Carmen García. Iba por la plaza, como Dios manda al menos una vez a la semana, y me puse a pensar que podía ser lo más característico de Huelva que podría uno encontrarse por allí. Esa buena costumbre de acercarte a la ‘Plaza de Abastos‘ es todavía más auténtica si lo haces los sábados por la mañana. Pues bien, dando vueltas por las calles del enclave me puse a pensar en esto que apunto con el propósito, además, de preparar un plato especial para el almuerzo. No especial por la factura -económica- de sus ingredientes, si no singular por lo conectado a nuestra identidad, a nuestras tradiciones.

Está claro que mi opinión es una más y la decisión que tome quizá no sea compartida por otros observadores que pretendan lo mismo, ni probablemente en casa cuando vuelva de la compra pero, bueno, a ver como se me da.
Hablar de gambas y de chocos está como muy manido aunque sean, obviamente, enseñas estelares de nuestra gastronomía. También las coquinas son casi exclusivas de aquí, pero no dejan de ser comunes en nuestros hábitos de comer.
Se me vienen a la cabeza los gurumelos, que estamos en época. «Que manjar por Dios«, pienso. Cualquier comida que tenga este increíble fruto de la tierra como eje central te proporciona un sabor único, distinto, inconfundible e inimitable. Un buen arroz, revuelto o una parrillada, o lo que sea a base de gurumelos es un billete de avión a lo más alto del cielo para nuestro paladar.

Caben muchas opciones, desde luego, para disfrutar de platos autóctonos y, singularmente, de materias primas excepcionales. Podemos, por ejemplo, combinar cualquier cosa -hasta nada, inclusive- con los garbanzos de Escacena. No son como los demás, sin ninguna duda.
En mi paseo por la Plaza sigo dándole vueltas en esa búsqueda del plato de Huelva que me culmine de satisfacción, en el sentido del gusto pero también en el emocional en sentido amplio. Comer por Huelva, saborear historia de Huelva, esencia de Huelva.
Tras ese discurrir por estas dos estrellas de campo adentro concluyo que voy a optar por el mar. O por la mar, que queda más romántico. Y entonces se me viene a la mente un plato finalista, tan de aquí como hablar del choco, la coquina o la gamba. Me refiero a la raya en pimentón, otro auténtico auténtico de Huelva. Exquisito.
Claro, este tipo de ingredientes casi con seguridad no los sueles encontrar en los centros comerciales ni en los supermercados. Es en la Plaza donde puedes tener opciones. El ágora donde se mantienen algunas líneas de conexión con el pasado, con los hábitos culinarios de nuestros ancestros.
Pero la raya decía que se me vino a la mente como finalista, porque estaba tapando al que he elegido, entregado, como plato de Huelva 100% de autenticidad y que hoy se me ha antojado. No había caído en la cuenta porque, la verdad, tras dar varias vueltas sin convencerme por los puestos del mercado me encontré, por sorpresa, en la tienda que tiene Ficolumé en la calle Tendaleras (vaya solera onubense de esta calle marinera), una especie de cerón con manojos de tollos. De pronto me acordé, estaba en lo más entrañable de la memoria… tollos con tomate.
Ahora si, eso era lo que mi subconsciente estaba buscando, tollos con tomate. Qué cosa más rica y que cosa más de Huelva. Sencillito de preparar y sabrosísimo, además de evocador de su pesca y secado en las cubiertas de los barcos onubenses desde tiempo inmemorial. Que aproveche.
Tollos con tomate. Huelva