Tomás Giménez Villanueva. Sin hacer ruido, sin molestar. Se han ido como llegaron, sin hacer ruido.
Han estado acampados en nuestra ciudad 95 días. Desde el 3 de abril de 2017, fecha en la qué se instalaron junto a la entrada de la Delegación de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía, hasta el 7 de julio, día en el que abandonaron esa movilización, manteniendo totalmente vivas sus reivindicaciones. Noventa y cinco días con sus noches, han pasado allí prácticamente a la intemperie.
Noventa y cinco días soportando lluvias, vientos, frío, mucho frío y calor, y mucho calor.
Son gente sencilla, que quiere cosas sencillas y que no entiende por qué no se les pueden conceder. Aun así, pese a sentirse impotentes, han protestado y siguen protestando pacíficamente, sin ruido. Solo hicieron durante esos días un alarde de convocatoria en la manifestación del día 20 de junio pasado.
Ese día sí hicieron ruido pidiendo ¡AGUA Y TIERRA YA! Vaya si hicieron ruido: llenaron el centro de Huelva unidos en un grito reivindicativo vecinos de los pueblos del Condado, empresarios, trabajadores, familias, proveedores y representantes institucionales. Fue multitudinaria y muy reivindicativa pero sobre todo fue una manifestación absolutamente pacífica. Convocantes y convocados soportaron horas y horas de calor sofocante y la humillación de quedar bajo el tórrido sol de esa mañana en la Plaza de las Monjas mientras los representantes de la Plataforma en Defensa de los Regadíos del Condado se dirigían a entregar su escrito de reivindicaciones a la Subdelegacion de Gobierno. Y aún más humillación viendo como sus representantes acudían escoltados, protegidos y/o vigilados por más de 20 efectivos antidisturbios, como si sus alcaldes o Chio o Cristobal fuesen peligrosos delincuentes.
Quieren que se cumpla lo que ellos entienden que les han prometido:
– la revisión de la Declaracion del Impacto Ambiental (DIA) del trasvase de 4’99 hm cúbicos al Condado.
– la transferencia de 15 hm cúbicos de agua al Condado.
– que no se recorte más el espacio destinado a regadíos en sus pueblos para poder seguir cultivando las tierras que ya cultivaban sus padres y sus abuelos.
Lo quieren los protagonistas de uno de los pocos sectores creadores de riqueza y trabajo de una de las pocas provincias excedentarias de agua de España.
Y lo piden pacíficamente sin ruido, como llegaron y como se han ido.
Son nuestra gente, la gente del Condado, la gente de nuestros pueblos, descendientes, herederos y continuadores de aquellos onubenses protagonistas de las grandes gestas de nuestra tierra, de los descubridores de los tesoros escondidos en lo profundo de las minas y de los aventureros y pioneros que descubrieron nuevos mundos. Lo están haciendo otra vez; como no se les da lo que reclaman en su tierra se están trasladando a otros sitios donde sí llega el agua que tanto necesitan y que tan bien aprovechan. Pero no quieren que el abandono de sus pueblos sea la única solución para el agricultor. Solo quieren trabajar, crear riqueza, crear puestos de trabajo y garantizar su futuro y el de sus hijos.
Algunos pensaran que se fueron porque han perdido, que han sido superados por las circunstancias, pero a mi juicio y al de otros muchos se deben sentir vencedores, orgullosos de haber cumplido con sus objetivos y satisfechos porque la Ciudad de Huelva ha escuchado su agónico grito pacifico y se ha enterado de su reivindicación. Se han ganado ser escuchados y que sean atendidas en lo posible sus reivindicaciones. Han abierto un debate y se merecen como mínimo que siga abierto. Y desde luego cuentan con toda mi admiración.