Sapiensity/@Sapiensity. La manera de hacer y de escuchar música ha cambiado con el uso de la tecnología. En la actualidad vemos el avance de las tecnologías, pero nos hemos preguntado alguna vez ¿Cuál es la incidencia de éstas a nivel antropológico? Herramientas como Internet o el móvil nos han afectado a tal punto que hemos adquirido una razón técnica. Ésta es por definición una razón de cálculo y esencia organizacional.
La sociedad actual tiene un imperativo de inmediatez, un afán incansable para sortear de la manera más fácil y rápida cualquier tipo de problema, transformándose la razón general paulatinamente en una razón calculadora. Ahora absolutamente todo tiene algún tipo de valía. Se ha adquirido un aprecio enfermizo por el tiempo, donde constantemente estamos en prospectiva, pensando qué será del mañana sin haber terminado el hoy.
Debido a que la música y su disfrute ha encontrado en las tecnologías y los dispositivos móviles un campo abonado para “enclaustrarnos “ mientras desarrollamos muchas actividades domésticas, cada vez se leen y escuchan más voces que aluden, de forma irónica o crítica, a la necesidad de protegernos del abuso o la dependencia silenciosa que nos está llevando a una deriva social con más sombras que luces.
En este sentido, se me ocurre dos reflexiones que he leído hace poco: “Descubierta una novedosa forma de chatear en directo, a través de la voz y en 3D. Lo llaman: tomarse un café con alguien “ y “ La tecnología te acerca a los que están lejos pero te aleja de los que están cerca “.
Cuántas veces nos topamos, sufrimos o padecemos la “obesidad digital” por el exceso de consumo de todo lo que tiene que ver con lo digital!! La nuevas tendencias “digitales” curativas apuntan a la necesidad de empezar con el “de-teching”, un neologismo que representa la idea de deshacerse de la tecnología.
Por otra parte, nos encontramos con profesionales de gran prestigio en el panorama musical, tal es el caso de Stephen Webber, director de innovación en tecnología musical en la prestigiosa Berklee College of Music en Valencia, que analiza sus vivencias respecto a la transición hacia un mundo, el de la era de la información, que está cambiando radicalmente la manera en la que ésta se crea, se compone, se toca, se produce y, cómo no, se consume. «No tener miedo a hacer las cosas de forma diferente» es, en su opinión, la clave para innovar en un ámbito, el de la música, en el que la audiencia cada vez tendrá un papel más protagonista y activo.
No obstante, la gran controversia que nos acompaña últimamente tiene que ver con la supuesta legalidad o no de las descargas que hacemos desde las plataformas musicales. Coincido plenamente con las reflexiones que el tecnólogo Enrique Dans viene publicando en su blog. Citando su último artículo, “ Holanda se une a Suiza y se niega a desarrollar legislación a la medida de los lobbies del copyright: las descargas de música y películas para uso personal seguirán siendo completamente legales en el país. Repite conmigo: COM-PLE-TA-MEN-TE-LE-GA-LES, sin ningún tipo de consideración adicional.
El fortísimo esfuerzo de los lobbies del copyright para intentar forzar al Parlamento holandés a desarrollar legislación a su medida ha desencadenado un duro debate y una reacción en contra que ha terminado considerando que una legislación así provocaría de forma inequívoca tres efectos sumamente perniciosos: Restricciones al flujo libre de información en la red, Invasión de la privacidad de los usuarios y Aparición de trolls del copyright dispuestos a aprovecharse del sistema».
Quedan aún muchas trabas que vencer, muchas mentalidades e intereses económicos que contrarrestar para poder adaptarnos de forma natural a las nuevas tecnologías que ha implicado pertenecer a un mundo global donde los paradigmas clásicos de monetizar las creaciones están cambiando para poder subsistir. A la música le ha llegado como a todas disciplinas su hora de digerirlo sin plantear luchas y lobbies que seguro no llevarán a nada.
