ILG. A sus 38 años, el onubense Martín Lagares se ha configurado como uno de los escultores más destacados de Huelva con esculturas repartidas por toda la provincia y fuera de Huelva. Natural de La Palma del Condado, Lagares lleva poco menos de 10 años trabajando dándole forma al barro y plasmando en ellas su sello de identidad.
Licenciado en Bella Artes por la Universidad de Cuenca, el joven escultor tuvo su primer contacto con la escultura en 1993 a través del escultor imaginero palmerino Joaquín Moreno Daza. A través de él, Lagares conoció los rudimentos de la escultura y comenzó a interesarse por el arte escultórico que le ha llevado a ser reconocido en toda la provincia por sus particulares esculturas.
Su carrera universitaria comenzó en Sevilla y, ante sus ganas por ampliar sus conocimientos y profundizar en lo relacionado con el arte contemporáneo, Martín Lagares se trasladó hasta la Universidad de Cuenca para finalizar sus estudios. Allí centró sus estudios en las tendencias artísticas de finales del siglo XX como la posmodernidad, el performance, arte sonoro o la estética, “era un buen lugar para conocer los derroteros actuales del arte y llegar a la conclusión de que en el eclecticismo reinante, cualquier forma de expresión tiene su validez, siempre y cuando nazcan de la autenticidad intrínseca de cada artista”, cuenta el artista.
Una vez finalizado sus estudios, Martín Lagares se centró en su pueblo natal, donde comenzó a trabajar la escultura de forma profesional y donde continúa dándole expresión y vida al barro.
– ¿Por qué decidió dedicarse a la escultura?
– La escultura vino a mí por casualidad, nunca antes tuve ningún contacto con la misma hasta que con 15 años, las circunstancias pusieron delante de mí un trozo de barro. Fue encontrar mi elemento, mi medio. A partir de ese momento no deje de modelar, al poco tuve claro que solo me podía dedicar a la escultura. Para mí la escultura es una forma de entender la vida.
– ¿Escultor, imaginero o ambas cosas?
– Considero a la imaginería como un subgénero de la escultura, un subgénero que en esta tierra adquiere especial importancia debido al fuerte impacto cultural de todo lo relacionado con el mundo cofrade. No obstante considero que la imaginería hace tiempo que se ha quedado estancada en su evolución, y que la continua mirada al mundo barroco ha desembocado en una decadencia del estilo, con modelos repetidos hasta la saciedad y con un concepto cada vez más decadente y anecdótico. Aunque, puntualmente realizo piezas de imaginería en las cuales intento imprimir mi sello personal, soy por encima de cualquier otro concepto escultor.
– Son muchos años dedicándose a la escultura pero, ¿cuál ha sido el trabajo más importante de toda su carrera profesional?, ¿a cuál le guardas más cariño?
– No puedo destacar ninguno en concreto, todos los trabajos tienen su importancia. Bien es verdad que hay trabajos que por las circunstancias del momento o bien por la envergadura del mismo tienen una especial relevancia. Un ejemplo puede ser el caso del monumento a Los Marineros de Punta Umbría, el monumento a la Danza de los Palos en Villablanca, que fue el primer monumento que fundí en bronce, un monumento a María Auxiliadora en Mérida, a Don Bosco en Bilbao, que fue el primero de una larga serie de monumentos realizados al fundador de los Salesianos, a La Virgen de Montemayor en Moguer, entre otros muchos.
– Hay esculturas suyas en distintos puntos de la provincia, ¿cuéntenos un poco sobre sus trabajo?
