José Manuel Alfaro/ Sección de ficción ‘Cuaderno de Muleman’. Desde tiempos inmemorables la casa ha sido el lugar escogido por el hombre para vivir, para alojar a sus invitados o compartirla con alguien. La casa también se ha convertido en un artefacto familiar donde la historia se traza en sus paredes o bajo las sábanas y donde los hijos vuelan por sus habitaciones hasta que la abandonan para regresar para el funeral del abuelo que se quedó a vivir con ellos después de que la abuela muriera de un ictus en la casa de al lado donde vivían cuando volvieron jubilados de la ciudad.
La casa, ya era casa incluso cuando el baño estaba en el patio y la habitación principal se hizo más pequeña para colocar en el rincón de un habitáculo minúsculo un váter por el que redimir nuestros deshechos, un lavabo donde deshacer la mugre de las manos y un baño en el que poder vernos desnudos completamente una vez a la semana bajo la luz de un candil, que se paseaba por la casa haciendo sombras con nuestros cuerpos y los pocos muebles que llenaban la casa.
Luego vino la luz eléctrica que llenó de bombillas la casa y también el gas que hizo desaparecer el olor a humo. La humildad de aquellas habitaciones, dieron paso al lujo contenido de un hogar en el que se pasó del suelo de arena al de barro en un abrir de ojos. Se colocaron colchones nuevos en la cama, muebles de madera, la porcelana de la vajilla en vitrinas y los cubiertos de plata fueron ocupando rincones en los que antes había solo vacío. Tanto fue el cambio de aquella casa, que la cuadra se transformó en un patio donde guardar la leña para la chimenea que se encendía solo en invierno, un jardín donde coger rosas en primavera y un huerto donde cultivar tomates. Fue así como se convirtió en lo que hoy se conoce como la casa del sueño de Higuera de la Sierra.

Una casa de más de 100 años que ha sido elegida la mejor del mundo en la categoría de casas rurales con el mejor índice de descanso del mundo, avalada por la Asociación Internacional de Noctámbulos e Insomnes, que ha certificado tras un exhaustivo estudio en el que han participado un grupo de personas con diversos trastornos del sueño y que ha podido constatar, que el diseño de su espacios, el olor, la calidez de su paredes, la luz, la ventilación, la historia de sus techos, los cochones de última generación de sus camas y su gran secreto son la clave del éxito de esta casa para la que ya hay que esperar dos años para poder pasar una noche en ella.

Pero cuál es el secreto de esta casa, que albergó un día una mesita de comedor maldita. Aunque el jurado de expertos es unánime en su informe sobre el factor determinante que lo hace posible. Los deportistas de élite con depresión, los cantantes de ópera alcoholizados, los ejecutivos de empresas en quiebra, los padres y madres de quintillizos, los presentadores de informativos sin audiencia, los políticos que han perdido elecciones o los curas que han perdido la fe en Dios afirman que en esa casa hay algo sobrenatural que te atrapa y que va más allá del silencio mortificante que te abruma a partir de las diez de la noche. Ese secreto tiene que ver posiblemente con esa ausencia de cobertura móvil y televisión que termina construyendo una atmósfera mortificante, que hace que se apodere de ti una sensación de aburrimiento, mezclado con una pesadez corporal que te abraza, haciendo que tus párpados quiebren y cieguen tus ojos, desacelerando tu corazón, bajo un halo de calma infinita que te arrastra hasta el mundo de los sueños, como ya se le conoce, a las tierras de Higuera de la Sierra.