Benito A. de la Morena. Una de mis preocupaciones es lo que dice Luis Lorenzo, un amigo que se dedica a asesorar (ahora se llaman coach, es decir entrenador o preparador y coaching, el método de entrenamiento). ¿Seremos capaces de adaptarnos a las nuevas formas de trabajo? y ¿a qué precio? se preguntaba Luis.
Hace muy pocos días se alarmaba inútilmente al ciudadano con eso de que en 2017 no habría paga extraordinaria de diciembre y hace menos días aún, se nos despachan con lo de trabajar ya jubilado y cobrando la pensión completa. Dos globos sondas en momento innecesario pues estamos a punto de que el Gobierno deje de estar en funciones.
Los sindicatos y Patronal “unidos” dicen que de eso nada de nada, pues podría perjudicar al empleo joven y sobre lo de la paga, que no, que era un mensaje falaz y que soluciones hay. Si es estrategia, debía venir acompañada de un relajante muscular, pues lo que dan ganas es dar un sopapo a quien promueve estos desatinos.
La evidencia nos dice que el “mercado” está aplicando todas las nuevas tecnologías para su desarrollo industrial y comercial y ello supera las capacidades formativas de los trabajadores, con lo que la pérdida de puestos de trabajo está asegurada y su reposición por personal cualificado es lenta y compleja, siendo un dilema muy difícil de resolver.
Las máquinas robóticas que tanto admiramos están desplazando de sus puestos de trabajo a decenas de miles de especialistas cualificados; algo parecido pasa con las tecnologías informáticas en las áreas de administración de cualquier empresa y todo ello es económicamente rentable para los accionistas de las multinacionales en las que se sustenta el país, quedando las opciones de colocación en manos de las PYMES y empresitas familiares que sobreviven como pueden.
Por ende, nuestros jóvenes no se han formado en idiomas lo suficiente como para lanzarse a la aventura internacional. Tampoco son plenamente conscientes de que al ser de la Unión Europea, el mercado español puede ser deseado y con todos los derechos, por cualquier ciudadano europeo. Tienen a mano el territorio americano hispano hablante, pero parece que les cuesta mucho salir de su “zona de confort” y preferimos acogernos al quejido y la protesta social.
Para ese sector de trabajadores de edad media despedidos o a punto de…, queda la formación “continuada”, pero eso es viable hasta cierta etapa de nuestra vida y depende también de en qué país habites. No estamos preparados para dejar de trabajar a los 45 años con toda la carga económica social y emocional que ello conlleva. Nuestra mente y nuestro estímulo no son eternos y lo lógico es cabrearse y echar “votos”.
Pienso que la solución debería pasar por medidas dictadas desde las Administraciones, en las que la sensibilidad por la solidaridad controle al egoísmo financiero que succiona a aquellos que, precisamente, les mantenemos con nuestro consumismo subliminalmente dirigido.
La ambición no les permite entender que se debe apretar lo justo para que el “gallinero” siga poniendo huevos y así cuidar que la indignación no supere ciertos umbrales que y a los hechos me remito, pueden poner en grave riesgo al sistema capitalista en un plazo de tiempo muy corto.
Les recuerdo el chiste del gitano, que se lamentaba porque “el borrico se había muerto cuando ya se había acostumbrado a no comer” ¿Eso es lo que buscamos?