Investigan la supraconciencia de los mosquitos en San Juan del Puerto

José Manuel Alfaro, dentro de su sección Cuaderno de Muleman, nos trae una semana más un artículo de ficción.

José Manuel Alfaro/ Sección de ficción Cuaderno de Muleman. Qué pasa cuando un mosquito desaparece, a pesar de su vuelo ecléctico y calculado por milisegundos, de su velocidad sónica, de su agilidad para escapar, la tenacidad de esquivar el peligro, dejarse llevar por el viento, salir de la nada, convertir las debilidades en fortalezas, de sortear objetos, evitar el colapso de su alas en una adiabática y súbita ascensión imposible, entrar en barrena, caer al suelo y mover sus alas elevándose como si nada o incluso resistir el envite de las manos como si fueran invencibles, hasta que esa infinitud se rompe y termina desequilibrando esa delgada línea que separa la vida y la muerte de mosquito, entre dos manos, en una pared ensangrentada o sobre el suelo.

Mosquito con supraconcienciaPues lo que queda después es la supraconciencia ese estado de conciencia superior de la mente cotidiana, una forma de conciencia no local o conciencia universal que trasciende el cuerpo físico y que muchos la relacionan con la verdadera identidad del ser, la intuición, la creatividad y la conexión espiritual. Una supraconciencia que se considera una conciencia que permanece después de la muerte física, a diferencia de la conciencia local o neuronal, que ya no depende del funcionamiento del cerebro.


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Marisma de San JuanAl menos eso es lo que piensan un grupo de investigadores que se han desplazado hasta las marismas de San Juan del Puerto en los que no parece haber terminado todavía el verano. Y donde dónde las hembras siguen depositando millones de huevos de los que eclosionan larvas acuáticas que catorce días después levantan el vuelo para completar su ciclo de la vida y donde la supraconciencia juega un papel fundamental que completa la infinitud de unos mosquitos que ya no entiende de verano y para los que el otoño se ha convertido en su segunda estación.

Una supraconciencia que se manifestaría en esas experiencias cercanas a la muerte de los mosquitos en situaciones críticas, que después de volver de la muerte reportan la evidencia de esta conciencia no local. Una supraconciencia que también se manifiestanría en esos momentos de inspiración artística con esos vuelos imposibles, mientras se sienten gota y océano a la vez, momentos en los que se maximiza los procesos de intuición y precognición, que no es otra cosa que la capacidad de percibir información o acontecimientos futuros sin necesidad de un razonamiento lógico. Un proceso de supraconciencia en el que el altruismo y el amor en forma de empatía, amor y deseo de dar, emana de esta conexión con lo universal.


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Imagen de la supraconcienciaAunque para la comunidad científica no está claro si los mosquitos de las marismas de San Juan y alrededores tienen conciencia, en lo que si se ponen de acuerdo los científicos es que tienen un sistema nervioso simple, son capaces de aprender, procesar información y sentir dolor, unos criterios que no son los únicos para definir la conciencia tal como la entendemos en los humanos. Y eso es lo que este grupo de científicos investigan sumergidos en las marismas sanjuaneras, mientras caen presos de su succión sangrienta y su zumbido melancólico, antes de encontrar entre los millones de ellos, esa supraconciencia que hay después de la vida en ese cerebro de 200.000 neuronas.



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