(Las imágenes y el texto de este artículo, no corresponden a
los contenidos del libro “Casinos de Huelva”)
Miguel Mojarro.
Aljaraque es un balcón a la marisma de Huelva. Con aires de lugar sosegado y lejos del bullicio de la ciudad. Con casas que fueron y son bonitas y otras que no existían y pretenden serlo. Y calles de las de antes, limpias y tranquilas, con gente y vecinos que se conocen.
Y enfrente, Huelva, la ciudad con sus grúas y su promesa de prosperidad. Pero Aljaraque se mantiene firme en su calidad de vida. Solamente asomada a la marisma desde su atalaya privilegiada y manteniéndose al margen de cantos de sirena.
Y su Casino. De blanco, que recibe la luz de la ría y del poniente dorado. Casino que fue escuela y que ofrece un atractivo heredado en su arquitectura y de su entorno rural. En calle tranquila y a mano de todo. Pero con el valor añadido de estar al margen de cuanto pueda dañar el bienestar de los socios.
A trasmano de todas las rutas de la región, Aljaraque es una colina que se ofrece y a la que hay que sucumbir. Y subir por sus calles de pendiente no molesta, hasta llegar al Casino, lugar de encuentro y de peregrinación de quienes somos adictos.
Una vez en su fachada, pararse un momento a disfrutar de su sencilla armonía y de ese encanto que tienen las edificaciones que son «como antes», sin pretensiones, pero dando una lección de belleza sin recovecos.
No es mala idea darle la vuelta al edificio antes de entrar, para sentir esa sensación placentera de poder «rodearlo», que es como certificar su desahogo rural. Como decía un amigo mío, antes de ser rico: «Quiero tener una casa a la que pueda darle la vuelta andando».
Y dentro, tras la entrada protegida con la doble puerta de madera y cristal, como en las buenas casas, un salón que comparte espacios bien delimitados. Un sólo salón con tres ambientes diferenciados: Bar, mesas de billar y el gran salón. Pero no se mezclan, sino que se acompañan y se adornan mutuamente.
Es agradable de ver y de disfrutar, porque una partida de billar cerca del bar, es dar facilidades a acompañarla con manguara o café, según la hora. Y terminar leyendo la prensa en una de las mesas del gran salón, mientras se disfruta de unos ventanales que nos dicen que al fondo está Huelva. Y la marisma. Y el sol de la mañana. Y el exterior, porque dentro está el placer.
En una de mis visitas, pude ver une exposición de pinturas muy atractivas, que es actividad normal en este espacio. Exposiciones y charlas, celebraciones y acontecimientos. Éste es el espacio que el casino ofrece a cuantos eventos lo requieran. Especialmente a los infantiles, porque se acogen aquí fiestas de cumpleaños de niños de la localidad. No es mala iniciativa que aporta inquietudes casineras para futuros socios. Y, de camino, labor social y de ocio, que eso son los casinos. Y para eso están. O deberían estar.
300 Socios desde 1947 pueblan esta sociedad, que tiene precios muy bajos para pensionistas, jubilados e hijos de socios mayores de edad, que no tengan trabajo. Y no es de extrañar, porque el Casino de Aljaraque es un referente en las horas de asueto de la localidad. Y por su belleza sencilla que presume de armonía en sus líneas y en su entorno.
Ajedrez, billar, dominó, prensa, cartas, tv…, son actividades habituales, pero sobre todo ese juego de cartas tan peculiar que se llama la «Manilla», que permite que amigos compitan como compañeros para poner en riesgo la astucia y el café.
Y bailes de fin de año y el de de los «casaos», que en enero cumple tradición. Es bueno eso de que los bailes se den cita en los casinos, porque un tiempo hubo en el que era el único lugar en el que justificar arrechuchos legales. Y pretextos para «tirar los tejos» por primera vez.
Y más cosas que amplían la oferta para el asueto.
Una enorme ventana acristalada, separa el gran espacio de otro, no pequeño y luminoso, que acoge mesas y grupos que aíslan al resto de los comentarios que se hacen en las partidas. Sala de juego bien dotada de luz y con la intimidad que se requiere. Porque esa ventana acristalada deja ver el interior, pero sin incordiar a los que dentro quieren que los dejen en paz. Dentro, solamente los que cierran a pitos, cantan cuarenta, envidan o ejercen de mirones. Que eso es tarea muy apreciada y necesaria. ¿Qué sería de una partida sin el aliciente de mirones para presumir?
