Juan Carlos Jara. Convertirse en líder ofreciendo información en positivo no es algo sencillo en un mundo como éste. Y convencer al lector de que es posible hacer otro tipo de periodismo y de que nuestra sociedad está llena de aspectos positivos se puede convertir, si no se trabaja con rigor y profesionalidad, en una tarea casi imposible. La trayectoria de Huelva Buenas Noticias en estos catorce meses de existencia sirve para demostrar que la prensa digital goza ya, pese a su juventud, de una extraordinaria salud y para dejar en evidencia que reproducir notas de prensa y comunicados más o menos sesgados nunca es, ni mucho menos, una apuesta seria por esta hermosa profesión.
Me niego a creer que el periodismo moderno consiste en abrir una web de noticias que se actualice frecuentemente y llenarla de noticias poco trabajadas, sin fajarse a pie de calle para buscar nuevos puntos informativos. La clave para ser los mejores y para llegar a un amplio espectro de la audiencia no puede incluir como ingredientes indispensables la primicia poco contrastada y la creación de un espacio a pie de artículo que ofrezca vía libre al lector para mostrar lo peor de sí mismo. El punto de vista del más espabilado nunca debe ser, por muy pronto que haya llegado a la redacción, un buen leitmotiv para un periodismo de calidad y con alta credibilidad.
Las malas noticias están ahí, día tras día, y no pueden ocultarse. Pero el mundo y una mediana ciudad de provincias están repletos de buenas nuevas que esperan, con muy poco afán de protagonismo, la llegada de un buen cazador que sepa mostrar la realidad sin dejarse llevar por el espectáculo de la polémica, real o ficticia, que tanto nos atrapa a través de los medios. Creo firmemente en el papel del periodismo como garante de la democracia y de la justicia a través de un espíritu crítico y comprometido que, pese a ello, no puede estar basado en polemistas sin ánimo constructivo y en la búsqueda constante del lado más negativo de nuestra sociedad. Las malas noticias existen, pero son muchas más las buenas noticias. Abrir nuestros brazos para dar cobijo a la información sesgada y al comentario malintencionado no puede ser un buen camino para continuar avanzando.