Mari Paz Díaz. Hablar de turismo siempre está de actualidad. Un ámbito económico fundamental para cualquier comunidad hoy en día, pero que siempre ha estado –o ha querido estarlo- muy presente entre los onubenses. El Hotel Luz, Monteconquero, Tartessos, el Costa de la Luz o, más recientemente, el AC son algunos de los establecimientos hoteleros de los que dispone la ciudad en la actualidad.
Sin embargo, todavía permanece en la memoria de muchos onubenses el que durante años fuera uno de los edificios más emblemáticos del centro de Huelva: el Hotel Granada.
Conocido popularmente como ‘La Granadina’ y situado en la antigua calle General Mola -actual Plus Ultra-, número 11, junto a La Placeta, este peculiar edificio fue construido a finales del siglo XIX. Su fachada, de apenas veinte metros de ancho, aportaba una imagen de gran originalidad en la zona al recrear con su estilo neomudéjar urbano a una pequeña Alhambra.
Hoy hemos querido rememorar su historia a través de los recuerdos que Adolfo Morales relata en su libro Hotel Granada, editado en formato digital en 2011. Según cuenta Morales, este edificio “estructuralmente desde Mola, presentaba una planta principal, un primer y segundo piso y coronándolo una terraza. A pie de calle, el acceso al inmueble por su planta principal, se hacía desde una de las dos simétricas y amplias puertas acristaladas. Siempre por la situada más a la izquierda desde la frontal, por quedar la otra reservada a un pequeño salón para uso de los huéspedes, permaneciendo prácticamente cerrada todo el tiempo, no siendo accesible desde la calle. Ambas se situaban bajo arcos de herradura construidos en ladrillo visto, rematados y vestidos en el paramento con azulejos de estilo cordobés, de la mejor cerámica andaluza, usando los zócalos en mosaico cerámico como elemento decorativo para cubrir y endulzar la fachada”.
Sus interiores eran de estilo neonazaríes y neorrenacentistas, muy del gusto de la población andaluza de inicios del siglo XX. “La primera planta presentaba un balcón corrido, con un barandal de hierro forjado, adornado con formas silvestres y acorazonadas pintados en color plata, común a dos de las habitaciones principales del hotel, aunque sutilmente”, explica Morales, que añade que, en la segunda planta, “el arquitecto jugó con el volumen y dividió las estancias naturales, así eliminó el balcón, y en vez de dos grandes puertas, decidió en su lugar construir cuatro ventanales estrechos, bajo pequeños arcos, y separados por columnas entre sí, rematando el paramento superior, laterales y el inferior con zócalos cerámicos imitando pequeñas alfombras”.
En su entrada destacaba el vestíbulo acristalado, que permitía ver el hall y el salón para la televisión frente a la recepción, además de los siguientes salones encadenados delimitados por arcos con mucha personalidad y un zócalo de gran calidad que aportaba lujo y armonía en la decoración de las dependencias. En total, el hotel tenía dos salones privados: el familiar, al fondo, y el salón-hall, con una mesa buffet central.
Tampoco se puede olvidar el pasillo que conducía a las cocinas y el comedor -con el detalle de que contaba con un grifo de agua caliente para que los clientes pudieran lavarse las manos antes de comer-, así como las escaleras de mármol por las que se llegaba a las habitaciones de la primera planta. «Unas puertas acristaladas, sustentadas en marcos de madera pintados en color hueso, te arrimaban al interior, desde el que se adivinaba, a la izquierda la recepción un gran mostrador de madera, sencillo, en media luna, oscuro, amplio, en el que se concentraba el control y la gestión general, así como la operativa administrativa, la telefonía o las convenientes del servicio de un hotel», describe Morales. Luego, junto al comedor, una puerta conducía a un patio interior de paso en el que se encontraban algunas estancias del servicio. Este espacio daba a lo que antaño fuera un gran patio-salón-comedor en el que se sirvieron cenas.
Por último, el edificio contaba con una azotea a la que sólo tenían acceso los miembros del personal del hotel, encontrándose allí la lavandería y la plancha. Un hotel que a lo largo de su trayectoria sufrió alguna que otra reforma para incluir mejoras estructurales y ampliarlo, haciéndolo más vasto y moderno, por ejemplo, con la incorporación de un ascensor. Aunque lo que más recordarán los onubenses es que a ambos lados del centro estaban siempre los carteles que anunciaban las novedades cinematográficas de las salas de cine del centro.
Pero más allá de sus características arquitectónicas, lo más llamativo del Hotel Granada era la enorme vida que aportaba al centro de Huelva, por cuanto el establecimiento era lugar de encuentro de comerciantes, funcionarios y visitantes que venían a Huelva de paso. También, durante la celebración de las fiestas, era habitual ver a los toreros que toreaban en las Colombinas y que elegían ‘La Granadina’ para descansar.
En cuanto a sus trabajadores, era normal encontrarnos con Domingo, el administrador o contable, atendiendo las necesidades de los huéspedes, proveedores y empleados como persona de confianza del gerente del centro. Para Morales, «Domingo, siempre voluntarioso hacedor de las disposiciones del director y padre de sus amigos, dejaría una marca de agua, en todo cuanto allí sucedía, aunque el estilo viniese marcado por la profesionalidad del propietario y gerente del negocio». Del mismo modo, otros incansables trabajadores fueron Alfonso, que hacía las veces de chico para todo (camarero, guardia de recepción y mozo), conocido por ser muy alto y un fumador empedernido.
Hoy, estas personas, este establecimiento y estas historias han quedado en el olvido, si exceptuamos algunos comentarios que se realizan entre los onubenses o que se publican en algunos foros. Porque el hotel desapareció y el edificio fue destruido, dando paso a una Huelva más contemporánea, en la que se instalaban los nuevos comercios que han ido llegando a la capital onubense.