Detrás, la joya. Una terraza amplia, con espacio grande que la hace espléndida para noches de verano. Y en ese otoño del Sur que es envidiable cuando el sol se pasea a mediodía. Y en primavera, que es estación que parece vecina de Aljaraque.
Terraza para estar de largo y con quien sea. Incluso sólo. Libro, prensa o radio. Huelva enfrente y la marisma abajo. Y, en feria, todo el jolgorio de luz y ambiente que se dan cita allí. Porque en Aljaraque, la Feria es socia del Casino.
Por cierto, hay una próxima acción que incrementará de manera interesante el atractivo de esta terraza: La colocación de toldos que la habiliten para uso en esas horas en las que el sol pica un poco y que pueden permitir el uso de la terraza un tiempo más prolongado. Habrá que ir en esos días de primavera en los que apetece la sombra, pero gusta el calorcillo de abril. Y de septiembre, que no es mal mes en estos pagos.
Pero hay algo que agrega interés a este Casino inédito: Las setas. Interés que se desarrolla a través de una asociación micológica con la que el casino colabora y comparten actividades.
Salidas al campo y la celebración del Día de la Seta, motivan a los muchos aficionados que hay a esta actividad en auge. Charlas para informar y reuniones para acordar actividades. Y las setas como motivo de una relación social y con el entorno. Incluso con otros puntos de la provincia con los que la relación ha surgido alrededor de la afición micológica.
Por Aljaraque no se pasa camino de ninguna parte. Pero se ve en lo alto, sobre la loma. En esa loma está el Casino. No basta con imaginarlo, hay que dejar la ruta, subir la loma, aparcar con facilidad delante del propio Casino y entrar a lo que se quiera. No hacer esto, es desperdiciar una oportunidad de placer sosegado.
Y dejar abajo, en la carretera, todo lo que sea incordio no deseado. Al Casino de Aljaraque hay que entrar listo para un asueto digno.
Equipo Azoteas
www.azoteas.es
2 comentarios en «Aljaraque. Un mirador a la marisma»
Efectivamente, Aljaraque no es ruta de camino, es, solamente, destino, y buen destino desde donde se divisa el entorno marismeño que proteje a esa riqueza natural que no se cuantifica en monedas y favores; desde donde recordar que antaño fuera tartésica; en la soledad de la penuria minera que entregó su esfuerzo a cambio de poco pan. Pero Aljaraque sobrevivió y creó en su entorno una riqueza que debe de administrar, no bajo el prisma fiscal, sino desde el sentimiento de que quien ahí habita, es también aljaraqueño, no es ciudadano foráneo y debe ser integrado. Y ahí es donde el casino recobrar todo su valor a través del desarrollo social y cultural que debe unir a los pueblos y a sus gentes.
Visité el Casino hace tiempo, casi por casualidad, cuando me ofrecieron ser parte de la junta de gobierno, pero había otras prioridades y prefería ayudar desde fuera, más que desde dentro; y lo recuerdo con un local pequeñito, quizás no lo ví completo, pero fue mi primera visita a un casino de Huelva, y me cautivó.
En el término de Aljaraque habitan mas de diecinueve mil personas censadas que deberíamos apoyar a los trescientos fieles seguidores de un casino que, de manera “espartana”, se opone a rendir su plaza.
Gracias Miguel por darnos esa visión tan bella y completa de «mi» casino.
Uno va de sorpresa en sorpresa. El Señor de la Morena, científico que empecé admirando, pasa a ser una continua aportación de gratas noticias, aprovechando cualquier ocasión que se presente.
Ni idea de su vinculación sentimental con el Casino de Aljaraque. Y de pronto se manifiesta, en un gesto que lo hace más admirable aún y honra a «su Casino».
Gracias a ti, Benito, porque tus comentarios incrementan de manera notable mi información sobre este objeto de deseo que son los Casinos.
Algún día le pediré a Benito de la Morena colaboración para aprovechar todo su enorme potencial de choquero valioso. De momento, gracias.