J.M. Alfaro (El cuaderno de Muleman). En los próximos días, aprovechando el mes de los buenos deseos, de la vuelta a los gimnasios, el retorno a las clases, a los despachos, la precariedad laboral de los fines de semana en el bar de tu tío o en el restaurante de comida rápida recalentando hamburguesas. Días de limpiar los cajones y las fachadas, pasar la aspiradora al coche, llevar a tus hijos al parque a columpiarse. Un tiempo de volver a las tardes de café, cambiar la ropa del armario de percha, leer para resguardarse del ruido o porque no hacer anuncios importantes sin andarse por los cerros del Andévalo.
Nada por tanto es casual en este mes en el que miramos con otra luz, hemos pasado de la luminosidad cegadora a la abrumadora nostalgia de un mes que se abre al frío de las mañanas y las tardes frescas. Volvemos del calor como queriendo limpiarnos las cenizas de la piel que sol abrasador ha consumido, queriéndonos quitar peso para esta nueva andadura que parece abrir un nuevo año funcional sin tener que pasar por el 1 de enero. Incluso nos sentimos preparado para tomar decisiones que no hubieras tomado hace quince días, porque no nos importa el pasado, nos importa el futuro.
Esto ha debido pensar este futbolista profesional que ha elegido El Cerro del Andévalo, una de esas lomas que rodean a este pueblo de la provincia a camino entre la arena de la playa y la sierra para anunciar algo que no hubiera hecho en otro mes que no fuera este. Tomar decisiones trascendentes tiene su momento, no es un regalo al aire, es un acto de valentía que necesita de las mejores condiciones para conseguir el efecto deseado, el de la visibilidad, el de la mediatización de una noticia que pasaría desapercibido si lo anunciado no formara parte de esa cultura del silencio que existe en el mundo de futbol, de un tema del que todo el mundo sabe, que nada que no se ve no existe.
Todo el mundo se pregunta porque ha elegido este lugar inhóspito de la provincia, en el que la despoblación está descapitalizando el tejido sociocultural y económico, dejando el territorio en manos de la encomia de envío en 24 horas. Los bares se vacían, las bibliotecas abren horas, las actividades culturales desaparecen del calendario de estos pueblos que parecen morir lentamente en el olvido. Lugares a los que no llegan ni una ínfima parte de los millones de turistas que han visitado a la provincia este verano, son los olvidados de la tierra media de un vasto territorio que paradójicamente se ha convertido en uno de los mejores lugares de la provincia para observar la limpidez de un asombroso cielo estrellado.
Y en medio de este olvido, llega el anuncio de la homosexualidad de un jugador de futbol profesional para poner voz en este páramo para dejar solidaria constancia de la soledad de este jugador en el vestuario y de su aislamiento. Un anuncio que no se si conseguirá el efecto deseado, el de que se hable de la orientación sexual de los jugadores que llenan los vestuarios todos los días. Lo que si ya ha conseguido es el sí quiero de su pareja, la celebración de la ceremonia en una finca muy conocida de la zona y todo sin andarse por los Cerros del Andévalo.