Andrés Espuelas. Cuenta la leyenda que una vez 1.500 recreativistas derribaron las murallas del Nuevo Arcángel en Córdoba y que se dejaron la piel y la garganta por un escudo.
Corría el año 1235 cuando Fernando III ‘El Santo’, rey de Castilla y León, averiguó, mediante el chivatazo de unos musulmanes, que las murallas de Córdoba no estaban bien vigiladas, por lo que su invasión sería posible. Sabía, también, de la decadencia del pueblo que construyó la Mezquita o Medina Azahara. Fernando III y los católicos españoles tenían en la capital del Al-Andalus algo que les pertenecía, que no era otra cosa que la ciudad entera.
Pues bien, por el mismo deseo de pertenencia, unos 1.500, llámalos locos de la cabeza, pusieron carretera y manta desde Huelva con el objetivo de derruir los muros del Nuevo Arcángel porque el equipo de su ciudad les necesitaba. Sin embargo, a diferencia del ejército de Fernando III, las armas de esta hinchada era la garganta, unas cuantas banderas repartidas entre todos y, sobre todo, ilusión, mucha ilusión.
Dicen que la fecha de la conquista de, por aquella entonces Qurtuba, fue sobre los últimos días del año 1235. Fue en una noche oscura y de muy mal tiempo. Curiosamente, el día del partido el viento, con lluvia incluida, tiró árboles y rompió más de un paraguas. Se estaban dando las mismas circunstancias para poder convertir las líneas verdes del estadio cordobés en azules y obtener la conquista. Y, como si de un ente con vida propia se tratara, la marea albiazul oleó hasta el Nuevo Arcángel para, una vez allí, adueñarse de una de sus esquinas durante todo el partido.
Fernando III no pudo salir en periódicos, ni en Internet ni en televisión, cosas de la época, pero nosotros –servidor incluido- sí que lo hicimos. Además, en el estadio sólo se escuchaba a una afición que únicamente paró en el descanso y que también se quedó 45 minutos esperando a que saliera el equipo –bueno, a nueve jugadores y Sergi-. Cuenta la leyenda que un 4 de enero la afición recreativista conquistó el Nuevo Arcángel por el amor a un escudo.
Por cierto, el equipo perdió pero eso es lo de menos.
1 comentario en «Cuando invadimos Córdoba»
Muy bueno andrés.