S. D. Dicen que lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible. Esa frase se cumple siempre… salvo con Carolina Marín. En el Open de Dinamarca ha quedado de manifiesto otra vez.
Porque en el partido de los cuartos de final de este Superseries Premier llevó al máximo su resistencia, superando los efectos colaterales de unos problemas estomacales, y el indudable buen hacer de su oponente, la china Sun Yu, para acabar victoriosa, nadie sabe cómo, en tres sets: 21-19, 16-21 y ¡¡¡ 27-25 !!!, en un partido que se alargó 1 hora y 35 minutos.
El equilibrio de fuerzas entre ambas quedó patente desde el primer set, aunque Carolina, metida en la pista, con fuerza, se fue al descanso con una mínima renta de tres puntos, 11-8, que vio como se enjugaba pronto para llegarse a un 15-15, que no fue más que una estación intermedia de la reacción de Sun Yu quien, con un parcial total de 5-11 se colocó a las mismas puertas de ganar la manga (16-19). Pero Carolina exprimió su organismo, se aferró a la pista y con un 5-0 incuestionable se apuntó el set.
Pudo tener un recorrido similar el segundo, si bien en éste fue la china quien cobró las primeras rentas (2-6), que fueron volteadas por la de Huelva antes del intervalo, al que se llegó con 11-9 a su favor. Pero un 0-5 a la vuelta del descanso decantaron el set del lado de Sun Yu, que esta vez no dio opción a la reacción de Carolina -efectos colaterales de su dolencia-, que lo cerró por 16-21.
Pero nada de lo anterior hacía imaginar lo vivido en el tercer set en la pista número 1 del Odense Sports Park. Una tercera manga en la que Carolina, y también la china, exprimieron al máximo lo que llevan dentro, tanto en lo físico como en el juego, y regalaron un set para enmarcar, en el que Sun Yu llevó la mejor parte durante casi todo su recorrido. La china hizo lo suficiente como para ganar, pero tuvo el problema de tener enfrente a Carolina Marín.
Y es que tras el 4-4 de salida, un parcial de 2-10 en favor de Sun Yu hizo tambalear el pronóstico que podría dar ganadora a la de Huelva. El 6-14 era lo suficientemente demoledor como para entregar la cuchara. Pues no. Con todo perdido, la rémora de esos problemas estomacales que, seguro, no le dejan rendir a tope, y el buen juego de la china, no fueron obstáculos para que Carolina pudiera desatar esa tormenta perfecta que le dejó, primero en igualdad de condiciones (18-18, con un parcial de 13-4), y luego disfrutar de hasta tres volantes de partido, no resueltos, a los que siguieron otros dos de la asiática, que para nada quería irse de Odense sin hacer historia por ganar a la campeona olímpica.
En ese carrusel de ventajas, Carolina se hizo fuerte, cuando fue por debajo y al final cuando con 26-25 disfrutó de una nueva oportunidad de cerrar el partido. Lo hizo, vaya que si lo hizo: 27-25, para que empiece a tomar cuerpo la definición de bádminton: “Deporte practicado por millones de asiáticos, en el que generalmente gana Carolina”.
Pero el guión de esta película aún depara más emociones, las que seguro emanará del partido de semifinales entre la onubense y la japonesa Akane Yamaguchi, con quien presenta un balance de 2-1 a su favor. Pero eso será el sábado.