidades que me han servido para crecer, no sólo como profesional, sino también como persona. He desarrollado habilidades comunicativas y de observación, porque nuestro trabajo se basa mucho en observar las conductas de los pacientes».
En su etapa como residente, la onubense ha comprendido que los enfermos del área de salud mental «necesitan un trato igualitario al del resto de personas. Tendemos a hacer una discriminación positiva o negativa con ellos. Dentro de la salud mental hay muchos trastornos, pero lo que necesitan, en general, es normalizar su vida«.
Durante su formación, Ana Isabel elaboró varios estudios y trabajos científicos. Uno de ellos fue una revisión teórica y una propuesta de programa de educación para personas con trastornos de conducta alimentaria. La onubense realizó varios test a pacientes ingresados en el dispositivo específico para este tipo de problemáticas, que se ubica en el Hospital Vázquez Díaz. A pesar de las dificultades, la enfermera consiguió que varios enfermos colaboraran en su análisis, muy centrado en la autopercepción del cuerpo de este colectivo que padecen, entre otros trastornos, anorexia y bulimia.
En mayo de 2016, la joven finalizó su especialidad, valorando su paso por los espacios de salud mental de Huelva como «un trabajo muy gratificante. Estos pacientes son personas muy agradecidas y lo que tienen, lo comparten contigo». Desde que terminó el EIR, la onubense ha trabajado en los hospitales Juan Ramón Jiménez, Infanta Elena, Riotinto y Vázquez Díaz y también en clínicas privadas, como Los Naranjos y Costa de la Luz. «No he parado de trabajar, he tenido suerte. Ahora estoy cubriendo una baja en el Vázquez Díaz», comenta la joven.
La importante formación de Ana Isabel Valladares, y su posterior trayectoria profesional, quizá no hubieran sido posibles sin el apoyo que durante los años del grado, y posterior especialidad, le brindó la Fundación Atlantic Copper. En este sentido, la onubense señala que «en mi casa solo trabaja mi padre y vivimos mis padres, mi hermana, mi abuela por temporadas y yo. A mi hermana y a mí sólo nos becaba el Ministerio la matrícula, porque mi padre es funcionario. Pagar los gastos de materiales, transporte, etc. suponía un esfuerzo. Lo hubiéramos conseguido, pero la Fundación Atlantic Copper nos lo facilitó mucho».
Curiosamente, la enfermera forma parte de la primera edición del programa de becas que concede la entidad a estudiantes de la Universidad de Huelva con el doble objetivo de premiar la excelencia en el ámbito educativo y facilitar el acceso a estudios superiores a jóvenes onubenses con dificultades económicas.
En su primer año de Universidad, Ana Isabel vio en el periódico un anuncio sobre estas ayudas, por entonces de nueva creación. «Leí las bases y cumplía todos los requisitos, como eran tener una media superior al notable y no haber sido beneficiario de becas privadas. Eché los papeles y me concedieron la ayuda. Los años siguientes volví a solicitarla y me la volvieron a dar porque seguía cumpliendo los requisitos», explica Valladares. Con el importe de la misma, la onubense cubría gastos tan importantes como el de los materiales, que en el ámbito sanitario son muy costosos.
Cuando acabó Enfermería, la Fundación Atlantic Copper se volvió a poner en contacto con ella para ver cuáles eran sus planes de futuro. Según recuerda, «les comenté que estaba pensando estudiar el EIR y decidieron seguir apoyándome económicamente para continuar con mi formación (academia, material didáctico, importe del curso, etc.). Era algo excepcional. Me convertí en la primera persona que becaban durante toda su trayectoria».
Después de tantos años, Ana Isabel agradece a la Fundación su trato cercano y el haber apostado siempre por ella, facilitándole el alcanzar su sueño de convertirse en una profesional de la salud.
En los últimos tiempos, Valladares ha trabajado mucho en las áreas de Urgencias y UCI tras haber cursado un Máster en Urgencias y Cuidados Críticos. Además, también cuenta con otro Máster en Pediatría.
De cara al futuro, su mayor deseo es que su especialidad se implante totalmente en los hospitales onubenses y pueda ser destinada a un dispositivo de salud mental. Hasta entonces, seguirá avanzando, allá donde el SAS la emplace, adquiriendo habilidades y destrezas prácticas que le servirán para reafirmarse como profesional sanitaria.