Frustración

Estadio Nuevo Colombino.
Estadio Nuevo Colombino.

Juan Carlos Jara. La rocambolesca temporada que está viviendo el Recreativo, por obra y mor de la gestión del tristemente célebre Pablo Comas, ofrece giros que pese a llegar como lógica consecuencia de todo lo que está ocurriendo en la entidad no pierden por ello su capacidad de sorprender. Cada vuelta de tuerca en medio de esta situación límite supone un rasguño más en el corazón de los buenos recreativistas que, algunos sí, presentan ya un considerable currículo de esfuerzos en pro del Decano.

En la grada del Nuevo Colombino, o al menos en una parte demasiado grande de la misma, comienza a surgir una fuerte exigencia empeñada en conseguir resultados por la vía rápida y que busca culpables, un domingo sí y otro también, a la por ahora nefasta singladura deportiva del primer equipo albiazul sin caer en la cuenta que la misma, más que culpables cercanos, tiene en la figura del anterior dirigente su principal, si no única, razón de ser.


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Lo que debería ser una temporada deportiva centrada en dar calor al cuadro onubense para no caer en situaciones aún más dramáticas se convierte en una trayectoria analizada desde los parámetros normales que rigen cualquier otro club de fútbol, sin que el entorno parezca tener en cuenta en su análisis que la entidad albiazul no se encuentra bajo esos parámetros y sí en una situación desesperada, inmerso desde hace mucho tiempo en causa de liquidación obligada y pendiente de un largo y minucioso trabajo de reconstrucción en el que cualquier mínimo traspié puede dar al traste con la llegada a buen puerto.

Y así, bajo esos parámetros normales que la afición también percibe, se oye que en fútbol a los entrenadores los echan los resultados y que por eso se ha destituido a Alejandro Ceballos y se destituirá a Juan Manuel Pavón si los marcadores no acompañan, sin que llegue a entenderse que el Decano no funciona debido a un problema de mucho mayor calado que incide de manera decisiva sobre todo lo demás y que una variación en el rumbo no depende, por tanto, de la salida de estas personas. Buena parte de la grada, en su falta de información, ya ha comenzado a pitar a sus jugadores o a dictar sentencia sobre quiénes son los culpables, señalando a este nuevo entrenador, a los futbolistas o incluso (sic) a unos maniatados consejeros que al aceptar sus cargos ya han demostrado bastante grado de locura o de un recreativismo que no está lejos de ser sinónimo de eso mismo.


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En la grada del Nuevo Colombino se hablaba, hace solo diez días, de la soñada fase de ascenso e incluso ahora ya son muchos los que hablan de jugadores que sobran y de fichajes en enero, sin que nadie les haga reflexionar sobre lo complicado que está resultando y va a resultar levantar el embargo y, más tarde, generar ingresos suficientes ni siquiera para el día a día. Ahora mismo, incluso, todos parecen dar por hecha la cercana venida de un adinerado inversor dispuesto a saldar muchas deudas en un plazo extraordinariamente breve sin apenas meditar sobre el futuro. Y tampoco desde dentro se les hace ver que, aunque la salvación es posible, todo sigue siendo muy complicado y que arrimar el hombro sigue siendo fundamental.

Se buscan culpables cercanos en el espacio y en el tiempo y se piensa ya en soluciones a base de talonario, olvidando que el único culpable ya no está dentro de la entidad y que estamos inmersos en una carrera contrarreloj hasta volver a encontrar dinero en las cuentas bancarias. Culpable solo hay uno, aunque tuviese o aún tenga colaboradores y palmeros y aunque algunos de los que tomaron café con él ahora lo tomen, presumiendo de un nuevo y más puro recreativismo, con los nuevos responsables. Y solución solo hay una, que pasa por crear el mejor ambiente y las mejores condiciones posibles para la llegada de un gran capital. Todo lo demás vuelve a ser una venta de humo.

La falta de información al aficionado genera expectativa de vivir una temporada mejor y provoca más tarde frustración cuando las cosas no van bien. Al mismo tiempo, esa frustración crea un mal ambiente general en el club y en todo su entorno que puede acabar volviéndose en contra del propio Recreativo, de sus dirigentes, del recreativismo e incluso de la alcaldía de la ciudad, que puede encontrarse con seguidores del Decano pidiendo unas soluciones por la vía rápida que difícilmente pueden ser atendidas en esta situación de extrema gravedad y a una plantilla de profesionales harta de sentirse en el objetivo sin ni siquiera ser parte del problema. Ojalá nada de esto ocurra porque ello será señal de que desde el club y desde el propietario se ha cambiado de dinámica y se ha sabido inculcar tranquilidad y paciencia, mucha paciencia.

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