Atrás quedaron sus helados de chocolate y vainilla, el ir y venir de los huéspedes, el movimiento de un lugar único en Huelva o los pequeños libros de Julio Verne… Recuerdos que de algún modo continúan formando parte de las señas de identidad de Huelva.
En cualquier caso, como nos apunta Diego Lopa, el Hotel Granada formaba parte de un triángulo arquitectónico, en el que también podemos incluir al Hotel Victoria y el Hotel Colón. En la calle José Nogales estaba el Hotel Victoria, un selecto edificio que después pasaría a acoger a la Clínica de la Seguridad Social y, posteriormente, sería sede de la Delegación de Obras Públicas y Vivienda de la Junta de Andalucía en Huelva. Según recuerda Diego Lopa, “en él se alojaron en 1955 los miembros del equipo de rodaje que vinieron a Huelva a cubrir los planos de la película ‘El hombre que nunca existió’. Y allí estuve para pedir autógrafos a los actores. Fue entonces cuando nació mi curiosidad por tan apasionante historia”.
Por su parte, el Hotel Colón estaba frente a La Granadina, “un lugar donde solían ir los toreros y hasta donde me llegaba a verlos salir para la plaza. Recuerdo especialmente a un portugués llamado José Julio que venía con unos cochazos impresionantes”, comenta Lopa.
En este aspecto, también podemos citar a ‘La Extremadura’, la pensión más conocida de Huelva, situada en la actual calle Bocas (antigua General Sanjurjo), que era propiedad de los padres del actor José Luis Gómez. Tal y como explica Diego Lopa, «el edificio continúa en pie y sigue albergando en la fachada que daba al desaparecido Mercado del Carmen, el Café Central. Es uno de los pocos edificios con historia que nos quedan en pie en Huelva: la popular Casa de la Chanca. Ayudemos a que se mantenga con vida». Y así podrían citarse otros lugares, como el Hotel París sin ir más lejos.
Pero no es nuestra intención más que hacer una llamada de atención sobre uno de los rincones que tuvieron más vida en la Huelva de otra época. Un centro turístico, el Hotel Granada, llamativo por sí mismo, por la originalidad de su edificio y por las historias que cada día se vivían en él. Un lugar emblemático de los que no vuelven a repetirse.
8 comentarios en «El antiguo Hotel Granada, una joya de la arquitectura neomudéjar situado en pleno centro de Huelva»
Nunca es tarde para rememorar desde el afecto, las personas, los espacios, las sensaciones vividas. Reivindicar el «Hotel Granada», entre tantos otros escenarios, es una obligación que nos une a nuestras raices urbanas. Muchas gracias Mari Paz.
Magnifica documentación amigo Adolfo. Un abrazo.
Es una satisfacción para nuestra famila comprobar como Huelva Buenas NOticias, ha hecho esta publicación para recordar y en justicia dar a conocer a las nuevas generaciones», La granadina» un Hotel situado en la Placeta regentado por Don Angel Vidarte García, una gran persona y empresario ejemplar, que intentó por todos los medios su permanecia activa. Gracias Mari Paz, buen trabajo..Amigo Adolfo es un bonito recuerdo, tu has disfrutado y vivido momentos entrañables en este- para nosotros GRAN HOTEL
GRACIAS AMIGOS.
FAMILIA VIDARTE-GUERRERO
Gracias por este magnífico reportaje, recuerdos del ayer de l@s onubenses que pertenecemos a esa generación y aún conservamos el recuerdo de nuestra querida Huelva.
Tristeza al comprobar que no se han mantenido excelentes edificios arquitectónicos sustituyendose por otros modernos con diseños equivalentes a otros muchos sin destacar en el futuro.
Pocos nos quedan, no tenemos centro antiguo, deseo que los que superviven no desaparezcan a cambio de un valor económico que no dejan huellas.
Saludos Diego, saludos Cristobal, mis amigos Manolo y Damian, además de Pepe Batanero y yo mismo, vivimos muchos días inolvidables en aquella casa. No se me olvidará el olor y la sensación del serrín en las tardes lluviosas de invierno, o el suelo de cristal de la planta donde tenía la Familia Vidarte sus habitaciones privadas, o aquellos burbujas de cristal que contenian pájaros disecados de muchos colores, o los discos de Los Brincos y como no aquellos helados que disfrutamos a hurtadillas. Genial mil cosas. Gracias por que esa fue para mi una segunda casa. Un lujo. Saludos a todos.
Mis primeros recuerdos al llegar a Huelva son del hotel Granada, allí vivimos unos días maravillosos, con una chica del personal que era tan linda, que nos llevaba al cine, nos acogieron muy bien y era un sitio de cuentos de las mil y una noches, habían unas cortinas de terciopelo Burdeos, muy bonitas y se comía muy bien, recuerdo que en frente estaba arcos centro comercial, y había un guardia de trafico en medio de la placeta, llegamos un 22 de diciembre, el ambiente era festivo y frío, nuestra familia venia de un país de clima ecuatorial. Para todos nosotros el hotel Granada era un sitio entrañable y aquella chica, creo que se llamaba Herminia.
Muchas gracias por el reportaje. Un saludo.
FUE UN GRAN HOTEL UN HOTEL EMBLEMATICO.RECUERDO QUE LOS DIAS DE TOROS TODOS LOS TOREROS HACIAN USO DE EL.UNA FACHADA TOTALMENTE ARTISTICA COMO SE VE EN LAS FOTOS.LASTIMA QUE LA PIQUETA DEMOLEDORA,LO HICIERA DESAPARECER.
Alquilen sabe cuando cerro el hotel Victoria en Huelva el que estaba en c/ José Nogales de Huelva