– Los primeros trabajos de envergadura los realicé en el Andevalo, todos ellos relacionados con las danzas ancestrales tan características de la
zona, Villablanca, San Bartolomé , Castillejo o Sanlúcar del Guadiana. También tengo un monumento ecuestre en Castillejo , uno dedicado al Contrabandista en el Granado, al Canastero en Sanlúcar de Guadiana. También he hecho varios monumentos en Punta Umbría, destacando el dedicado a los Marineros, en Lepe, Moguer, Villarrasa , Niebla, Hinojos , y por supuesto en La Palma del Condado. Fuera de la provincia de Huelva tengo trabajos por toda España y algunos países de África y América, la mayor parte de ellos de la mano de los Salesianos, congregación con la que tengo un vínculo muy estrecho que me ha llevado a realizar numerosos monumentos dedicados a María Auxiliadora y a San Juan Bosco.
– ¿Cómo definirías sus técnicas escultóricas, su forma de trabajo?
– Mi forma de trabajo son las propias del oficio, destacando sobre todo la del modelado de la arcilla. Creo que el modelado es la técnica en la que mejor se pueden plasmar los sentimientos y las expresiones, porque el barro recibe de forma directa y fresca todo lo que la fuerza del momento puede reflejar. Una vez en barro y dependiendo de la escultura, se puede dejar en arcilla y cocerla o bien pasarla a otro material, desde fundirla en bronce o hacerla en madera, mármol. Mención especial creo que merecen los nuevos materiales como son las resinas de distintas calidades, que proporcionan una nueva visión a la realización técnica de la escultura.
– ¿Qué es lo que las define a sus obras?, ¿cuál es su sello de identidad?
– Para mí, lo importante de una escultura no es otra cosa que la expresión. Considero que la escultura, como cualquier otra forma de lenguaje, tiene un mensaje que trasmitir al espectador, y para ello utiliza su propio código que es inherente de cada escultor. A mi, y siempre que la funcionalidad de la escultura lo permita, me gusta mucho tratar con las texturas, los inacabados, los fragmentos, prescindir de lo anecdótico y centrarme en la globalidad del conjunto, en la expresividad del mismo. Puedo establecer como máxima la frase de Calvo Serraller: » lo que se pierde en precisión formal se gana en complejidad expresiva». Creo que lo importante de la escultura es sugerir, insinuar, transmitir.
– ¿Cuáles son sus referentes en la escultura?
– Ha habido muchos y muy buenos escultores dignos de admiración. Por supuesto Miguel Ángel, Donatello, entre otros muchos. Entre los españoles profeso una especial admiración por Alonso Berruguete, el cual alcanza unas cotas altísimas de expresividad. Ya en el siglo XX destacaría a Benlliure, Marino Marini o Pablo Serrano. Dentro de la imaginería del siglo XX ,sin duda alguna, Ortega Bru y Enrique Orce.
– ¿Hay algo que le haga especialmente ilusión esculpir?
– No soy de volcar mi ilusión en un supuesto proyecto futuro, al contrario, me gusta ilusionarme con el trabajo diario, proyectar toda la motivación en el día a día.
– ¿Cómo ve el momento actual de la escultura?
– Creo que vivimos en un momento especialmente interesante. Después de todo lo vivido en el siglo XX, con movimientos tan dispares y la enorme diversificación del arte en el cual se han roto todas las fronteras y se han traspasado todos los límites hasta puntos insospechados, estamos volviendo a un concepto más esencial de todas las materias artísticas, una vuelta a los orígenes, a la esencia…
– ¿En qué se encuentra trabajando ahora mismo?, ¿tiene algún proyecto futuro?
– Actualmente estoy realizando un monumento a Don Bosco para Triana y otro para Aranjuez. También estoy realizando el nuevo misterio para el paso del Cristo de las Cadenas, de la hermandad de los Judíos de Huelva. En esto días se ha inaugurado en Moguer un monumento encuadrado dentro del museo al aire libre que con motivo del centenario de la publicación de ‘Platero y Yo’. Se trata en concreto de una representación del capítulo 49 de dicho libro ‘El tío de las Vistas’. También tengo pendiente un monumento ecuestre en San Bartolomé de la Torre, entre otros proyectos.