Astilleros de Huelva, un orgulloso emblema onubense, representativo de toda una época

Fue una factoría naval referencia en los mercados nacionales e internacionales, heredera de una tradición identitaria de Huelva.

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Carmen García. Hubo un tiempo, aquel en el que el entorno de la Glorieta Norte tenía desde primera hora el sonido metálico de fondo, donde hablar de Astilleros de Huelva era mentar a una de las principales fuentes de empleo de nuestra provincia.

Pasabas por la hoy denominada avenida de Enlace camino de Punta e impresionaba la longitud de todo ese lateral donde se encontraban los inmensos talleres sobre los que se veían los extremos superiores de aquellas grúas amarillas que trabajan en las gradas. Ruido, actividad, pujanza, sensaciones de dinamismo propias de una época de desarrollo muy distinta a la que hoy vivimos.

Imponente atunero construyéndose en 1977 en las gradas onubenses, el ‘Itxas-Sur’.

Hablar de Astilleros de Huelva también lo era de un elemento que entonces se asociaba a la identidad onubense. Con una tradición como relevante actividad que venía de siglos atrás. Tenía, además, la peculiaridad de que como gran empresa en Huelva contaba con capital local. Sus valores añadidos en gran medida, generándose aquí, se quedaban aquí.

Y Astilleros de Huelva fue un ejemplo de audacia, de superación. Su posición estratégica en el sector pesquero onubense determinó un desarrollo de este en los setenta y ochenta del siglo pasado que, sin ninguna duda, supuso uno de sus principales impulsores.

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Instalaciones previas a 1972.

Bien es verdad que a la par de esa fortaleza industrial, operativa y comercial, que mostraba Astilleros de Huelva, casi siempre sobrevoló sobre la firma un desequilibrio financiero que terminaría abocándole a su fin. Sorprendía, no obstante, que en épocas de crisis en la construcción naval, como por arte de magia, estas instalaciones productivas onubenses fuesen una referencia -en su segmento- tanto nacional como internacional.

Todo comenzó con un impulsor foráneo, Francisco Díaz Martínez, quien procedente de Asturias funda en 1965 Varaderos del Río Odiel tras haber traído a Huelva -en 1958- como base portuaria una flota de moto-pesqueros. En ese 1965 se fundaba también una agrupación de industrias auxiliares autóctonas, Talleres y Varaderos (Tavasa).

Un hito en la historia de Astilleros de Huelva. El carguero ‘Aboño’.

En 1972 unen sus caminos Varaderos del Río Odiel y Tavasa, consiguiendo las autorizaciones para crear Astilleros de Huelva. A partir de ese momento crecer fue la guía que marcó el devenir en la factoría naval onubense. Crecer en tamaño de los buques que iban construyéndose, y crecer en los mercados a los que la firma se dirigía. Un buen hacer operativo que no queda empañado por esa problemática financiera que siempre lastró a esta ilusionante actividad vinculada a la realidad económica y social de Huelva.

La mayor parte de la flota congeladora onubense de los setenta y ochenta se construyó en Astilleros de Huelva.

Muchos hitos y muchas esperanzas de los constructores y armadores que iban dando pasos como decimos de ilusión. Quillas en las gradas, soldaduras y acoplamientos que gradualmente definían las siluetas de los barcos, y ese día especial para cada uno de ellos que era la botadura. Luego un tiempo para completar equipamientos en el muelle de la factoría. Y, finalmente, las felices entregas de los buques, para abrirse al mar infinito y poner proa a la búsqueda de sus riquezas.

Y detrás de todo proyecto siempre hay un impulsor principal. Alguien que pone alma en el mismo y que suele ser la clave de su existencia. En este caso de Astilleros de Huelva lo fue un onubense singular, Rafael Gómez Naranjo, que forma parte de ese grupo muy reducido de personas -que se cuentan con los dedos de una mano- verdaderos artífices de la pujanza del sector pesquero de Huelva en una época en la que llegó a ser líder español.

La estampa de las grúas y de una intensa actividad marcó aquel espacio durante décadas.

A mediados de los setenta Astilleros de Huelva se anunciaba en las revistas técnicas con una potente carta de presentación para ser un astillero privado. Tres gradas de construcción de hasta 1.500 toneladas de registro bruto, cinco varaderos de reparaciones con esa cota de tonelaje y 350 metros de muelle de armamento.

Buques como el coreano ‘Soo Yang‘, que fue botado el 7 de septiembre de 1974, nacieron en sus gradas para sorprender por la calidad y tecnología de su factura. Tenía 64 metros de eslora y 850 toneladas de registro bruto.

El pesquero congelador coreano ‘Soo Yang’.

Era el mayor pesquero congelador construido hasta aquella fecha en las atarazanas onubenses. Hablamos de un tiempo en el que aunque España se iba abriendo a los mercados internacionales la globalización aún estaba muy en la lejanía. Sorprendía esa dinámica de expansión comercial internacional de una empresa onubense. Seguramente, la mayoría de sus directivos no tenían ni idea de inglés… y mucho menos de coreano.

Una empresa que requería de mucha mano de obra.

Impresionó este buque por sus dimensiones y lo fueron haciendo sucesivos. Además, la privilegiada mente de Rafael Gómez abrió el campo y subió un peldaño en el sentido de ampliar la gama. No solo a pesqueros sino ya también afrontando pedidos de buques de carga general y especializados. Grandes atuneros para Rusia, los buques construidos para plataformas petrolíferas y mercantes de muy distinta funcionalidad. Una versátil gama de diseños que hacían de Astilleros de Huelva un referente de construcción naval. Las atarazanas onubenses ‘se atrevían’ con lo que fuese, dentro de sus limitaciones dimensionales.

El ‘Lembitu’, construido en Huelva en 1998, de 7.606 toneladas. / Foto: Jukka Huotari

Hubo varias series emblemáticas. Entre ellas la de línea del carguero ‘Aboño‘ -1976-, que fue un salto también en la construcción de mercantes para la firma. Y particularmente la serie de cuatro de la que formaba parte el ‘V Centenario‘ -1986-, que aún surca el mar. Sique aprovisionando pesqueros de Mariscos Rodríguez en el hemisferio sur africano y trayéndose de vuelta la preciada pesca de esta empresa, también orgullo de la economía y el sector marítimo onubense.

Nuestro homenaje desde estas líneas a Astilleros de Huelva. A sus propietarios, directivos, y trabajadores. Constituyeron uno de pilares del meritorio desarrollo y liderazgo de un sector, el pesquero onubense, generador de tanta economía y, por ende, bienestar a la sociedad onubense.



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