M. D. Castelló. Bon Joon-ho ha vuelto, y esa es, sin duda, una de las mejores noticias cinematográficas del año.
El director de Memories of Murder (2003) regresa con Mickey 17 (2025), una adaptación del libro Mickey 7 escrito por Edward Ashton y protagonizada por Robert Pattinson.
Las expectativas son altísimas. Su anterior largometraje, Parásitos (2019), no solo conquistó el Oscar a Mejor Película, sino que también se alzó con la Palma de Oro en Cannes, un hito solo repetido en la historia por la magnífica Anora (2024) el presente año.
La precisión quirúrgica con la que Bong Joon-ho construyó su último film deja entrever una exigencia similar para Mickey 17. Sin embargo, más que una cuestión de ejecución por parte del cineasta, será el público quien dicte si está a la altura de su legado.
Esta nueva propuesta fusiona ciencia ficción, comedia negra y un drama en constante florecimiento (que no llega a florecer), nos regala en cada detalle visual la firma del director surcoreano. Sabiendo aprovechar al máximo su puesta en escena, su diseño de producción y meticulosidad en los gestos del elenco actoral, la película nos muestra un mensaje que trasciende una historia de ficción.
Es obvio que cada uno de los personajes del largometraje parodia a una entidad del mundo real, ya sean políticos o dueños de medios de comunicación, al igual que parodia colectivos de una forma muy sutil y que solo los más atentos al detalle van a poder captar.
La filmografía de este realizador suele reflejar siempre una imagen de lo maltratada que está la clase trabajadora, algo que pudimos ver incluso en The Host (2006), teniendo en dicha cinta muy poco hueco para hablar sobre el desarrollo de una sociedad con recursos limitados.
Sin conocer la fidelidad con la que se ha adaptado el material original, es una historia que invita mucho a hacer ese tipo de denuncia social, llegando a llamar al puesto laboral del protagonista “prescindible”, que es en sí una burla de la precariedad laboral que predomina en el primer mundo. Al igual que llega a mofarse de los trabajadores diciendo de forma muy clara (casi burda) que antes eran útiles como frigoríficos y ahora no son más que un ladrillo.
En cuanto a las actuaciones, el estilo asiático de llevar las emociones al extremo es un rasgo evidente en el reparto, con interpretaciones que oscilan entre la histeria, la rabia desbordada y una pasividad inquietante. Robert Pattinson, Mark Ruffalo y Toni Collette parecen haber disfrutado de esta intensidad, aunque no siempre se traduce en actuaciones matizadas. Más que excelencia interpretativa, el resultado encaja con la cadencia exagerada del film.
También hay que decir que no todo es bueno, puesto que esta es sin duda su película más peliculera, valga la redundancia.
Si bien mantiene sus señas de identidad, hay concesiones evidentes: una comedia más accesible, códigos propios del cine de acción y resoluciones narrativas que, en ocasiones, sacrifican la profundidad filosófica que la historia insinúa. Incluso su final, en lugar del característico desenlace agridulce del director, se inclina por una conclusión más convencional, cercana al blockbuster hollywoodense.
En definitiva, Mickey 17 es una buena película, incluso una buena película de Bon Joon-ho, pareciendo un pastiche entre Snowpiercer (2013) y Okja (2017) que, si bien puede gustar a todo el mundo, puede que a los más cafeteros se les quede una sensación de insuficiencia de potencial del que ya es uno de los mejores directores del mundo.