Redacción. Un nuevo joven agricultor, Juan Manuel de los Santos Maestre, acaba de formalizar su acceso a la propiedad de la parcela de la Zona Regable del Chanza de la que es concesionario desde julio de 2010, ubicada, en su caso, en el término municipal de Isla Cristina con una superficie de 10 hectáreas dedicadas al cultivo de olivar y de cítricos. Con la firma de esta escritura son ya 37 los beneficiarios que han dado ya el último paso de un procedimiento con el que la Junta de Andalucía, como ha remarcado el delegado territorial de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, Pedro Pascual Hernández, ha impulsado la implantación de hasta 77 explotaciones familiares y la transformación en regadío de 664,72 hectáreas de titularidad pública.
El 48,05 por ciento, casi la mitad, de los adjudicatarios son ya, por tanto, propietarios de pleno derecho de unas explotaciones que comenzaron a ponerse en marcha en 2003 bajo el paraguas de una iniciativa con un “marcado carácter social” que encuentra su origen en la Ley de Reforma Agraria y que abarca, además de a la localidad isleña, a los municipios de Ayamonte, Villablanca, Lepe, Cartaya y Aljaraque. El responsable de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural en Huelva ha ensalzado, en este sentido, la apuesta por la innovación, la diversificación y la comercialización que “siempre acompaña” a la savia nueva que llega al campo.
Cada acto de compra constituye, desde la óptica de Pedro Pascual Hernández, un pilar más “no sólo para el presente, sino también para el futuro de una agricultura de primor y el consecuente desarrollo social y económico de la comarca y, por ende, del conjunto de la provincia”. El delegado ha recordado, en este punto, la doble finalidad de promover el relevo generacional en un sector estratégico para Huelva y, al mismo tiempo, auspiciar que la tierra sea productiva, para, como ha afirmado, “poner cada palmo de suelo que sea posible al servicio de la generación de empleo y riqueza y dar oportunidades a aquellos jóvenes que se niegan a abandonar el medio rural”.
Carácter social
El proyecto, con el que Huelva fue pionera en la comunidad autónoma y que se ha traducido en la puesta en regadío de las fincas que estaban adscritas al extinto Instituto Andaluz de Reforma y Desarrollo Agrario (IARA), contempla la asignación del suelo en régimen de concesión administrativa por un periodo de cuatro años en los que el beneficiario ha de abonar un canon. Una vez transcurrido este tiempo, el adjudicatario ya puede acceder a la propiedad de su parcela bajo un precio de compra al que se le descuenta la cantidad pagada en los años anteriores. En el caso de que el agricultor no cuente en ese instante con capacidad para hacer frente a la liquidación, con la mirada puesta en la continuidad de la explotación, puede optar por prorrogar la concesión hasta en 25 años bajo las mismas condiciones.
Desde la Junta de Andalucía, con el fin de facilitar el acceso al crédito, se ha abierto, incluso, la posibilidad de suscribir hipotecas a favor de la Hacienda Pública. Esto, como ha subrayado el delegado territorial de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, Pedro Pascual Hernández, se antojaba necesario, dado que a la hora de conceder los lotes se primaba el acceso a personas con escasos recursos y que, en consecuencia, pueden sufrir trabas a la hora de obtener préstamos bancarios. También se han tenido en cuenta a la hora de resolver el concurso otros aspectos como la residencia en la zona, la formación mediante cursos para la incorporación al sector y la titulación agraria.
El perfil del adjudicatario
El perfil mayoritario de los concesionarios de estas 77 parcelas, que tienen una superficie media de 8,41 hectáreas, es la de un joven emprendedor, muchos de ellos, hijos de agricultores que han encontrado en el sector una salida profesional y que prosiguen así con la tradición familiar. Otro dato a resaltar es la incipiente incorporación de la mujer. En torno al 25 por ciento de estos asentamientos están dirigidos por ellas. Los cultivos van desde las fresas hasta los cítricos, sin dejar atrás otros productos que se abren paso en los mercados y que aportan diversificación como los nectarinos, los caquis, los aguacates, las frambuesas o frutas tropicales como el mango.