Antonio J. Martínez Navarro. En la primavera del año 1947, los vigías apostados en la Barra de Huelva observaron como un yate que ostentaba bandera británica, navegaba lanzado, en un esfuerzo definitivo, hacia el imponente puerto de Huelva. Por fin, tras las maniobras de rigor, atracaba en el Muelle de Levante. Se trataba del “Sea Kayen”, buque que había desempeñado su función como barco hospital y que fue transformado en yate a motor, adecuado para crucero oceánico.
El propietario del mismo era el capitán L. W. Neeld, un viejo lobo de mar retirado, conversador brillante, pintoresco y animoso, que había sentido avidez insaciable de emociones y adaptó el barco. En el álbum de sus íntimos recuerdos figuraban, en aquellos instantes, diversos viajes por medio mundo. Pero, este periplo marítimo le traería, cuando apenas pasaran unos años, recuerdos inefables. Venía preguntando por Antonio Méndez Villares, al que había localizado, tras diversas gestiones, en la ciudad del Tinto y del Odiel. Ya, en nuestra ciudad, no le fue difícil localizar el domicilio de Antonio.
¿Cuál era el motivo de la visita del bajel inglés a nuestro puerto? Conozcamos el secreto a través de las palabras de nuestro inteligente y buen amigo Paco Gómez, testigo de aquel lance.
El capitán británico era un antiguo compañero de Antonio Méndez. Ambos habían coincidido en diversos buques de la marina mercante inglesa, en los que habían efectuado viajes de tan dilatadas singladuras que casi habían navegado por todo el globo terráqueo.
El capitán Neeld venía expresamente a pagarle una deuda, algún dinero que le habría prestado el español y no tuvo oportunidad de devolvérselo. Lo cierto es que el reencuentro supuso una gran alegría para los dos amigos y colegas.
En la casa flotante en que se constituía el “Sea Kayen”, el domicilio especial de Mr. Neeld,, se celebró una cena en la que se puso de manifiesto las mutuas simpatías que ambos disfrutaban y que se hizo extensivo a ambas familias. Además de los gestos de hospitalidad, el hijo de la bella y pérfida Albión fue esplendido con los familiares de escasa edad de Antonio a los que colmó de regalos.
El yate estuvo surto en el puerto de Huelva durante unos días, en los que muchos onubenses se acercaron a verlo. Solicitemos permiso para visitarlo e informar a los amables lectores de sus características:
El “Sea Kayen” tenía treinta y cuatro metros de eslora, seis metros de manga, uno y medio de puntal y un desplazamiento de sesenta y cinco toneladas.
El buque había sido construido como un failmile Belass M. L. Más tarde, fue convertido en un buque hospital llevando en su amura el nombre de “Caversham”,. Su distribución interior era maravillosa. Tenía un amplio comedor, sala de estar con mesa central y, en diversas vitrinas, una maravillosa colección de pipas. La sala de máquinas era muy amplia y en ella reinaba la limpieza más pulcra. Disponía de una buena cocina y espaciosa despensa, así como de diferentes dormitorios y alojamiento para la tripulación, etc.
Una semana más tarde de su llegada a Huelva, el yate emprendía veloz marcha. No en vano iba a realizar un crucero por el Mediterráneo, así como por las islas Antillas y Golfo de Méjico.
(1) Obra titulada “Historia de las canoas de Punta Umbría y barcos de Huelva”, de Francisco Gómez Gutiérrez y Antonio José Martínez Navarro.