Carlos Arroyo. La quietud de un coso centenario impregnada del silencio del campo. El aire marinero que se enreda en el cabezo para ser testigo de la majestuosidad del arte en el estado más puro. Cuando fluye el toreo sin reglas, cuando el cuerpo se desmaya ante el paroxismo de la verdad más absoluta, cuando un torero que ama y respeta su profesión deja que le invada la soledad de un coso casi vacío y se entrega a él en una sinfonía que sólo escucha su alma. Entonces el torero es él, sin ataduras, y se viven momentos de excelsa belleza en el imposible diálogo inaudible de una muleta y un animal entregado. O de los caballos toreros en su danza templada de torería.
Los matadores de toros Iván Fandiño y Juan Pedro Galán, el novillero onubense que debutará con picadores el próximo 16 de marzo en Huelva David de Miranda, y los rejoneadores Diego Ventura y Andrés Romero, junto con el mismo ganadero José Luis Pereda López nos hicieron vivir una mañana de domingo inolvidable. Todos torearon, rejonearon e, incluso picaron, lo hizo Iván Fandiño, pero lo esencial fue que disfrutaron de su profesión, de su vida, y la respetaron como sólo los grandes profesionales pueden hacerlo, con seriedad y dejando que fluyera su arte sin ataduras.
Es el pistoletazo de salida ante una temporada, una más, que será exigente para todos, tanto a toreros como ganadero, y que sin solución de continuidad tiene su próxima cita en la Plaza de Toros mercedaria con la novillada anunciada para el próximo domingo, en el que alternarán Posada de Maravillas, Lama de Góngora y David de Miranda, éste último dando un paso más en su carrera debutando con picadores, ante un encierro de Martín Lorca.