Diego Barbadilla. A ver, lo confieso: cuando escuché por primera vez eso de “Modelo de Lenguaje Grande” o LLM (LargeLanguageModel), pensé que era otro palabro técnico que no me iba a afectar en lo más mínimo. ¡Error! Hoy no solo los uso a diario, sino que hasta me ayudan a dar clases. Así que en este post quiero contarte, sin rollos complicados, qué son estos modelos, cómo funcionan y cómo los estamos usando ya en la universidad (¡sí, incluso sin saber programar!).
Un LLM explicado en cristiano
Imagínate que tienes un amigo que ha leído millones de libros, artículos, tuits, correos, blogs… y que es capaz de escribirte una respuesta coherente sobre casi cualquier cosa. Ese “amigo” es un modelo de lenguaje como ChatGPT o Gemini. Lo que hacen es predecir la palabra más probable que sigue a otra, basándose en patrones aprendidos de toneladas de texto.
Por ejemplo, si escribes “la capital de Portugal es…”, el modelo calcula que lo más probable es que venga “Lisboa”. Así, palabra a palabra, arma una respuesta que parece escrita por una persona (a veces más educada que nosotros, todo hay que decirlo).
¿Y para qué sirve todo esto en clase?
Durante una formación en la Universidad del Algarve sobre inteligencia artificial aplicada a la educación, aprendí algo que me voló la cabeza: con los LLM no solo podemos hacer preguntas a lo loco, también podemos crear asistentes educativos específicos para nuestras asignaturas.
¿Cómo? Pues con un prompt (es decir, una instrucción bien pensada). Por ejemplo: subo un vídeo de clase, lo convierto en texto con un plugin como YouTube Summarize, y le digo a mi chatbot: “Hazme un resumen coloquial para mis alumnos, crea un post para el blog, y genera una infografía”. ¿Resultado? En minutos tengo material para usar en clase, en redes o donde sea.
De vídeos a cursos completos
Una de las cosas más interesantes que vi fue cómo se pueden crear cursos enteros con la ayuda de LLM. Subes el contenido (vídeo, PDF o incluso solo audio transcrito), aplicas un prompt adecuado, y el modelo te genera:
- Resumen del tema
- Preguntas tipo test (¡con corrección automática!)
- Un chatbot con voz que responde dudas
- Un sistema de seguimiento con nota y diploma (¡sí, diploma!)
Y lo mejor: todo esto se hace sin saber ni una línea de código. El sistema genera automáticamente HTML, organiza las lecciones por tiempos, y permite interacciones como si fuera una plataforma de e-learning. ¿Alguien más dijo revolución educativa?
GPT, Gemini y compañía: ¿cuál usar?
En el curso hablamos mucho de ChatGPT (el de OpenAI) y Gemini (el de Google). El primero es muy popular, pero si lo quieres con todas sus funciones hay que pagar. Gemini, en cambio, ofrece más capacidad de contexto (puede procesar documentos más largos), es gratuito y también multimodal (entiende imágenes, audio y vídeo).
Y para quienes quieran algo más técnico o personalizable, existen los modelos open source como Mistral, Meta o incluso modelos chinos como Qwen. Es decir, opciones hay para todos los gustos.
¿Y si me da miedo que “alucinen”?
Buena pregunta. Los LLM a veces se inventan cosas (especialmente fuentes bibliográficas). A eso lo llamamos “alucinaciones”. Para minimizarlo, hay que usar prompts bien diseñados. Yo, por ejemplo, siempre indico: “Si no tienes una respuesta basada en datos reales, di que no sabes”. Y funciona.
Además, cuando creas un asistente educativo, puedes entrenarlo con tu propio material (PDFs, temas de clase, vídeos), y así te aseguras de que sus respuestas se basan en tu contenido, no en lo que «cree recordar» de internet.
¿Se necesita saber programación?
Rotundamente, no. Yo no tengo ni idea de JavaScript, ni de Python ni de ningún lenguaje de esos. Y sin embargo, con las herramientas adecuadas, he conseguido montar simulaciones visuales, cursos completos y asistentes personalizados. Basta con tener curiosidad, algo de paciencia, y saber copiar-pegar bien un prompt.
Entonces… ¿deberías probarlo?
Si eres docente, estudiante o simplemente curioso, mi consejo es que empieces por lo básico: crea una cuenta en Gemini o en ChatGPT, y comienza a hablarle. Pídele que te explique algo como si tuvieras 5 años. Luego intenta crear un resumen, unas preguntas tipo test o un guion para clase. Vas a ver que esto no es cosa del futuro. Es del presente, y está más al alcance de la mano de lo que imaginás.
Yo ya no concibo una clase sin apoyarme en estas herramientas. No porque las necesite, sino porque hacen todo más fácil, más ágil… y sí, un poquito más divertido.
¿Te animas a crear tu primer asistente educativo? Si te interesa, en el próximo post te enseño cómo hacerlo paso a paso. Y como siempre, cualquier duda, aquí estoy.