Paula Crespo. Solo seis lugares de España tienen el prestigio de figurar en el palmarés de los premios concedidos por la Fundación Nobel: Madrid (2), Navarra, Luarca (Asturias), La Coruña, Huelva y Sevilla. Seis sitios para siete galardones, dos en Medicina y cinco en Literatura, concedidos a figuras de renombre en ambas materias como José Echegaray (1904), Ramón y Cajal (1906), Jacinto Benavente (1922), Severo Ochoa (1959), Vicente Aleixandre y Camilo José Cela.
En ese selecto club de los seis Juan Ramón Jiménez escribió en 1956 el nombre de su Moguer natal y con él el de Huelva para que perduraran para siempre en la historia de los Premios Nobel. Tal día como hoy, un 10 de diciembre de hace 58 años, la poesía del moguereño -cuyo máximo exponente es sin lugar a dudas Platero y yo- y la literatura española recibían este reconocimiento mundial.
Juan Ramón, que había sido ya candidato en varias ocasiones para recibir el galardón, no acudió a la ceremonia celebrada en Estocolmo a recoger el premio por el fallecimiento de Zenobia, apenas tres días después de conocer el poeta la concesión del mismo.
HBN ha querido recordar a través de la prensa de la época la concesión del Premio Nobel a Juan Ramón Jiménez, desde que se enteró por un telégrafo del secretario de la Academia sueca de Literatura, Anders Oesterling, cuando residía en Puerto Rico, el 25 de octubre de 1956, hasta que se entregaron los galardones el 10 de diciembre de ese mismo año.
Así, la página 35 de la edición de la mañana del diario ABC de Madrid con fecha viernes 26 de octubre de 1956 recoge que «[…]La Academia sueca de Literatura hizo la selección, e inmediatamente telegrafió a Juan Ramón Jiménez, comunicándole que había ganado el premio consistente en un millón y medio de pesetas aproximadamente».
Esta misma institución alegaba que el premio se le concedía a Juan Ramón «por su poesía lírica, que en lenguaje español constituye un elevado espíritu y pureza artística«. En un discurso por radio recogido por la agencia EFE, Oesterling declaraba que «la mejor forma de entender a Juan Ramón Jiménez es leer su maravillosa obra sobre ‘Platero’, el burro, que también honra a su nativa Andalucía. Para la Academia sueca ha sido un placer hacer del Premio Nobel de este año un tributo a la literatura española, que por varios motivos ha tenido poco éxito en esta competición internacional. Han pasado treinta y cuatro años desde que se concedió el último Premio Nobel a un español, el dramaturgo D. Jacinto Benavente. Por ser un soñador idealista, Juan Ramón Jiménez representa la clase de escritor a quien Alfred Nobel gustaba apoyar y recompensar. Representa la orgullosa tradición española, y haberle concedido el laurel es también laurear a Antonio Machado y a García Lorca, que son sus discípulos y le elogiaron como maestro».
Por aquel entonces Juan Ramón residía en San Juan, Puerto Rico, y acogió la noticia con tristeza e indiferencia, ya que Zenobia se encontraba en gravemente enferma de cáncer en la Clínica Santurce y su fallecimiento, según habían vaticinado los médicos era cuestión de días.
Desolado por el estado de salud de su esposa, las declaraciones del poeta moguereño fueron escuetas y ABC las recogía de esta manera: «Mi agradecimiento a todos aquellos que han contribuido a que se me conceda este inmerecido galardón. Debido a la grave enfermedad de mi esposa, el Premio Nobel me apena profundamente. En cuanto a mí, no tengo nada que decir».
No quiso leer la prensa. Ni hacer declaraciones en una conferencia, según declaró una de las enfermeras de Zenobia. Con él estaban el canciller Jaime Benítez, quien le dio la noticia, y el cónsul de España, Emilio Núñez.
Huelva
Esa misma edición de ABC incluye la crónica telefónica del corresponsal en Huelva del medio quien afirmaba que «había llenado de júbilo a la ciudad y especialmente a sus paisanos de Moguer, donde el recuerdo del poeta se conserva intacto». El alcalde moguereño de la época Sr. Goristidi respondía a un mensaje de Juan Ramón en el que le decía que estaba orgulloso de Moguer y que lo añoraba, con estas palabras: Moguer, tu blanca maravilla, felicita a entrañable poeta y se felicita por concesión Premio Nobel, estremecido alegría, orgullo y cariño, extensivos a Zenobia, que es también muy nuestra«.
Asimismo, recoge la celebración de una reunión entre el gobernador civil, el presidente de la Diputación y de la cátedra ‘Martín Alonso Pinzón’ y alcalde de Moguer para preparar un homenaje de carácter nacional a Juan Ramón Jiménez, que se iba a celebrar en diversos lugares emblemáticos como Fuentepiña, donde el moguereño escribió Platero y yo.
Entrega de premios
Tal y como recoge la edición del 11 de diciembre del diario Odiel y como se ha mencionado anteriormente Juan Ramón Jiménez estuvo ausente de la ceremonia de entrega de los Premios Nobel celebrada en el Gran Salón de Conciertos de Estocolmo y que congregó a unas 2.000 personas, ni al posterior banquetepara 130 invitados que tuvo lugar en el edificio de la Bolsa.
En su nombre recogió el galardón el canciller y rector de la Universidad de Puerto Rico, Jaime Benítez. Antes el poeta sueco Hjalmar Gullberg, justificó la ausencia del poeta moguereño y dijo de él que era «el último superviviente de la generación del 98. Ha sido el maestro de la ulterior generación de poetas de los dos lados del océano que separa y une las naciones hispanas».
Aunque no lo recogió personalmente, Juan Ramón Jiménez, situó a Moguer y a Huelva en el foco de la literatura mundial en 1956, inmortalizando Platero y yo y su forma de entender la literatura y la poesía para siempre.
